Capítulo 57: Ecos del pasado [6/10].

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Castillo de Christchurch.

Mientras los rayos más cálidos del Sol resplandecen entre las nubes de las colinas de las afueras de San Bernardo, los botones de las amapolas y las hojas de los narcisos se movían suavemente con el viento como si de un vals se tratara a pesar de llegar al otoño.

Miranda y Sophie caminaron entre los campos hasta ver con claridad las ruinas de un antiguo castillo medieval en ruinas, cuya belleza arquitectónica lucía en su más antiguo esplendor la naturaleza del monte y el reinado del océano en la Bahía de Saint Bernard; los iris de Miranda brillaban ante la majestuosidad del monumento.

-Es hermoso-comentó la joven al asombrarse con el relieve-. ¿Dónde estamos?
-En el castillo de Christchurch, el cual solía venir aquí desde que Elizabeth aún estaba viva- contestó Sophie al juntas sus manos con suavidad para después ponerlas en su vestido rosa de algodón.
-Sophie, ¿qué fue lo que pasó?
-Ella murió después de sufrir pulmonía luego de intentar salvar a un niño durante una inundación que hubo aquí- respondió con tristeza la muchacha, viendo el horizonte e imaginándose ver la imagen de su hermana entre los cielos, sonriéndole desde el más allá -. Pero estaba segura de que ella era muy amable y cariñosa conmigo, y ahora que ya no está con nosotros...no he podido de pensar en cuánto extrañaba verla sonreír, abrazarla, decirle lo mucho que la amaba con todo el corazón y ver su sueño de viajar hasta nuevos mundos cumplirse.
-Lamento mucho lo de tu pérdida, Sophie-declaró la laguna al verla entristecida-. Ahora comprendo de que en realidad no estoy sola, ya que he perdido no sólo de quién pude haber sido cuando tenía cinco años y antes de llegar a este hermoso lugar al que todos lo llaman "mundo", ni tampoco de saber cuál será mi propósito en mi vida, sino también a una gran amiga a quien la llamaba una buena hermana y una familia. No sé si realmente he tenido un padre o una madre antes de llegar aquí.

-¿Qué quieres decir?-replicó Sophie al ver a la joven con los ojos bañados en la sombra de la tristeza.
-No sé si realmente podría ser yo misma o sólo puedo imaginarme una realidad alterna a mi persona-confesó Miranda-. Mas si estoy segura de que, al menos, podría ser alguien en un futuro lejano. Mi madre verdadera...jamás pude llegar a conocerla a causa de tener una sombra distinta a la noche de mi pasado, y aún así no pude parar de pensar en aquella dulce niña quien se sentía sola y la consolaba.
-Miranda...La única respuesta en donde puedes responderte a ti misma eres tú -dijo Sophie al tomar sus manos y animarla un poco, fijando sus iris celestes ante los zafiros de los ojos de la mencionada -. Hay muchas oportunidades en donde puedes tener el apoyo necesario para seguir adelante, porque eres una chica buena, con un pasado oculto detrás de esa inocencia aún consumiendo tu alma y eres la única que puedes comprenderme; yo, en cambio, no soy más que una marioneta y a la vez mi titiritera que juega a ser una mujercita amigable cuando en realidad está ocultando sus verdaderos sentimientos por miedo a no ser aceptada por esta sociedad abstracta, buscando sólo la "pureza" en una falsa "utopía" creada por personas con mayor poder y las máquinas en el Londres Victoriano, el cual ya no será el mismo lugar en donde he nacido a pesar de que mi familia es foránea en la sangre de mi sangre, y carne de mi carne.

Ante las palabras de consuelo saliendo de los labios de la joven de cabellos de azabache, Miranda dibujó una pequeña sonrisa escrita en sus labios al encontrar a una pequeña chica idéntica a su preciada amiga Aliza; era como si ella y Sophie fuesen la misma persona, aunque no parecían serlo.

Una sensación de melancolía inundó su corazón y agachó su cabeza hacia el lado derecho del hombro, pues era tal el dolor que había sufrido al perder a un ser querido sin piedad alguna.

-¿Qué te sucede?
-Sophie, si te dijera que tengo un secreto, el cual, por el miedo de sufrir las consecuencias en decirte la verdad, preferiría llevármelo a mi tumba, ¿me creías?-comenzó a decir la muchacha, sin fijar su mirada en la pelinegra.
-No digas eso, Miranda-suavizó con dulzura la mencionada, poniendo su mano en la mejilla de la joven de cabellos plateados -. Puedo creerte hasta en la más pequeña mancha de verdad escrita en una mentira blanca, porque hay personas que no necesitan mentir con sólo tener la razón dentro de su corazón, ya que la ignorancia es el opio de la soberbia y el individualismo humano, mientras la sinceridad es el antídoto de quienes sufren el silencio de los inocentes. Tengo fe en ti y puedes confiarme en mí, ¿verdad?

Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora