Capítulo 50: Inocencia perdida [2/3]

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12 de septiembre.
1:00 a.m.

Mientras todos estaban durmiendo en sus respectivos cuartos, en las afueras de la casa, cuya oscuridad era más densa y demasiado pesada que las cadenas del metal oxidado de una jaula mal construida, cuyo silencio solemne reinaba en medio de la noche en dónde sólo se encontraba la luna creciente entre las estrellas y las nubes para luego ser interrumpido por el canto de los grillos orquestando junto con el viento vestido de hielo y brisa de otoño, y cuán danza de los botones de las aterciopeladas amapolas adornaba el ambiente lleno de calma y belleza lúgubre de la oscuridad nocturna.

En cambio, la habitación de Aliza y Miranda era acondicionado por la frescura de la madrugada refrescando sus rostros de muñeca, sobre todo el de la pequeña niña de cabellos plateados quien se veía como un hermoso ángel durmiendo en un campo de rosas en medio invierno albertano cuando la luz plateada fue reflejando en su pelo, sólo con la diferencia de ser un bellísimo blanco azulado.

Aliza pensó que alguien prendió la luz, pero al contemplar a su familiar se sorprendió en silencio al ver que la luz no provenía de una vela, sino de la cabellera de su pequeña compañera de juegos, cogió con su mano un mechón y, al ponerlo en sus labios de fresa, le dio un tierno beso acompañado de una gota de lágrima, pensando que su vida fue tan triste, tan hermosa y a la vez tan inocente para tener cerca a un ángel disfrazado de una infanta.

Para postre, luego de contemplar la preciosidad de la joven, se acostó en su lecho para dormir, sólo para ser interrumpido su sueño al escuchar pasos apresurados subiendo las escaleras y alguien abrió la puerta.

Era su madre Merina, quien se encontraba mal debido por su molesta tos, la cual hizo despertar a Miranda.

—¿Mamá? ¿Estás bien?— preguntó Liz al ver a la mujer sentándose en su cama, tomando aire con dificultar.
—No sé que está pasando conmigo— respondió la dama, siendo su voz quebrantada por otra comezón en su garganta, sólo para salpicar tres pequeñas gotas de un líquido rojo.
—¿A-abuela? ¿Te sientes bien? —dijo Miranda aún adormilada, sin dejar de preocuparse por la señora.
—Miranda, cariño, estoy bien — declaró Merina con una sonrisa a pesar de estar sudando y continúa tosiendo —. Sólo... Sólo fue un resfriado, aunque lo dudo.
—Mamá, dime que está pasando — replicó la pelicastaña, un poco asustada a pesar de su intento de conservar su calma —. Por favor, puedes decírmelo mientras Miranda va por un vaso de agua para tu medicina.

La nombrada decidió obedecer hacia su hermana, bajando la escaleras desde su habitación hasta la sala de estar, abrió el cajón y sacó un fósforo para prender una vela debido por una densa neblina negra reinado por el lugar, se dirigió hacia la cocina hasta ver una taza de té vacía a la que pudo llenarla de agua y encontró un frasco de cristal de un tono caramelo, de la cual contenía el medicamento de su joven abuela y decide llevárselo.

De pronto, una voz femenina susurraba en un idioma desconocido que a la vez parecía ser familiar para Miranda, pero no le dio importancia y subió hacia su recámara, no sin antes de sentir una presencia maligna persiguiéndola, volteando para luego no ver nada.

"Sólo es un gato buscando ratones" pensó la niña sin tomarle importancia para poner a prueba su presentimiento de que alguien o algo puede lastimar a ella y a su familia.

Al ver el reloj de pared, vio la hora: 1:00 de la mañana, un poco tarde y algo extraño para una niña inocente de quedarse despierta a esa, pues, para algunos versados en el tema de lo sobrenatural se cree que puede ser la hora en la cual, supuestamente, nuestro cuerpo humano es inconsciente de lo relacionado con los temas paranormales.

10 minutos después...

—Sólo tienes que descansar para poder estar mejor, abuela — agregó Miranda con una dulce expresión de compasión y  preocupación, dándole de tomar su medicamento a la dama.
—Miranda, muchas gracias por ayudarme tú y Aliza— sonrió la dama, quien ya se veía algo cansada gracias a las pequeñas ojeras escritas en su rostro —. La verdad... Es porque jamás imaginé en tener a una niña tan buena como tú, pero...no pude estar pensando en mi esposo y me recuerdas mucho a él por tus hermosos ojos y...— sus palabras fueron interrumpidas por un dolor en el pecho—. ¡M-mi corazón!

Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora