Capítulo 52: Ecos del Pasado [1/10]

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"No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe".

Miguel de Cervantes Saavedra.

Sin un camino donde pueda regresar a casa, Miranda se sentía perdida al saber que Aliza no estaba con ella; si a su hermana no le hubiera pasado nada malo ni tampoco saber si realmente estaba viva o muerta, ella podría haber estado con la pequeña; no obstante, al no poder encontrarla, un sentimiento de preocupación le invadió a su joven corazón, pues al encariñarse de Liz empezó a convertirse en un instinto maternal que todavía no podía experimentar en carne propia hasta ser un poco mayor.

Ni corta ni perezosa, Miranda comenzó a correr a toda velocidad por el bosque, con el miedo y la esperanza de reencontrarse con su amada hermana adoptiva escritos en su cara; el viento corría como si estuviera bajo el control de la muchacha, como si tuviera vida propia, algo que es real y biológicamente imposible.

—¡Aliza!¡Deliah!— gritó a todo pulmón Miranda, jadeando al detenerse en medio de un campo de lavandas; un cosechador trabajaba justo a lado de la niña, quien se acercó y el mismo hombre, siendo una persona amable, levantó su mirada debajo de su sombrero de paja pese a su rasgos de una persona perteneciente a un país oriental.

—Disculpe, jovencita— comenzó a decir el honesto caballero—. ¿Buscabas algo?
—Sí, señor— respondió Miranda al voltear su mirada—. Estoy buscando a mi hermana, su nombre es Aliza y no estoy segura de dónde podría estar.
—¿Aliza?— dijo el mayor, pensativo y continuó diciendo mientras la albina abría paso en las flores violetas—. Bueno, no conozco dicho nombre porque aquí tengo una hija llamada Elicia y no creo que pueda ayudarte a pesar de ser un hombre honesto, niña. La mayoría de la gente del campo que viajó a Londres para conseguir mejores oportunidades de trabajo sabe muy bien de tener a sus hijos en su casa, pero pocos saben que en los pueblos rurales casi hay casos de niños desaparecidos.
—¿Usted sabe dónde queda la estación de trenes que lleva directo a San Luxemburgo? Una familiar llamada Deliah es foránea de la ciudad y es porque mi madre me lo explicó antes de irnos — aclaró Miranda.

El caballero, con su mano derecha cubierta con un guante marrón de cuero, señaló en hacia un edificio y contestó:
—Allá está la rectoría de policías cerca de la estacón de correo. ¿Ve? Está cerca de la salida hacia
French Valley, supongo que ellos podrán ayudarte.

Muchas gracias, señor— agregó la niña, haciendo una reverencia para echarse a correr, pero el mismo de repente le dice al ver a la chica corriendo hacia el atajo.

—¡O-oye! ¡Se me olvidó decirte que está a treinta cuadras y tendrías que ir en compañía de un adulto si eres menor de edad!— gritó el amable señor, cuya aclaración fue en vano, ya que Miranda continuó su camino en una búsqueda desesperada por encontrar a Aliza y a Deliah con vida.

"No quiero perder a mi hermana, pensó Miranda en lo más profundo de su corazón encogido por la tristeza y el temor de no tener ayuda, Dios, por favor no me la quites".

Las espigas del trigo se volvían cada vez más doradas, junto con la fría brisa anunciando la llegada del otoño mientras la primera hoja de rubí había pisado en suelo, con las flores siendo amarillas y las aves empezaron a emigrar hacia otro lugar cálido; las nubes, cuya blancura se vistió de gris y negro, amenazaba con una tormenta aproximarse hacia las afueras de Maidstone East.

Minutos más tarde, cuando Miranda se adentró al bosque, el cielo alcanzó a oscurecerse, lanzando una gélida ventisca en medio de las copas de cada pino, en cada hojarasca pisada con la suela de las botas de la niña, quien puso sus manos en sus hombros como si se abrazara al sentir por primera vez en su joven vida frío lejos de casa; un silencio ensordecedor reinó en lo más profundo del bosque una vez que el viento se detuvo, haciendo el ambiente cada vez más tenso de lo que ya es.

Los animales se refugiaron en sus respectivos hogares al darse cuenta de la presencia de la ira de la tormenta llegando al mismo, casi sin saber de la existencia de Miranda.

"¿Por qué los animales se esconden?" se preguntó Miranda, cuya respuesta fue un fuerte trueno en el cielo; con mucha cautela, la peliplateada volteó hacia arriba, sólo para ver el aguacero arribarse, empezando con una pequeña gota en los charcos, una a una, hasta que finalmente empezaba llover.

En poco tiempo, su mente reaccionó y, sin pensarlo dos veces, Miranda comenzó a correr para refugiarse de la tormenta; los relámpagos parecían más un peligro para los animales que para los humanos, mas nuestra joven protagonista tomó un atajo hacia el lado oeste.

Sin embargo, Miranda cayó de rodillas, sintiendo un ardor horrible en su piel pero no impidió que se levantara rápido y continuara con su camino; pese al difícil trayecto, el terror se apoderó de ella, haciendo que ella corriera con más velocidad, dirigiéndose hacia rincones en donde las ramas por poco casi le destrozaban su vestido blanco, hiriéndole casi todo su cuerpo, hasta el punto de luchar por su vida.

Su corazón parecía salirse del pecho a causa del pánico que la apoderaba, sus pies comenzarían a doler y aún así no paraba de seguir corriendo; debido a la gravedad de sus heridas, Miranda casi estaba a punto de caerse, lo cual su instinto le impedía, diciéndole que no pararía hasta encontrar un lugar seguro y, a menos de que quiera morir a manos de la madre naturaleza, no debería voltear hacia atrás.

Justo al mirar si alguien la seguía, Miranda finalmente cayó en un precipicio, no sin antes de mirar la silueta de una mujer en medio del mismo mientras rodaba y lastimándose aún más, lanzando un grito de dolor que fue ahogado por el sonido de algo rompiéndose.

En ese momento, Miranda sintió el verdadero terror al no parar de lanzar alaridos dolorosos, como si las ramas y espinas le desgarrarían su ropa, cara y cabello; entre la espada y la pared, se sujetó de una rama sin éxito alguno, tratando de levantarse e ir hacia arriba.

La rama se había roto y, al momento de caer sin parar, Miranda ahogó un grito después de escuchar algo rompiéndose en ella.

Entonces, todo se volvió negro.




Continuará...

Touhou Kirisome no Amnesia: La historia de Sakuya Izayoi. (TouhouMaria#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora