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Al vernos haciendo las compras juntos todo mundo diría que como una linda pareja. Él llevando el carrito y yo arrojado dentro la comida.

—Debes comer verduras -dije -frutas y carnes, aunque también los dulces son necesarios de vez en cuando

—¿Dulces?

—Todo con moderación es bueno

Tomé un paquete de galletas de chocolate, pan integral, algo de filetes de pollo, pescado y de res.

—Esto es mucha comida

—Puedes ponerlo todo en el congelador y eso evitará que se pudran pronto

Puse más cosas dentro del carrito, lo llenamos hasta arriba e incluso tuvimos que usar una canasta para cargar más cosas porque realmente él necesitaba de todo para su cocina.

Cuando llegamos a casa dejamos las compras en la cajuela y regresamos a casa.

—Bueno –dije –lo más fácil de cocinar es sopa de pasta, espagueti con albóndigas o algún platillo con carne

Me lavé las manos y comencé a dejar los ingredientes que usaría en la isla de la cocina mientras él guardaba todo en la alacena y el refrigerador.

—Para un espagueti, primero tienes que ponerlo en agua y esperar a que hierva y se cosa –tomé una tabla para cortar algunas frutas –es mejor preparar alguna bebida natural, mi favorita es la de limonada con fresa y naranja

Me miró asqueado y eso me dio gracia.

—Sabe bien –sonreí –con unas hojitas de menta le dan el toque perfecto, primero tienes que lavar todas las verduras y frutas que vayas a comer, sin acepción ¿Entiendes?

—Entiendo –aceptó con la cabeza

Dejé las frutas lavadas sobre la tabla de cortar y a él le entregué un cuchillo.

—Intenta cortarlas, incluso para eso necesitas practica

—Pero...

—No te preocupes, yo te ayudaré

Tomó el mango del cuchillo y una fresa. Colocó la fresa encima de la tabla con torpeza y esperó a que le dijera cómo hacer las cosas. Tardó un poco más de lo que normalmente me tomo yo en preparar una comida como esta, pero por lo menos él mejoró de un 0% a un 5% en conocimientos sobre vivir solo. Eso era un gran avance.

Después de haber comido continuamos con lo que habíamos estado haciendo antes de ir al supermercado. Lo que le enseñé ahora, era como usar la lavadora, cómo y porqué separar la ropa, cómo funcionaba la lavadora, después de la lavadora le expliqué todo lo que tenía que ver con aspirar, trapear, sacudir y esas cosas.

—Puedes sobrevivir si aprendes a seguir las recetas de internet –miré el reloj de mi celular, ya era casi media noche –será mejor que me vaya ya –lo miré –si quieres preguntar sobre algo, puedes mandarme un mensaje o llamarme –tomé mis cosas y caminé hasta la puerta

—Loren –me detuvo

—¿M?

—...Gracias

—Fue un trato ¿Recuerdas?

—Sí... un trato

Terminé por despedirme y regresé a casa.

Hoseok

Cada día para mi ahora era todo un reto, pero afortunadamente rápidamente tomé experiencia en todo esto de mantener una casa y mantenerme a mí mismo.

Mi teléfono comenzó a sonar justo en el momento en que tenía las manos sucias con la comida que estaba intentando cocinar, así que terminé tomando un trapo para limpiarme y poder contestar, poder poner el altavoz, más bien.

—Diga –regresé a la comida

—Hoseok

Era el abuelo.

—¿Por qué no han venido a casa últimamente? Espero que no estés haciendo esas clásicas cosas tuyas ¿Me escuchas?

—Ya no tengo muchas cosas que ir a hacer a esa casa

—Vi que por fin te llevaste tus cosas

—Me las lleve hace días ¿Hasta ahora te diste cuenta?

—Cállate, idiota

Rodeé los ojos.

—Ya te habías tardado en llevarte tus cosas –dijo

—¿Eso es todo?

—No, quiero que tú y Loren vengan a cenar hoy

—No podemos

—¿Por qué no?

—Ella está muy ocupada en el trabajo, no creo que salga temprano hoy

—Siempre se le debe dar prioridad a la familia por sobre el trabajo

Lo dice el loco que prefiere comer en su oficina la mayoría del tiempo que en el comedor.

—Dile que los espero aquí a las ocho –no me dejó responder y me colgó

Respiré profundamente.

Ese hombre me desespera tanto.

Odio que no le importen los demás. Las cosas se hacen como él quiere y cuando él lo quiere, así que terminé llamando a Loren.

Dejé que la pasta se cociera y la carne se cocinara y mientras la llamé. Sonó unas cuatro veces el timbre antes de que ella contestara.

—¿Diga? –contestó

—¿Aun no tienes registrad mi número?

—Lo tengo, solo que no vi quién llamaba y solo contesté ¿Qué pasa?

—El abuelo quiere que vayamos a cenar a las ocho

—¿A las ocho?

—Sí

—Pero...

—Hazlo por el trato

—Sé lo del trato... es solo que...

—Él aún no sabe que nos divorciamos

—Sé que no lo sabe, no me ha llamado enojado pidiéndome que le regrese su empresa

—¿Entonces?

—Me hace sentir mal el hecho de pararme en su casa cuando ya no soy parte de la familia

—¿Prefieres que se lo diga?

—No, no... nos vemos a las ocho 

100 Días (JungHoSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora