Capítulo 53: Ecos del pasado [2/10].

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Mientras la tormenta aún continuaba, en el arbolado se encontraba Miranda malherida, desmayada a causa de las heridas que había sufrido después de la caída; su brazo izquierdo quedó expuesto a la sangre coagulada gracias al impacto contra el suelo hasta causarle una fractura que casi estaba a punto de ser arrancado de raíz como si de una mala hierba se tratara; su vestido era manchado de rojo y rasgado en las zonas cercanas al pecho, las rodillas cubiertas de raspones, su ombligo explícitamente impuesto a sentir una sensación fría de cada gota de lluvia y en las mangas rasgadas.

Apenas podía respirar por una posible herida en la zona de sus pulmones, haciendo su respiración más ahogada y con el sabor metálico de la sangre desgarrando en su garganta siendo acompañado de silbido asmáticos, las cuerdas vocales casi a punto de romperse como si de un hilo de coser se tratase y su corazón latiendo rápidamente hasta casi salir del pecho por el miedo que antes había sentido.

Un silencio muerto acompañado de su pesada respiración era su única compañía una vez dejado de llover, llenándose todo a su alrededor de una ligera neblina en medio del monte ante la plateada luz de una luna llena, pues habían pasado horas desde que la joven Miranda apenas gritaba por ayuda, pero nadie había venido a salvarle.

Las lágrimas recorrían sus mejillas, llenándola de frustración y culpa al saber que no iba a poder cumplir su promesa; su cariño hacia Aliza aún se mantenía vivo, no sabía si podría estar en el campo, en las afueras de Maidstone East Springs, en un hospital, si estaba viva o muerta, si realmente había llegado sana y a salvo luego de correr a pedir ayuda para salvar a Deliah o simplemente podrían haberla inculpado de un crimen que una niña tan pequeña como ella jamás, ni en su vida ni mucho menos en lo más profundo de su corazón, habría de cometer: el de asesinar a una persona cercana a ellas.

Con su brazo derecho —del cual no estaba roto— cubrió su rostro bañado en lágrimas al imaginarse a Liz pidiéndole ayuda al ser arrastrada hacia el mismo infierno con unas manos esqueléticas sujetándola de su brazo, su cintura y sus hombros, de las cuales parecían no ser de ningún humano por los ojos rojos vistos en las muñecas de las mismas.

—¡Miranda, ayúdame!— gritó con las lágrimas de desesperación escritos en sus ojos, dándole la mano dentro de sus sueños.
—¡Aliza!— exclamó la nombrada al verla y le da su brazo —¡Toma mi mano!

La mencionada de cabello castaño reaccionó, pero justo cuando ya iba a alcanzarla una cadena de espinas le perforaban la piel de Miranda, quien daba un alarido del dolor al sentir su herida sangrando, sólo para después caer hacia abajo al abrirse una grieta.

Aliza la llamó por su nombre una última vez, sólo para ser arrastrada por las garras y, entonces, se cerró una puerta con largas espinas y cadenas, cuyas llaves quedaron a manos de la mano de una mujer de cabellera rubia y corta, con los ojos negros aún sin vida debajo de la corona de espinas, la cual comenzaba a desaparecer junto con el medio de escape en forma de polvo.

De vuelta a la realidad, Miranda murmuraba palabras siendo apenas entendibles antes de perder el conocimiento, ya que su estado de salud estaba de mal en peor; la fresca brisa nocturna anunciaba el fin del verano y el principio del otoño, las espigas de trigo en los pastizales cercanos a un lago se movían con el viento como si fuera una danza a la noche; los grillos y las cigarras cantaban a la luna, dando una especie de serenata mezclada de las hojas de los manzanos, laureles y álamos cayéndose una a una junto con las nuevas danzando un movimiento en forma de cortinas de un lado a otro.

Una lechuza dentro de un tronco del viejo sauce llorón se fijó en la niña con una mirada dulce y triste en sus ojos negros, así que se acercó desplegando sus alas blancas directo hacia ella; de repente, con el contacto del astro plateado y las tranquilas aguas generando olas hasta transformarse en largas enredaderas adornadas de blancos lirios, su cuerpo alado brillaba al empezar su metamorfosis; las plumas se transformaban en un brazo izquierdo, adornado con una pulsera de rubíes atada a una mariposa de porcelana y una manga tipo kimono; la cola comenzaba alargarse hasta el punto de convertirse en un majestuoso vestido blanco con estrellas plateadas que solamente brillaban de noche, hasta el punto de lanzar un brillo espectacular.

Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora