Horas más tarde, Miranda comenzaba a abrir los ojos con pesadez, empezando a ver borroso todo el paisaje nocturno, el cual no hubo movimiento alguno de las hojas de los árboles, el gallo anunció con su canto la madrugada antes del primer alba y los lobos aullaban en medio de la muda niebla nocturna; a medida que se despertaba, no podía sentir nada, ni siquiera frío o estar más adolorida de lo que ya estaba, haciéndola sentir por dentro un terror mudo cuando finalmente observó con claridad las ramas de los árboles en medio de la noche, cuyo resplandor del anochecer todavía florecía por una extraña brillantez en la luz de la luna llena.
Por alguna razón, la niña no se movía ni articulaba palabra alguna ya que parecía estar como si estuviera congelada hasta los huesos; su frente sudaba frío y movió con mucho cuidado su cabeza, sólo para visualizar un extraño fuego morado brillando en la oscuridad en cuestión de minutos. Su brazo izquierdo aún le dolía y quería llorar en voz alta, anhelar encontrar a Aliza y a Deliah para volver a casa y pensar que todo ese infierno oscuro era un mal sueño y volver a ver la luz del amanecer en su cama; quería gritar por ayuda, pero nadie había venido.
De repente, escuchó pasos acercándose hacia ella y, aún con la única luz de esperanza en su corazón, la niña pensaba que su mejor amiga había regresado, dándole un sentimiento de sorpresa escrito en sus ojos azules.
—¿Aliza?...— musitó con voz quebrada la peliplateada al no dejar de contemplar a aquella luz acechándola en silencio —¿Eres tú? Regresemos a casa...
Sólo un silencio ensordecedor fue su única afirmación: no había venido nadie; sin embargo, una voz femenina dijo con un tono sombrío:
—Te estuve esperando durante todo este tiempo, desde que viste por primera vez la luz de la vida...
—¿Q-quién está ahí?— preguntó la niña al escuchar esa afirmación al levantarse solamente de rodillas, haciendo que sus pupilas de zafiro se llenaran de lágrimas mientras temblaba de miedo, juntaba sus manos suplicando piedad y su respiración se agitaba de la desesperación y el pánico; su corazón latía con rapidez hasta el punto de escucharse en los oídos, casi a punto de explotar de su pecho por el miedo que experimentaba.El ambiente se volvía cada vez más tenso, cuya penumbra aún era pesada como las cadenas oxidadas con el tiempo, cuyo silencio era mucho más muerto que la orquesta de lobos aullando al astro plateado y cuya luz hacía presencia en su enigmático esplendor; Miranda miraba hacia los lados para buscar algo, entre el cielo sin estrellas y hacia atrás, mas no había nadie.
Ante esto, la chica pensaba que se trataba de un mal sueño o de una alucinación y suspiró de alivio para después tragar saliva, pues no había probado ninguna boca de agua y sentía la garganta adolorida, seca y con el sabor metálico de la sangre parecido al cobre o al acero. Por alguna razón, sentía tanta sed, tanto sueño y tanto miedo que era una experiencia la cual, obvia y sinceramente, ni Dante podría describirlo con palabras y en la que ella vivía el miedo en carne propia por primera vez en su joven vida.
Para postre, Miranda había cantado victoria demasiado tarde al mirar adelante y contemplar con una respiración ahogada por estar en estado de shock a una mujer de una belleza inhumana, cabellera rubia con arcos rojos, iris de amatista y vistiendo de negro con un vestido de seda con detalles morados de la época gótica; sus labios carmesí eran ocultos con un abanico de terciopelo y su mirada causaba terror hacia quienes eran enemigos de nada más ni nada menos que, para muchos, la mujer de la última vez vista en el parque y a quien se despidió con una amable sonrisa.
¿Qué está haciendo ella ahí? ¿Por qué apareció de la nada? ¿Acaso era realmente una humana? ¿Una bruja? ¿Un demonio disfrazado de una mujer angelical cuya mirada puede penetrarse hasta en lo más profundo del subconsciente humano? ¿Un fantasma? ¿O hasta el mismo diablo encarnado en una dama?
La respuesta se encerraba en dichas preguntas sin afirmación alguna de la pequeña con las siguientes palabras: no era una humana normal; el simple hecho de pensar en estar a salvo desapareció con sólo fijar sus zafiros a los ojos morados de serpiente de Yukari, quien no dejaba de burlarse silenciosamente con su vista encantadora.
—Así que... Tú eres la única heredera pérdida, ¿no es así? — comenzó a decir Yukari—. Eres quién supuestamente estabas muerta, pero todo fue en vano.
—N-no sé a qué se refiere, ni mucho menos sé quién es usted— protestó Miranda al verla aún con miedo—. Sólo quiero irme a casa, debo buscar a Aliza....Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de la rubia, la cual se acercaba hacia la niña mientras soltaba una risilla como si disfrutara del temor de una pequeña joven como Miranda, quien se alejaba de la cama de hojarasca hacia atrás, sólo para chocar con suavidad con una chica de cabellera negra y ojos morados, vistiendo de un traje similar al de un uniforme japonés salvo que su color era parecido al de su cabello y sus iris expresaban frialdad.
—¿Acaso no lo sabes, cariño?—continuó la mujer—. Tú eres la única capaz de tener lo que necesitamos de ti: un poder prohibido que ha sido sellado permanentemente durante diez años, hasta que una encarnación de Konohana no Sakuyahime sea capaz de heredarlo en carne propia y en el corazón y la mente de quien la posee: la manipulación del tiempo.
Miranda, al escuchar eso, gritó con escepticismo y pánico:
—¡No! ¡Eso no puedo ser verdad, yo no soy nada más que una niña humana! ¡Yo no creo lo que dices, bruja sin corazón! ¡¡No permitiré que me vaya sin mi hermana!!— y ante lo cual, comenzaba a correr, sólo para ser tropezada por Yuzuki, quien se acercó peligrosamente y, con lágrimas de furia y rencor, sacó un cuchillo dispuesto a clavarle en el corazón.Yukari, quien desconocía las verdaderas intenciones de Yui, se dio cuenta de tener un mal presentimiento después de que su sonrisa fuera borrada y reemplazada por una expresión de sorpresa.
—Yui, ya te lo dije más de mil veces: dar muerte a otros no devolverá a la vida a tu familia—advirtió la mujer, esta vez poniendo con voz sombría después de recordar los cuerpos masacrados del clan al que pertenecía Yui.
—...debo hacerlo... —murmuró la nombrada.
—¿Qué?
Ante esta interrogante, el viento comenzaba a soplar con fuerza, como si comenzara una tormenta eléctrica en medio de la tempestad hasta que, blandiendo la navaja en su mano con fuerza, le gritó a la pelirrubia de ojos de amatista:
—¡¡Debo hacerlo y tú nunca me escuchas!!Ante la respuesta, comenzó a golpear a Miranda, quien no paraba de gritar de dolor, implorando piedad y lágrimas de miedo, inclusive hasta alaridos de ayuda hasta que Yuzuki le da patadas en la boca del estómago, causándole más heridas; la sangre y la saliva salían de la boca de la niña, la cual retorcía del dolor hasta poder levantarse con trabajo, arrastrándose por el suelo para escapar.
Justo cuando Yuzuki iba a matarla, una mano femenina le tomó de su muñeca soltando el cuchillo hasta lanzar un gorgoteo de sangre sin parar saliendo de sus labios. Esto da a entender que Yukari, sin ninguna arma más que su mano atravesando su pecho, tuvo que estar obligada a quitarle la vida a la chica, a quien la veía con lágrimas en los ojos mostrándose arrepentida de no poder hacer nada para detener a ella.
La imagen de una pequeña niña se mostraba en Yuzuki, cuando ella y Yukari se conocieron en una noche nevada de luna llena; la misma en que la pequeña había perdido a sus padres durante la guerra y la había tomado como si fuera una hija.
—Perdóname, cariño — sollozó Yukari al verla con una expresión triste.
La joven, al manchar sus manos de sangre inocente, comenzó a ver a su hermana adoptiva, quien en realidad había sido su madre todo este tiempo; ella supo que había cometido el pecado de asesinar, hasta morir en las manos de la mujer quien la había tomado esa misma noche.
Sus ojos morados se habían tornado de un color castaño y su cabello ahora era de un color negro al saber que su pacto con Yukari había sido quebrantado; con un dolor en el pecho, comenzó a lanzar un llanto ahogado por la sangre coagulándose hasta agarrar su pecho, el cual no paraba de sangrar.
Los recuerdos en que ella estaba viviendo feliz con Yukari, desaparecían y se dio cuenta de su traición de ahora; su destino ahora era morir en una noche de luna llena, con el agua saliendo de sus ojos hasta ver por última vez la imagen de Miranda, antes de verla desmayar.
Desde esa noche, Yuzuki jamás volvió a abrir sus ojos...
Continuará...
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Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)
FanfictionPrecuela de Biological Clock y segunda historia de TouhouMaria en que nos narrará la historia de Sakuya: su infancia, su vida como una humana en el mundo exterior y su camino hacia una nueva esperanza contada por la voz de una mujer que sufrió pero...