U N O

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Jungkook volvió a levantarse con ese malestar en su pecho, en su espalda, en su mente. Volvió a cuestionarse en esa fría mañana, el por qué de su soledad ¿Acaso era tan nocivo que nadie podía permanecer mucho tiempo a su lado? ¿Tan cretino podía ser? Es más... se creía miserable, pero... ¿Quién podría ser más miserable que él? Y entonces a su mente vinieron aquellas imágenes de unas enormes puertas, oscuras y llenas de soledad.

Flashback

-¿Eres más bella que tu hermana? -preguntó intrigado. -perdón por la absurda pregunta... pero corren rumores de que eres muy hermosa.

Sonrió ampliamente, esperando su respuesta.

-O quizás eres muy fea y solo lo dicen para que tu hermana deje de gustarme tanto.

Acarició las blancas puertas de madera, anhelando atravesar por ellas.

(...)

Sacudió su cabeza, tratando de borrar ese triste recuerdo y preparó todo para ducharse.


Hoy vería a su padre, por lo que se vistió y puso un oneroso perfume en su cuello y en sus muñecas. Eligió un reloj, unos aretes y unas nuevas llaves de otro auto. Se contempló en el espejo, no le gustaba lo que veía, cada vez trataba de probar de que nada andaba mal con el, pero no podía, algo faltaba.

"Vamos Jeon Jungkook, eres el puto amo" -Se ánimo solo, acomodó un poco más su cabello y dejó de verse en el cruel espejo, para salir de la habitación.

Manejó tranquilo, con una de sus manos tocando la funda de cuero del volante de su auto.
Llegó al edificio de su padre, se internó en el, prendiendo uno de los botones de su saco.

-Buenos días -saludó a la persona que hacía aseo a la entrada.

-Buenos días... y feliz cumpleaños señor. -El anciano hizo una reverencia, Jungkook respondió de la misma forma.

Continuó con su camino, llegó hasta el elevador, oprimió un botón y se abrió la puerta.


(...)

La planta donde estaba ahora, solo habían cuatro mujeres, atendiendo llamadas.

-Señor Jeon... -dijo una de ellas en un susurro, haciendo que las demás detengan su trabajo y lo miraran atento, queriendo devorarlo con la mirada.

-Buenos días, señoritas, necesito hablar con mi padre. -dijo firme, su rostro tenía una expresión neutra.

-Si señor, él está esperándolo. -respondió una de ellas.

-Gracias. -hizo una reverencia y caminó.

-Feliz cumpleaños, señor. -dijeron las cuatro al unísono. Y él se detuvo.

-Que tengan buen día. -respondió para después continuar caminando por uno de los blancos pasillos, hasta llegar a una puerta de cristal.
Abrió con sumo cuidado la puerta, dejando ver detrás de un escritorio, a su padre.

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora