Rosemarie -o como prefieren que le llamen-, Rose, tiene el corazón roto después de que su ex-novio le pide matrimonio a otra mujer. Su amiga, Lissa, se lleva a Rose a un viaje a Portland. Mientras estaba allí, a Rose la secuestran a punta de pistola...
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PDV Narrador
Adrian se encontraba con su madre, hace unos días que ella había llegado a Montana. Ambos se encontraban en el despacho que Adrian usa como estudio para dibujar. La mujer miraba con algún punto perdido en el suelo, pero así era ella, siempre mirando directamente a ese punto en el suelo, sumida en un mundo desconocido para todos, atrapada entre los recuerdos.
Estaba sentada en un gran sillón, mientras que Adrian a su lado se encontraba observándola. Recordando todos aquellos momentos en donde su madre no era esa persona que es ahora.
De un cajón, saco un dibujo. El dibujo de un collar, con el característico símbolo de su banda. El símbolo, aun siendo simple, contaba con detalles que lo hacían único. La cadena perfectamente dibujada, con los detalles más que claros, y el símbolo reluciente en el centro, simple, pero a la vez bastante perfecto.
- ¿Recuerdas esto? -le pregunto a su madre, esperando una respuesta que nunca llegaría.
Las imágenes de ese día llegaron a su cabeza.
Daniella sostenía la imagen con admiración, orgullosa del trabajo hecho por su hijo.
- Es hermoso, cariño -lo dejo sobre el pequeño marco, que lo sostenía en toda su gloria- eres realmente talentoso -alago su madre-. En definitiva entraras a la universidad de artes en Francia -aseguro la mujer con una sonrisa.
Adrian le devolvió la sonrisa, pero no duro mucho, se puse de pie de donde se encontraba y se acercó a su madre.
- Creo que voy a renunciar a eso -dijo con una mueca- me quedare para ayudar a papá con los asuntos de la banda.
Daniella se puso de pie.
- ¡No! -Exclamo, se volvió a su hijo-, tienes que ir.
- Pero a papá no le gusta -señalo Adrian.
- De tu padre me encargare yo -dijo la mujer restándole importancia-, desde tus 6 años que sueñas con ir a estudiar en esa universidad, y no permitiré que mi hijo no siga sus sueños.
Adrian aún no terminaba de estar seguro, después de todo, su padre es un hombre terco y obstinado, pero aun con ello, su madre sabia como controlarlo, ese es el poder que Daniella ejercía sobre ese lugar, ella era el cerebro detrás de todo.
- Sobre los asuntos de la banda, a tu padre aún le quedan años por delante, y siempre estaré yo para ayudarlo, es mi deber como tu madre y como esposa -explico Daniella, apoyando su mano en la mejilla de su hijo-, ¿comprendes? Mi querido hijo -Daniella paso su pulgar por la mejilla de Adrian y el cerro los ojos absorbiendo su tacto.
Adrian recordó la sonrisa de su madre, tranquilizadora y con empatía, que no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, el en serio extrañaba a esa mujer, quien, aun cuando en estos momentos estaba frente suyo, no podía dejar de atormentarle el hecho de que no era completamente ella.
