Cap. 38: Naríz sangrante

563 33 34
                                    

PDV Rose

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PDV Rose

Oh. Por. Dios.

Creo que morí y reviví enfrente de la casa de Dios. Aunque realmente no estoy segura de que al morir me vaya al cielo. En todo caso, me iría a un punto entre medio.

Pero bueno, dejando de lado el tema de mi muerte. La casa en la que me encuentro es, simplemente impresionante.

No hay forma de describirla exactamente, pues no creo que una descripción le haga juicio a lo increíble que la considero. Jamás en mi vida había visto una casa así de grande. Y pensar que está a unos kilómetros de la ciudad. Y que su dueño se encuentra a mi derecha.

La gran casa de Dimitri cuenta con una arquitectura que se suele ver en casas viejas en las películas de los 90's, con las paredes blancas decoradas con cuadros y arte, el suelo reluciente dónde soy capaz de apreciar mi reflejo, y la gran escalera en el centro, con forma en espiral guiada hasta un segundo piso.

Ni siquiera podía creer que un hombre como Dimitri viviera en una casa de esta magnitud. Me refiero a que, a primera vista, Dimitri es más de lugares prácticos y sencillos, a algo más ostentoso como esto. Creo que tenemos eso en común. Pues a mí tampoco me gusta lo ostentoso, eso se lo dejo a Lissa, quien siempre le gusta causar una buena impresión y mantener una imagen elegante y digna de admirar. Algo que adquirió después de crecer en una familia que esa imagen da.

Supongo que, en todo caso, fue la primera opción que tuvo Dimitri al llegar a Montana.

— Esta casa fue comprada por mi padre, y la estoy usando en el tiempo que me quedo aquí en Montana —comentó Dimitri, haciéndome saber que tenía razón.

— Es... Grande —admití.

Dimitri simplemente asintió, y me guío a la gran sala junto a las escaleras. Una mujer con un vestido azul claro, y con un mandil blanco se acercó. Su cabello pintado de blanco por la edad estaba amarrado en un moño y los lentes en sus ojos eran empujados por su dedo índice cada vez que daba un paso, pero igualmente resbalaban por su puntiaguda nariz.

— Joven Dimka, me alegra verlo en casa temprano —la señora extendió sus manos y palmeo el duro pecho de Dimitri, con una sonrisa en su viejo rostro—. Y veo que no vienes solo.

La mirada de la mujer me recorrió de pies a cabeza, antes de acercarse y, sin esperármelo, envolverme en un abrazo.

— Una linda muchacha. Se ve fuerte, lista para engendrar a un hijo tuyo —me aclaré la garganta, alarmada. Está de más decir que un hijo no está en mis planes—. Creo que es definitivo. Eres la primera chica que trae a casa. Entiendo por qué Dimka se fijó en ti, jovencita, te vez alguien con buen corazón. Espero que pronto Dimka y tú estén juntos y se apresuren a tener hijos pues...

— Señora Culberth —nunca me hubiera sentido más agradecida por la interrupción de Dimitri—. Rosemarie es mi empleada, no mi pareja.

Me sentí mal de escuchar decir eso a Dimitri. Quizás por lo frío y déspota que sonó, ¿o lo habré imaginado? Pero bueno, después de todo es verdad.

Erasé una vez... En mi Corazón~ Vampire AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora