La Flor Marchita (1)

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Cuan dulce es el trinar de las aves,
Cuan amarga una lágrima de desamor,
Y cuan agradable tu voz,
Resonando con mi canción.

Frenanse mis manos,
intentando no tocarte,
Reflejado en tus ojos veo,
tu dulce corazón,
Latiendo con desespero
y una lágrima de dolor,
Aquel al que un día amaste,
Hoy te deja roto el corazón,
Esos pedazos deseo
Desde que por primera vez tarareó mi corazón.

Al ver tu rostro sonreír
Mi pálpito incrementó
Caminamos por la noche
Y algo en mi se encendió
Si, eso fue, la llama de mi amor
La cual no te compartí
Ya que en ti ya ardía otro amor.

Más ese cobarde desechado ha una hermosa flor,
Recogenla hoy mis manos
Delicadas cuál algodón
Oh amor mío te ruego,
Nunca dudes de mi amor
Miro tu rostro como pétalos de rosa,
Casi marchitos por el dolor,
La fría helada contigo no tuvo compasión,
Confía hoy en mí, amor mío
Tu dolor hoy es mi dolor
Pero te regalo yo mi corazón,
Para suplir el hueco que te ha dejado el desamor.


Era ya un dulce día soleado de primavera, en un colegio conocido como GIA, dos de sus integrantes pertenecientes a los cuartos años medio se encontraban sentados en el pasto fuera de su jornada.

-No sé qué fue lo que me faltó darle- dijo la chica de 1.60 que estaba sentada en el pasto del colegio, su cabello castaño oscuro y largo caía por sus hombros, con su vista café también oscura pegada en sus manos blancas en el suelo.

Guardaba silencio ante ella un chico de cabello castaño, 1.72; tez canela, hombros anchos y con una buena postura; la miraba con casi tanta tristeza como la que ella tenía; le dolía ver a la chica que tanto había amado en secreto, llorando por un imbécil, estaba tan enojado. Se sentó a su lado sin saber que decir, su cuerpo se movió sin que se lo ordenara, y su brazo rodeó el frágil cuerpo de la chica, quien parecía ahora más delicada que un pétalo de flor.

-Todo va a estar bien... te lo prometo, no te voy a abandonar- Su voz sonaba más firme de lo que él mismo hubiere planeado- úsame como tu almohada a la que le puedes contar tus penas y nadie las sabrá.

-¿Por qué haces esto por mí?- consiguió articular la chica entre su dolor- no valgo tu esfuerzo ni tu compañía, eres mucho más valioso que yo...

El chico con dulzura la apartó de él y la miró a los rojos ojos que se escondían temerosos entre aquellas cristalinas lágrimas.

-¿Que ves en mis ojos Sofi?- preguntó suavemente- ¿Qué es el hombre que tienes frente a ti? ¿Por qué vale más que tu?

La chica guardó silencio.

-Tu voz es fuerte siempre te haces oír... tienes a quienes querer de seguro... no te han destrozado el corazón...

-Sofi- dijo Mateo muy serio armandose de un valor que no hubiera imaginado que tenía- ¿crees que no me partía el corazón cada vez que veía a la chica mas hermosa de mi universo con golpes porque su pareja era incapaz de aceptar lo perfecta que es?

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora