Capítulo 39: El amor en tiempos de lluvia

47 4 12
                                    

"El amor puede ser pasajero, especialmente en los días lluviosos; aunque para muchos es considerada como símbolo de tristeza, para quienes aman la belleza de la Madre Naturaleza es sinónimo de calma y nostalgia".

20 minutos más tarde...

Después de un reencuentro, pronto comenzó a llover en Gensokyo debido por una temprana llegada de las temporadas de lluvia; Yuyuko y Yukari regresaron al Okiya, aunque curiosamente ésta última es quien termina un poco mojada a pesar de tener un paraguas para después ofrecerle a su amiga.

-Y pensar que esta lluvia apenas recién empezó a caer hace como cinco minutos- expresó Yuyuko, quien miraba cómo las gotas se iban esparciendo en todos los rincones.
-Eso sí fue algo inesperado...- respondió Yukari, todavía casi empapada.
-Creo que tienes que cuidarte también, Yukari.
-¿Ah? ¿Por qué, Yuyuko?- preguntó la mencionada.
-Bueno, hay una frase en la cual mi madre siempre me decía cuando era pequeña y a veces me iba a recoger la ropa junto con ella o simplemente jugar afuera: "Al menos que quieras tener un fuerte resfriado y pasar todo el día en la cama, es mejor que te cuides de no mojarte".
-De hecho, no siempre serías la única que se preocupa por mí- agregó Yukari.
-¿Y te refieres a...?
-Ran a veces me dice en los días lluviosos que debo tener cuidado, pero lo hace porque ella y Chen son como mi familia.

Al oír esa frase, un sentimiento de deja vu abrumó a Yuyuko al recordar la palabra "familia", un pequeño recordatorio de su triste pasado al recordar a su pequeña hija, la cual jamás tuvo la oportunidad de conocer aquel mundo; sin embargo, Yukari se quedó callada cuando vio la expresión triste de su amiga escrita en su rostro y continuaron caminando de regreso a casa.

De pronto, el cielo comenzó a tornarse más oscuro hasta escucharse truenos muy potentes, de los cuales Yuyuko siempre tenía un miedo de los relámpagos y truenos desde pequeña. Así que tomó del brazo a Yukari e inclinó su cabeza, como si de una niña pequeña tratando de aferrarse a su madre de alguna situación de peligro se tratara; ésta última, un poco sonrojada, le tomó de la mano y no dejaría de soltarla hasta llegar a casa.

-Yukari...- replicó Yuyuko.
-¿Mmm? ¿Sí, Yuyuko?
-Desde que nos separamos después de la invasión de la cara oculta de la Luna, durante todo este tiempo, he querido confesarte algo pero...jamás tuve el valor suficiente para decírtelo hasta ahora.
-¿Qué quieres decir?-preguntó Yukari, preocupada por su compañera -. ¿Acaso querías decirme algo?
-Durante más de mil años, cuando solía ser inocente antes de desaparecer - comenzó a decir la joven-, me acompañaste como si fuéramos más que amigas y a veces me pregunto en las noches mientras miro la luna: "¿Será acaso que Yukari esté pensando en mí, por lo menos, un poquito?".

Su mirada dulce e inocente se fijó en los ojos de Yukari, acompañada de una pequeña sonrisa; la rubia de pupilas violetas comenzó a sonrojar, a lo que le respondió:

-Yuyuko...También he pensado en ti, aunque a veces este sentimiento que está dentro de mi corazón me es pesado cuando siento tristeza o nostalgia.
-El amor es un sentimiento humano que pesa igual como una piedra o un corazón de acero- agregó Yuyuko.

Horas más tarde, al cesar la lluvia, se mostró un hermoso espectáculo: millones de luciérnagas pálidas como la luna, con luces cálidas como un fénix que renace entre sus cenizas y brillantes como las estrellas, empezaron a aparecer dando un paisaje majestuoso, incluso Yuyuko y Yukari disfrutaron la vista luego de regresar a casa.

Horas más tarde, al cesar la lluvia, se mostró un hermoso espectáculo: millones de luciérnagas pálidas como la luna, con luces cálidas como un fénix que renace entre sus cenizas y brillantes como las estrellas, empezaron a aparecer dando un paisaj...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se escucharon pasos dentro del Okiya, los cuales eran de Youmu al acercarse al porche.
—Señorita Yuyuko, me tenía preocupada— dijo la peliblanca llevando ropa nueva para su ama— y pensé en que no la vei...— luego vio a las chicas un poco mojadas—. Ah, ¿De qué me perdí si usted está mojada? 💧
—Bueno, digamos que Yukari me acompañó un poquito (además de estar completamente empapada) ^_^
—¡No puede ser!— exclamó Youmu—. Creo que tendré que traer a ambas más ropa limpia.
—Estaremos bien, Youmu— comentó Yukari, sonriendo hasta reír inocentemente.

Yuyuko y Youmu acompañaron a la mujer en sus risas a pesar de que la segunda chica reía nerviosamente, no sin antes de comprender que Yukari es la mejor amiga de su señora.

"A pesar de tener momentos amargos, la felicidad siempre estará en la medida de las cosas; no habrá nada mejor que un momento agradable con las personas que amas hasta el final".



































Han pasado más de mil años...






Pero no los suficientes como para quedarme atrapada para siempre....


En el sótano del Okiya Yakumo.

A diez metros sobre la profundidad de la tierra, había un sótano hecho de rocas, a excepción de una ventana con rejas y dentro del lugar estaba una joven de cabello plateado pálido hasta la altura del piso, tez blanca como la porcelana y vistiendo un kimono del mismo tono de su piel y sus ojos estaban vendados mientras sus manos y pies poseían cadenas demasiado pesadas como para levantarlas con facilidad.

La luz de la luna llena reflejaba en un espejo encadenado con espinas, tratando de ocultar algo relativamente prohibido para Gensokyo si uno es inocente para conocer todo tipo de maldad.

Aunque había poca luz, el lugar era frío y oscuro, pero la chica no podía ver nada ni mucho menos gritar por ayuda; ya que ella estaba muy sola, sin nadie con quién hacer un poco de compañía salvo algunos pequeños youkais inofensivos y un conejo de pelaje blanco con cían.

De repente, en medio del cuarto oscuro, una cálida luz alumbró la celda de la muchacha; se trataba de Yukino, quien, al reconocerla, tenía el corazón encogido por la culpa, el dolor y la tristeza, pero a la vez mostraba una sonrisa con lágrimas en sus pupilas doradas, casi cubiertas por una capa roja y con la antorcha en su mano derecha.

—¿Mamá? — dijo Yukino al hablarle por primera vez, lo cual la dama reaccionó ante las manos de la joven, mostrando un par de hermosos ojos azules, aquella mujer era nada más ni nada menos que Konohana Sakuyahime, la diosa del monte Fuji que fue acusada injustamente de alta traición durante la guerra genso-lunariense.
















































Mamá, estoy en casa...

Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora