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El sol comenzaba a ocultarse y no tardaría en ser momento de que Loren regresara a casa, aunque estos días llegaba más tarde de lo normal.

Tenía hambre, así que fui a la cocina y como no había nada en el refrigerador que pudiera comer ahora, no me quedó más que abrir un empaque de fruta deshidratada.

Estúpidos empaques con su falso abre fácil, jamás se abre fácil.

Fuera de casa escuché el auto estacionándose y después la puerta. Sabía que era ella.

—Llegaste temprano hoy -dije cuando escuché que entraba a casa

—Sí

Su voz se escuchaba apagada y lejana lo que me hizo dejar de hacer lo que hacía para ponerle atención a ella. Su cara estaba cansada, no mostraba ninguna expresión, era como si se hubiera transformado en un zombi.

—¿Estás bien? -pregunté

—Sí

—No parece

—Estoy bien

Dejó su bolsa en una de las sillas de la cocina y caminó directo al fregadero. Mis ojos no se apartaron de ella en ninguno de sus movimientos.

—¿Comiste algo? -preguntó

—En eso estaba

Me miró y se dio cuenta en el empaque que había estado intentando abrir.

—Eso no es comida -se quejó -prepararé algo

—No creo que sea buena idea

—¿Por qué no?

—No te ves bien, deberías mejor ir a descansar un poco

—Me siento bien, me iré a dormir después de preparar algo de comer

Abrió las puertas de la alacena y torpemente buscó entre los empaques de comida. Después, de la nada, se quedó simplemente parada, con ambos brazos a los costados y sin decir nada, como un robot al que se han acabado las baterías.

—¿Loren?

No me contestó o siquiera se movió un poco, así que me acerqué a ella para tomarla del brazo.

—¿Loren?

De la nada, vi cómo todo su cuerpo se iba de lado. Di un largo paso para alcanzar a tomarla rápidamente antes de que se golpeara en el suelo.

—¡Loren! -abrió los ojos por unos segundos, pero después volvió a cerrarlos y esta vez dejó caer su cabeza hacia atrás

Pasé mi brazo por detrás de sus piernas para poder cargarla y llevarla a su habitación donde la dejé sobre la cama, le quité los zapatos y la cobijé un poco.

—Tonta -susurré -te dije que, si trabajabas mucho, pasaría algo como esto

Llevé mi mano a su frente para asegurarme de que no tuviera fiebre, pero no, todo parecía estar en orden.

Me quedé un momento sentado a la orilla de la cama a un lado de ella. Jamás había notado que tenia unas largas pestañas, o que tenía un lunar bajo el labio, del lado derecho, tampoco había notado que tenia otro lunar en el cuello, cerca de su clavícula derecha, ni de que sus labios sin maquillaje con de un tono rosado muy lindo, o de que su cabello es más claro de lo que había notado hasta ahora.

Pensándolo bien, ella no es tan fea, ni tan insoportable, es amable, cálida, alegre, dulce y linda. Es atenta conmigo, a su manera, es inteligente y terca.

Creo que ahora puedo entender porqué el abuelo se le ocurrió la idea de que me casará con ella. Su vida está completamente en orden, no sale a fiestas, es responsable, lleva en completo orden sus empresas, en cambio yo... yo soy todo lo contrario.

Pero, la idea de que el abuelo solo la vea como un objeto para presumir frente a sus colegas y amigos, me molesta, demasiado. Las personas no somos piezas de un juego que puede mover a su gusto.

La luz de la lámpara en su mesa de noche alumbraba un poco toda la habitación. No sé cuánto tiempo llevaba mirándola, no sé cuánto tiempo llevaba sentado a su lado, pero, no sentía que había sido mucho, el tiempo no pasa para mi cuando ella esta cerca.

Su piel suave, su cabello ahora un poco despeinado y esa respiración que la hacían ver tan tranquila, sus labios, esos labios que ya había besado una vez, pero, ahora no es lo mismo. Ahora lo deseo, ahora quiero saborearlos, quiero sentirlos.

Lentamente me incline a ella, no sé lo que estaba haciendo, no sé lo que mi cuerpo estaba haciendo, pero es esa clase de momentos donde tu cerebro no puede con tu impulso. Su respiración la podía sentir más cerca con cada segundo, ese aroma que la caracterizaba. Un aroma suave, refrescante y duradero.

Mis labios por fin tocaron los suyos.

Dulces y suaves.

Me alejé de ella no creyéndome lo que acababa de hacer, pero no me arrepentía de eso. Por suerte, ella seguía dormida y espero que no haya sentido nada.

Loren

Parpadeé un par de veces hasta que me di cuenta de que estaba en mi habitación.

¿Cómo llegué aquí?

Lo último que recordaba es que había llegado a casa, pero solo eso. No recordaba haber subido las escaleras, o haber saludado a Hoseok, pero de algo sí estaba segura, ahora me sentía mucho mejor de como me sentía en la tarde.

Quité las cobijas y me senté a la orilla de mi cama, miré el reloj y me di cuenta de que ya eran las 10 de la mañana.

¡Maldición! ¡Se me había hecho tarde para ir a trabajar!

Me puse las pantuflas para ir al baño a darme una ducha, pero en ese momento Hoseok entró a mi habitación sin tocar.

—¿Podrías tocar antes de entrar? ¿Qué si hubiera estado desnuda?

—Eres mi esposa, eso no debería importar -se recargó tranquilamente en el marco de la puerta mientras me miraba andando de un lado al otro

—¿Necesitas algo?

—¿Por qué estas tan apresurada?

—Son las 10, se me hizo tarde

—Llamé a Pony

Dejé de hacer lo que hacia y lo miré.

—¿Por qué?

—Le dije que no te sentías bien, que hoy no irás a trabajar

—¿Qué pasó anoche?

—Te lo dije -se cruzó de brazos -si te esforzabas demasiado, tu cuerpo se cansaría, llegaste y pensabas preparar algo de comer, pero te desvaneciste

Me senté en la cama tratando de recordar algo de lo que él dijo, pero no recordaba nada.

—¿Y tú me trajiste?

—Bueno, si no lo hubiera hecho, hubieras despertado en la cocina

—...Gracias -su expresión fue de asombro, pero no entiendo por qué si ya se lo he dicho antes

—Como sea -carraspeo su garganta -la abuela llamó y dijo que este fin de semana el abuelo hará una reunión y quiere que vayamos

—No más reuniones -me quejé

—Ya le dije que sí iríamos

—...Está bien 

100 Días (JungHoSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora