El resto del día se había decidido que se pasase en una cancha callejera cercana a la playa. La idea original era entrenar y a la vez distenderse bajo el sol. Anzai no deseaba cansarlos en demasía para el día siguiente, a esos chicos tampoco les vendría mal un poco de diversión sana y en equipo, a ver si de ese modo limaban las asperezas que existían entre algunos integrantes. En realidad, lo que deseaba era que por fin Sakuragi y Rukawa dejaran de lado tantas rivalidades y formaran una verdadera dupla; Anzai ponía todas las esperanzas en ese par de chicos, que a su parecer, eran poseedores de un talento enorme, en especial Sakuragi. Aún le costaba creer que llevara escasos meses jugando. Se lamentaba pensando que si hubiera jugado desde pequeño nadie lo pararía, sería invencible. Una vez "amigados" podrían demostrar su verdadero poder, como lo hicieron minutos antes de finalizar el tan glorioso partido contra el Sannou. De sólo recordarlo le dolía el pecho de la emoción...eso tenía que volver a verlo, y haría todo lo que estuviera a su alcance para lograrlo. Durante el último partido contra el Ryonan se dio cuenta de que las cosas no habían cambiado entre esos dos, pero también le fue notorio que el chico de cabellos negros tenía menos reticencia a tratar con el pelirrojo, y hasta se preocupaba por la lesión de su compañero de equipo. Tal vez a todos les pareciese que Rukawa pidió que sacasen a Sakuragi por que estorbaba-según sus mal escogidas palabras-pero Anzai sabía bien que Rukawa estaba preocupado por la lesión del otro, que provocaba que sus jugadas no fueran tan efectivas. Por supuesto que él ya había notado el malestar no declarado de Hanamichi-era viejo y experto en el tema- pero decidió tomar la propuesta de Rukawa que le ganó de mano, sin saber que con eso el pelinegro se ganaba el rencor del número diez. Ahora necesitaba reparar ese daño, y que mejor que ese viaje para hacer que esos chicos se tratasen.
Una sonrisa asomaba a sus labios, apenas perceptible, cuando pensaba en sus trucos para conseguir sus objetivos. Eso de sortear las habitaciones había sido magistral de su parte. Todavía tenía grabada en la retina la expresión de Sakuragi cuando le anunció que compartiría cuarto con Rukawa: la mandíbula caída, las manos tironeando de esos cortísimos cabellos rojos, los ojos abiertos de par en par... Definitivamente era lo que esperaba. Rukawa también reaccionó como esperaba: de ninguna manera en particular. Engañarlos fue bastante sencillo, solo les mando a escribir sus nombres en papeles idénticos, y siendo él mismo el sorteador, leyó lo que quiso cada vez que sacaba un papel. Por suerte Ayaco ya se había encaminado hacia su habitación con Haruko, por que si no sí hubiera estado en problemas. Ese día los astros estaban de su lado.
Estaba conforme en como estaban saliendo las cosas, todo a su alrededor era alegría. Las riñas se habían dejado de lado por ese momento, y todos practicaban alegremente y de a ratos paraban para tomar alguna comida o bebida. Sakuragi estaba muy pendiente de su novia: conversaban, reían, comían juntos; no se separaban a sol ni a sombra. Lo que no le pasó desapercibido a Anzai era las miradas que de a ratos le dedicaba Hanamichi a Rukawa, y las que en contraparte éste le dedicaba a Haruko. ¿Y la chica? No estaba seguro, pero pareciera que sólo miraba a su novio. Era de conocimiento general el motivo de las disputas desde un comienzo entre ellos; el motivo principal era Haruko Akagi, pero se sabía que ese motivo sólo le pertenecía a Hanamichi, ya que Rukawa no demostraba interés en la chica, o por lo menos antes no lo hacía. Este pensamiento lo alarmó, porque si ahora Rukawa había cambiado de parecer sería una tarea colosal hacer que se llevasen bien. Las miradas que intercambiaban entre ellos tres eran tan obvias que eran la comidilla del equipo a sus espaldas, y hasta a veces de frente. Eran demasiado chicos aún, no se podían evitar los comentarios maliciosos, y eso no era beneficioso para sus planes.
El sol empezaba a decaer, y los muchachos ya se veían algo cansados de tanta práctica y charla. El que más agotado se veía era Rukawa, que había practicado sin cesar sus tiros, parando sólo una vez para comer algo y de vez en cuando para reponer el líquido perdido. No era de extrañarse que no disfrutara de la compañía, el chico era muy cerrado y no entablaba charla con los demás. Tal vez, antes de que por fin el sol bajase demasiado, era hora de hacer un pequeño partido para dar por finalizada la jornada.
Se habían dispuesto los equipos, y Ayaco haría de árbitro. Haruko se retiró al hotel por que tenía pendientes para el día siguiente aún por resolver. Hana renuente la dejó ir.
A tan sólo cinco minutos del primer tiempo Rukawa se acercó al entrenador.
-Me gustaría retirarme. Para mi fue suficiente por hoy
-Mmmmm....-dudaba Anzai- bien, ve a descansar para la cena. Lo has hecho bien hoy- no le gustaba nada que los únicos ausentes fueran Haruko y Rukawa, pero no podía retenerlo. Era cierto que Rukawa había practicado más que el resto, pero conociéndolo, jamás se hubiera retirado de un partido por tal causa. Debía de hacer algo, y rápido; no podía dejarlos solos por mucho tiempo.
El partido había continuado para fastidio de muchos; estaban agotados después de tanto ejercicio al aire libre, por lo que decidió tomar partido de la situación y dejar el encuentro ahí nomás, faltando escasos minutos para la finalización del primer tiempo.
-Bueno, creo que por hoy es suficiente-dijo levantando apenas la voz, aprovechando la interrupción del juego debido a una falta de Hanamichi que se veía muy desconcentrado-mejor volvamos para el hotel a descansar, que necesitamos energías para mañana.
-¡Siiii!-fue la exclamación conjunta.
-Hay que dejar este lugar ordenado antes de irnos-dijo Ayaco, mirando con reproche a todos los que ya estaban enfilando en dirección al hotel
Nadie se dio por aludido, así que al azar escogió a tres miembros.
-¡Yasuda, Mitsui y Yiosaki!-gritó- ustedes me ayudan ahora mismo.
-Arggghhhhh....no ¿por qué nosotros?-se quejaba Mitsui, mientras desganado se volvía a la cancha. Lo que decía Ayaco era palabra santa si no quería recibir abanicazos de parte de la malvada manager.
Y así el resto del equipo volvía con paso lento a su sitio de descanso tan ganado. Hanamichi encabezaba la marcha por mucha distancia, para alivio de Anzai que lo observaba divertido; al parecer no era al único al que le preocupaba que eso dos estuvieran separados del grupo. Bien, mientras más pronto llegara, menos posibilidades de que sucediese algo.
En unos pocos minutos la figura del pelirrojo se perdió en el camino, por lo visto había apurado más el paso. Estaban a sólo tres kilómetros del hotel y por eso no habían querido ir en ningún móvil; las caminatas eran sanas, y más para él luego de su incidente cardíaco meses atrás.
Ya casi llegaban cuando a todos los sorprendió ver a Hanamichi salir casi corriendo del hall del hotel, con una cara que decía demasiado. Preocupación, tristeza, rabia, resentimiento, y ¿aceptación? Esto último sí que tomó por sorpresa a Anzai que no podía quitar la vista del rostro del afligido pelirrojo. Algo había salido mal.
-Ey, ¿donde vas Hanamichi?-le preguntó Ryota al ver que tenía intenciones de pasarlos de largo.
El pelirrojo no respondió, solo los pasó de largo, ignorándolos.
Anzai se volteó a verlo, y casi al instante Hana se giró, y brindándole una forzosa sonrisa le dijo que había olvidado algo en la playa y que más tarde volvería.
Cuando entraron al hotel Anzai vislumbró parte del malestar del chico de pelo rojo: allí junto a una ventana estaban hablando demasiado cerca Haruko y Rukawa. Las cosas habían salido mal, debería de haber dejado que el partido terminase y darle tiempo a esos dos para que cuando llegara Hanamichi no los viese juntos. Ya era la segunda vez que empeoraba las cosas... Y ahora confirmaba sus sospechas: la chica y Rukawa se traían algo. No habían notado la llegada del resto-y eso le dio la pausa de que quizás tampoco habían visto u oído a Hanamichi-y en ese momento Rukawa la tomaba del mentón mientras por lo visto le preguntaba algo. Ella estaba con la vista baja, y el rubor era excesivo. Rukawa sonreía dulcemente, y eso fue lo que convenció al entrenador de que allí había mucho de por medio. Jamás había visto a ese chico demostrar algo más que sorpresa o fastidio en su cara. Estaba anonadado. Y no sólo él...la mayor parte del equipo miraban la escena petrificados.
-Cof...cof....-tosió Anzai en un intento de que reparen en su presencia. A esa hora y más en esa época del año había pocos turistas en el hotel, y el silencio era bastante incómodo.
Enseguida la castaña se separó de un pequeño salto de la cercanía de su acompañante, y si antes su cara estaba teñida de rojo, ahora presentaba un morado bastante elocuente.
-Ahhhh...hola entrenador...yo...ehhh...volvieron más temprano...-decía Haruko casi tartamudeando y acercándose al resto de sus compañeros.
-Todos estaban muy cansados y preferimos volver.
-Ahhh...qué bueno. ¿Y Hana?-preguntó ansiosa la chica buscando con la mirada al que decía que era su novio, pero sin encontrarlo.
-Más tarde nos alcanza-respondió tranquilo.
-Ahhhhh...ehhh...creo que me prepararé para la cena. Con permiso-dijo mientras se daba la vuelta para retirarse a los dormitorios.
Rukawa seguía parado en el mismo lugar, con la vista fija en el ventanal, ajeno a la situación. Anzai no podía creer como se le había instalado nuevamente esa careta de frialdad que tanto lo caracterizaba. Era muy complicado tratar con niños, y más de ese tipo, de los que uno nunca sabe en que piensan. Hanamichi era más accesible, y su tan caprichoso carácter lo volvía bastante manejable si uno era lo suficientemente bueno para entenderlo. Rukawa era más solapado en sus caprichos, pero para nada manejable.
Estaba agradecido de que Ayaco hubiese escogido a Mitsui para que la ayudase, por que si no el muchacho no se hubiera aguantado las ganas de soltar algún comentario hiriente para fastidiar al pelirrojo en cuanto tuviera oportunidad. Sentía un especial cariño por el tirador de triples, pero debía de admitir que cuando quería se volvía insoportable.
-Bueno, dense un baño y en una hora nos reunimos para tomar la cena en el salón comedor-anunció al resto que allí quedaba.
Y todos en silencio acataron la petición. Nadie quería comentar nada.
Ryota se moría por saber que estaba pasando allí. Primero Sendoh, y ahora por fin la idea que todos tenían de que pasaba algo entre la nueva manager y el numero once, tomaba contornos firmes. No se podía hablar de sólo miradas inofensivas. Capaz que ése era el motivo por el que su amigo había salido tan apresurado del hotel cuando ellos estaban llegando. Pobre Hana, debería de contenerlo en caso de que perdiese a su chica en manos de Rukawa. Sería un fuerte golpe a su moral.
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La cena ya estaba finalizando, y Hanamichi aún no regresaba. Anzai no podía evitar preocuparse. No lo afectaba el hecho de que ya era tarde y el muchacho estuviese en un lugar desconocido, pero sí el que aún no se haya repuesto de lo que seguramente vio. Dudaba de ir a buscarlo personalmente o de mandar a algún cadete del hotel. Haruko no había bajado a cenar, objetando que estaba agotadísima y necesitaba dormir solamente.
-Oiga, entrenador... ¿no piensa que ya es hora de que Hanamichi vuelva o de ir a buscarlo?-preguntó una curiosa Ayaco que se había quedado intrigada por la ausencia del ruidoso pelirrojo en la mesa y por las respuestas evasivas del entrenador a sus preguntas. Camino de regreso se había topado con Hanamichi que avanzaba a paso rápido por las calles, y que los pasó sin mirarlos siquiera.
-Ya debe de estar por volver...si en un rato no aparece lo mandaré a buscar por algún empleado.
-Ahhh...me pregunto que estará haciendo...-decía distraídamente mientras miraba su plato casi vacío-se veía algo raro cuando nos lo cruzamos camino de vuelta. Y yo que pensaba que había vuelto tan a prisa para estar con Haruko... Quién diría que tan pronto volvería a salir.
Tenía toda la intención de que le diesen información. Se caracterizaba por ser discreta, pero no le gustaba para nada que la dejaran fuera de lo que sucedía. Allí había algo raro: Haruko no estaba, Hanamichi aún no había vuelto, el profesor Anzai la estaba evadiendo...
-jajaja, no te preocupes tanto Ayaco, dijo que había olvidado algo, por eso volvió a salir. De seguro que en un rato más vuelve. Sabes que le gusta ser el centro de atención a ese cabeza hueca-le decía Ryota para sacarla de su fingida preocupación.
-Si...pero creo que ya es tarde. ¿Por qué no va Rukawa a buscarlo?-soltó la chica. Y dio en el clavo, porque todos cambiaron la expresión. Era eso, había pasado algo con Rukawa...
-¿Por qué yo?-preguntó el aludido, que hasta ese momento no había abierto la boca más que para masticar.
-Por que yo soy una chica que no puede andar sola por la calle a estas horas, el profesor esta mayor para tanto ejercicio y el resto de los integrantes son demasiados jóvenes.
-¿¡Queeeé!? Pero si acá la mayoría somos mayores que este novato-bufó enojadísimo Mitsui.
-Jajaja, si, pero no tienen un porte tan intimidante como Rukawa. De noche es mejor imponer un poco más de miedo, y con esas caras de pocos amigos nadie se le acercará para molestarlo...-dijo pícaramente-no te ofendas Rukawa, pero es lo más conveniente.
-Bahhhh...de todos modos no hubiera ido a buscar a ese tonto-se defendió Mitsui.
-¿Irás?-le preguntó a Rukawa con su mejor cara de inocencia-Hazlo por lo menos para que yo no esté preocupada ¿si?
-Sólo para que dejes de molestarme-dijo con fastidio.
-Yo sabía que por dentro eres un tierno.
Y tras escuchar esto puso su peor cara de asco, pero se levantó y se dirigió a la salida.
-Todo por culpa de ese idiota – murmuró.
Fue lo último que se le escuchó decir antes de que se lo tragase la noche
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Hacía casi dos horas que estaba sentado en la misma posición sobre esa roca. No se le había caído ni una lágrima, pero por dentro estaba echo un mar, un mar mucho más furioso que el que ahora estaba a sus pies. La marea había subido, y de a ratos las olas besaban su improvisada silla, salpicándolo de agua fría, que para nada enfriaba sus emociones. Se sentía derrotado, perdido. Se avergonzaba de sus pensamientos de esa tarde cuando creía que Haruko era suya porque estaba sólo con él e ignorando la presencia de ese zorro. ¡Y tanto que se había vanagloriado internamente por esa causa! Lo que había presenciado esa tarde le había caído como un baldazo de agua helada. Apenas vio que Rukawa dejó el entrenamiento a la mitad, una alarma se le prendió en la cabeza, pero en ningún momento esperó ver lo que le siguió a continuación. Apenas había puesto un pie en el lobby del hotel cuando pudo distinguir dos personas que hablaban muy de cerca junto a una ventana. Mayor fue su sorpresa al ver que era Haruko y Rukawa. Ya iba a soltarle injurias al muy maldito por atreverse a acercársele a su chica, pero quedó congelado cuando escuchó a Rukawa decirle que la quería, y ver que acto seguido la apretó contra sí en un pequeño abrazo y le plantó un beso. Y Haruko no se alejó, al contario, le corespondía.
Algo se rompió dentro del cuerpo del pelirrojo. Esa imagen era tan dolorosa que sentía que toda la sangre se le caía a los pies y que el aire lo abandonaba. Como pudo dio la vuelta y se marchó.
Toparse con el resto del equipo fue inesperado, y soltó la primera estupidez que se le vino en mente; ahora ya ni recordaba la excusa dada.
No sabía cómo, pero sus piernas lo llevaron a una zona cercana a la cancha donde salían de la arena numerosas rocas esparcidas por doquier, y allí eligió la más apartada de la vista, y se instaló a pensar en todo lo pasado. A cada rato que pasaba se creía más idiota por no poder lograr apartar las garras de ese zorro de su chica. En parte sabía que algo así podía suceder...su orgullo estaba herido y no podía borrar de sus oídos el sonido de la voz sin matices de Rukawa diciendo tales palabras, y menos aún la imagen de él besándola. Esos labios que él mismo había besado...bueno, ambos labios había probado Hanamichi, pero esa idea vagamente se le cruzó por la cabeza y fue desechada de inmediato.
Divagaba en su orgullo pisoteado cuando una voz desde detrás rompió el silencio que hace poco sólo era ocupado por el romper de las olas y el murmullo del viento.
Era Rukawa.
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Del Odio al Amor
FanficContinuación propia de Slam Dunk, fantástico manga de Takehiko Inoue. Intentando mantener la historia y las personalidades extravagantes de los dos novatos adolescentes del equipo de básquet del Shohoku que, rivales desde un inicio, se darán cuenta...