Aclaraciones

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El grito consiguió que Hanamichi reaccionase y se soltase, deslizándose lentamente hacia abajo hasta tocar el piso.

-¡Ey! ¡¿Qué les pasa a ustedes?!-gritaba Ayaco asustada por la reacción del pelinegro que nunca se comportaba de manera tan violenta, o por lo menos no sin provocación previa.
-¡Pasa que no quiero que la toque! ¿Es tan difícil de entender?-le gritó aún más furioso, acuchillando con la mirada a Hanamichi que se acomodaba la ropa.
-¿Quién te crees que eres para decirle algo así a Hanamichi? Haruko es su novia, que no se te olvide, Rukawa-le dijo Ryota que estaba entre enojado y anonadado.
-El muy idiota está tomado-se escuchó que dijo Mitsui-déjenlo que salga fuera y con un poco de aire se le pasará.

Todos miraron el pelinegro que ahora farfullaba sin cesar; un farfullo ininteligible mientras miraba con ojos velados a Haruko. Todos cayeron en cuenta de que Rukawa estaba ajeno a lo que se decía de él, y que ahora estaba muy perdido en sus divagaciones mentales en torno a la chica que estaba a unos pasos. No se daba cuenta que pensaba en voz alta. Para sorpresa y terror de unos cuantos, vieron como con paso vacilante se acercaba a la mesa donde había quedado clavada la niña, que ahora lo miraba con un rostro que lejos de mostrar terror, mostraba ansiedad; aunque esto último sólo fue visible para Hana.
Rukawa la había lastimado mientras se besaba con la rubia en un rincón, pero con esta escena de celos  que le dedicaba, Hanamichi sabía que la chica  lo tomaba como algún tipo de esperanza de vaya uno a saber qué. No podía entender qué es lo que pasaba por esa cabecita para perdonar tan pronto la falta de tacto de Rukawa.
De todos modos no pensaba dejar que se acercara más a la niña, por lo que, decidido, fue tras él, y tomándolo por un brazo lo comenzó a arrastrar a la salida, ante la mirada atónita de todos.
-Hanamichi, no lo vayas lastimar que no está en condiciones de defenderse-le gritó preocupada Ayaco al ver la intención de sacarlo del local.
-Este zorro es un idiota, no merece que te preocupes por él.
-¡Hanamichi Sakuragi! ¡No te atrevas a golpearlo! Ya suficiente tuvimos con los golpes con los que apareció la otra vez. ¡No seas tan bruto! Y ustedes hagan algo-exhortó al resto de los jóvenes.
-Sólo lo sacaré-dijo tranquilo Hanamichi, viendo que la manager se descontrolaba-está borracho y no me aprovecharé de la situación. Lo acompañaré al hotel, soy el único que puede con él si se pone agresivo. Ustedes quédense aquí, no es justo que por culpa de este zorro presumido y borracho se les termine la noche.
-¡Jura que no le harás nada! ¡Te conozco Hanamichi!-le decía aún bastante desconfiada.
-Confía en la palabra del genio, y cuida de Haruko, que cuando me desocupe con Rukawa vuelvo con ustedes.

Y sin decir más ni mirar a nadie en particular, salió con el zorro a cuestas.
Apenas quedaron fuera de la vista de todos, Hanamichi vio con reprobación como Rukawa trataba de abrazarlo, con la vista perdida en algún punto desconocido. De una sola sacudida se lo quitó de encima, pero lo hizo trastabillar, y para evitar que cayera no tuvo más remedio que rodearle la cintura con un brazo, haciendo que pasase el suyo por su cuello.
-Y será mejor que no trates de acercarte más, no quiero que nadie nos vea en una situación extraña. Es muy tarde, pero nos podemos cruzar con cualquiera-le dijo Hana. El desdén se notaba en su voz.
Sintió como Rukawa se ponía tenso ante su reprimenda, pero para su alivio, no dijo nada más, y con paso vacilante seguía caminando a su lado, apoyándose casi por completo en él.
Habían caminado apenas unos doscientos metros por una calle poco transitada cuando Hanamichi escuchó que Rukawa le hablaba, y detectó en su voz un tono que no le gustó nada. Estaba enfadado.

-Te detesto, y si no fuera por que no mantengo el equilibrio te golpearía hasta dejarte morado.
-¿Qué? Debes de estar bromeando-dijo mientras se paraba y trataba de mirarlo a la cara, pero Rukawa mantenía el rostro bajo, dejando ver apenas su perfil semi oculto por unos mechones de cabello renegrido.
-No, no es una broma. No quiero que la vuelvas a besar en tu vida. ¡Y ya déjala de una maldita vez!

A Hana no le parecía el lugar correcto para comenzar aquella conversación, y mucho menos el estado del zorro, que si bien hablaba con coherencia, estaba bajo los efectos del alcohol, pero no perdería la oportunidad que tanto buscó. Alcanzó a ver a pocos metros un paredón que estaba oculto por los árboles, y pensó que ese sería un buen lugar para estar fuera de la vista de cualquier transeúnte. Con rapidez empezó a encaminarlo al lugar.

-No quiero ir a ningún lado, déjame en paz-le decía con más enojo mientras inútilmente trataba de zafarse.
-Cállate un poco zorro, y no me hagas perder la paciencia, que le prometí a Ayaco que saldrías ileso, y me están entrando ganas de golpearte...y yo sí estoy en mis cinco sentidos-lo amenazó mientras llegaba al paredón, y de un solo movimiento lo dejó de espaldas a la pared y se alejó. Vio como Rukawa se iba deslizando hacia abajo, quedando sentado contra el muro, con las piernas flexionadas. Hana pensó que no quedaba más remedio que ponerse a su altura, ya que el pelinegro no podía estarse parado sin apoyo. Se sentó frente a él, cruzándose de piernas, como un indio. El suelo estaba frío, pero eso no le molestó de tan concentrado que estaba en las palabras que debía decir.
-Ahora quiero que me escuches con atención, así que despeja tu cabeza hueca porque no pienso repetirte nada.
-¡Lo único que quiero escuchar es que la dejarás y que nunca más la vas  a besar!-le gritó Rukawa, dejando a Hanamichi sorprendido. No era común verlo ponerse de ese modo, siempre mantenía su tono frío, y ahora estaba gritando enojado, dejándose llevar por la rabia. Decidió ignorar su estallido y seguir con las palabras que ya estaban tomando forma en su cerebro.
-No sé cómo llegamos a esto, pero no quiero lastimar a Haruko. Ambos sabemos que a quien quiere ella es a ti, y ahora con tus desplantes ella está sola y no quiero agravar su pena rechazándola. No puedo permitir que la lastimes, ella fue la única chica que vio en mi algo más que a un patotero, y sería demasiado para ella lidiar con una separación. Por esto, no pienso dejarla. Y si tanto te molesta que la bese...-pero Hana no pudo terminar la frase por que el otro lo interrumpió gritando.
-Por supuesto que me molesta...Y no sólo me molesta, me enferma, me enerva, me saca de mis casillas. ¿Por qué tenías que hacerlo? ¿Eres tan torpe que no te das cuenta de lo enamorado que estoy?

Hana se quedó por un momento mudo de la impresión. Sus alaridos, y esa mirada que hasta hace un rato era de rabia, ahora se había mudado a una de dolor, y estaba fija en él. Jamás pensó que Rukawa pudiera en serio estar tan enamorado de Haruko. Su conducta no era la más indicada para un chico enamorado; en un momento era puras hormonas buscando desahogo, y al otro era un chico sufrido por ver  a su amor con otra persona. Lo estaba volviendo loco, no entendía la retorcida cabeza del chico que lo miraba tan compungido.

-Dices estar tan enamorado... ¿pero entonces qué es todo esto? ¿Y por qué te tenías que besar con esa chica a un lado de la pista de baile? ¿Te pensaste que nadie te vería? No entiendo de dónde salen tus reproches-expresó, poniendo una parte de sus dudas en su boca.

-¿Qué chica?-le preguntó confundido.
-¡La chica rubia con la que te estabas aplastando contra la pared camino a los aseos! ¡No te haga el idiota, y menos aún te hagas el enamorado!-le chilló Hanamichi, llevado por la rabia que le causaba que el zorro se hiciese el desentendido.

Rukawa lo miraba con cara de seguir sin entender de lo que hablaba, pero pasados unos segundos interminables, Hana vio un destello de comprensión en sus azules ojos, y de inmediato una sonrisa de satisfacción había asomado.

-¿Así que es por eso? ¿Por el beso a esa chica?
-No sé de que te sonríes, no fue nada gracioso. ¿No sabes el daño que causas?
-Hanamichi, ésa no fue mi intención. Esa chica me tomó por sorpresa, y yo que ya estaba aletargado por los efectos de esos tragos que me pidió Ayaco, no pude sacármela de encima rápido y hasta perdí el equilibrio y fui a parar contra la pared. Pero ese beso no significó nada, hasta ya lo había olvidado, créeme.

Hanamichi no le quitaba la vista de encima. Parecía sincero en lo que decía, y no se le hacía extraño que las mujeres se aprovecharan de su estado y trataran de robarle un beso; aunque ésta había hasta osado arrinconarlo. Rukawa pareció darse cuenta del alivio en su rostro, porque en seguida siguió hablando, con una sonrisa aún mayor.

-Parece que no soy la única persona celosa... no esperaba una reacción de ese tipo.
-¿Y qué tipo de reacción esperabas? Un día te están diciendo que te quieren y al otro se está besando delante de ti con otra persona.
-No veo necesaria una disculpa ya que fue un malentendido, pero si quieres...
-No, déjalo así...

Se produjo un silencio en el cual Hanamichi sentía como el otro tenía los ojos fijos en él, pero no podía levantar su roja cabeza del suelo par enfrentarlo. Inexplicablemente dolía saberlo tan enamorado de Haruko.

-La verdad es que es una lástima que estando tan enamorados las cosas se den así...-dijo Hanamichi.
Se estaba replanteando lo que estaba haciendo. Después de todo no podía ser tan malo que Rukawa consiguiese estar con Haruko si tanto la quería. Si su problema era el desahogo sexual, seguramente la niña pronto lo complacería y se olvidaría de buscarlo a él; además Haruko así sería muy feliz; si con una escena de celos se veía tan esperanzada, no creía que tuviera problemas en entregarse a él. Si ya tenía su alma, también podía poseer su cuerpo.
Iba a decirle que lo intentara con Haruko, que hiciera el esfuerzo, que era una pérdida de tiempo lo que hacía con él y que debía de poner todo su esfuerzo en lograr algo con la chica, cuando sintió cómo el zorro lo agarraba de la nuca con una mano mientras buscaba sus labios, los encontró y lo besó. Su boca sabía a alcohol, pero el beso era tan exquisito como todos lo que le había dado hasta ahora. Duró poco, y acto seguido, se volvió a reposar contra el muro de cemento.

-Se dan así por que de otro modo no puede ser. Me alegra que no quieras lastimarla...es muy propio de ti. Estoy de acuerdo en que sigas saliendo con ella, pero olvídate para siempre de tocarla, y más aún de besarla. Mientras estés conmigo dándome tu calor sólo a mi, no me molesta que sigas con un noviazgo en el cual nadie siente nada. Ahora te pido que me lleves al hotel y me resarzas en la cama por lo ocurrido... ¿Quieres?-dijo el zorro, imprimando una fuerte dosis de lujuria en su voz y ojos.
-Creo que realmente soy un torpe-se lamentó el pelirrojo muy por lo bajo, más para sí que para Rukawa. Estaba un poco enojado consigo mismo por haber puesto esperanzas en que Rukawa podía llegar a hacer feliz a  Haruko. Ya sabía cómo era desde el principio, pero vanamente se aferró a que algo podía cambiar en ese chico. Era más frío de lo que pensaba. En un momento moría de angustia, pero cuando veía todo solucionado enseguida buscaba el placer inmediato y momentáneo. No se decidía por pensar en si la estrellita del Shohoku era un auténtico idiota que no se daba cuanta de que estaba perdiendo la posibilidad de estar con la persona que amaba por simples calenturas, o si era tan frío, cruel y egoísta que lo hacía por gusto, imponiendo el deseo sobre el amor. Sea cual fuera el motivo, Hanamichi pensaría sólo en Haruko, y al diablo con ese zorro taimado. Saldría perdiendo, pero cuando se diese cuenta ya sería tarde para recuperar el amor de la chica, y bien merecido se lo tendría.

-No sé qué farfullas, pero me estoy muriendo por regresar a nuestra habitación y meternos en la cama, aunque si quieres podemos hacer algo rapidito aquí, como entrada...-le sugirió al oído, mientras empezaba  a lamer el lóbulo de su oreja.

Hana ya se había puesto rojo por lo inesperado de aquellas palabras. No podía negar que se le apetecía horrores lo que Rukawa le proponía, y más luego de sentir ese aliento contra su piel y esa lengua tibia que le provocó una oleada de escalofríos  a lo largo de su cuello y cuero cabelludo. Cuando sentía cómo el pelinegro empezaba  a morder con suavidad la piel de su cuello mientras buscaba de acercarse más, Hana empezó a  excitarse sin proponérselo.
Rukawa ya lo estaba abrazando e iba a por su boca cuando el pelirrojo escucha voces y pasos cercanos. Se asusta tanto que se deshace del abrazo del otro y le tapa la boca con su palma para que no emitiese sonido. Era una pareja que pasaba por la vereda de enfrente, pero no se percataron de los cuerpos sentados tras los árboles y siguieron su camino.
-Esto es otra de las cosas de las que quería hablar-le dijo mientras retiraba la mano que lo mantenía mudo-no quiero este tipo de escenas públicas. Para todo el mundo entre tú y yo no pasa nada de nada. No quiero que el equipo se entere, y menos  aún Haruko, que terminaría odiándome. Así que por favor compórtate. Y no sólo en la escuela, mantente alejado en cualquier lugar donde no estemos solos. No me gusta que me miren como si fuera un bicho raro...  Y otra de las cosas es que no quiero que me hables de tus sentimientos...ya sé lo que sientes y no es necesario que digas más. Me haces sentir incómodo...mucho -le pidió casi suplicante.
-No pensé que te molestara el qué dirán, pero si eso es lo que quieres por mí bien. Si quieres hasta podemos seguir peleando como antes-le dijo con una clara sonrisa que desarmó a Hanamichi.
-Qué bueno que lo entiendas...
-Lo entiendo, y mientras no me desatiendas en privado, por mí bien-le dijo con otra sonrisa lujuriosa-¿Volvemos?
-Vamos.

Dicho esto se incorporó y ayudó a Rukawa a levantarse, y volviéndolo a cargar a medias caminaron las pocas cuadras que los separaban del hotel.


Del Odio al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora