V E I N T I C U A T R O

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Día 14 de 30

Accedí finalmente a ver a Nayeon, después de todos estos días en los que ella estuvo insistiendo. Estábamos bebiendo café, sentados en la sala de mi hogar. Ninguno de los dos hablaba, pero se notaba que ella tenía mucho que decirme, el ambiente estaba tenso.

—Di lo que tengas que decir —hice una pausa para botar un cansado suspiro —voy a escuchart...

—¡Una semana siendo novios y no he sabido nada de ti! —explotó, antes de que yo pudiera terminar mi oración.

—La distancia no hace el desamor. —dije apretando los labios para evitar reír. Bebí de mi café y me dispuse a mirarla.

Estaba roja de furia. Creo que si las miradas mataran, ella me habría matado cinco veces y la comprendía, a mi manera.

—Jeon... —habló suave, como si fuese un niño al qué hay que explicarle algo por primera vez. —¿Que es lo qué pasa por tú mente?

—Nada... —elevé los hombros. Con respecto a ella nada pasaba por mi mente.

—Mira, estoy tratando de mantener la calma. —sus manos fueron a parar a su cintura. —¿Pero como quieres que siga así, si se que tienes a Choi metida en tu habitación las veinticuatro horas del día? —dijo rápidamente y enfadada.

—Soy como su hermano. —respondí sin gracia. ¡Como odio que se tomen tantas atribuciones!, pero se supone es mi novia, así que de cierta manera, atribuciones puede tomarse.

"Hermano pero no por mucho tiempo, Nayeon querida" —pensé y sonreí solo.

—¿Y quieres que me crea esa mierda? —tomó uno de mis hombros y lo golpeó.

—¿Que te pasó Nayeon? —me alejé de ella —antes eras diferente. Relájate...

Que mal manera de tratar de arreglar las cosas, no tenía por qué reaccionar así.

—¿Te gusta? —preguntó.

"Me encanta"

—Nop. —respondí bebiendo de mi café, nuevamente.

—¡Dime la verdad! —gritó haciendo berrinche.

—No quiero perder la paciencia, así que cierra la boca, que Vant esta durmiendo. —dejé la pequeña tasita sobre la mesita —hablemos con más tranquilidad.

Que ella descanse bien, era mi prioridad, se había pasado la semana completa desvelándose. No iba a correr el riesgo de ser un viejo amargado como Choi y dejarla morir.

—Vant aquí, Vant allá... —rodó los ojos y yo me sorprendí de mi paciencia. —Que se vaya al carajo... la maldita princesa acomodada.

Esas palabras hicieron un "boom" dentro de mi.

—Ella ha sufrido mucho como para que otra persona venga y hable así sin siquieta conocerla—dije calmado, quería que alguien más que no sea Tae, la quisiese, ella lo merece.

—¡Es que la odio! —gritó —¡ella roba mi tiempo!

¿Alguien más en contra de ella? Pues que vengan mil, que a esos mil podría destruirlos.

Me hallaba agotado también, y a un paso de mandar todo a la mierda. Que feo es aquel sentimiento de no poder defender a una persona importante para ti.

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora