CUARENTA

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Nayeon estacionó en medio del sitio abandonado. Miró con recelo la vieja casa frente a ella. No quería entrar a un sitio como ese, pero la curiosidad era más grande, necesitaba saber cómo había pasado su primer noche aquella chica de la cual poseía una envidia tremenda.

Tocó la puerta con fuerza, tociendo a su vez, por el polvo que se implantó en su nariz.
Cómo si de una película de terror se tratase, la madera comenzó a crujir, dando paso a un chico alto con cubre bocas.

—¿Que haces aquí? —preguntó él.

—Sal de mi camino... —Chilló ella, entrando a la casa.

Él, cerró la puerta detrás y caminó hacia ella, quitándose el cubre bocas.

—No puedes venir así como así, Nayeon, Choi ya es mía. —dijo molesto.

—Te dije que primero la quería hacer sufrir... ¿No te la has cogido, verdad, Chanyeol? —su histérica voz, sonó por todo el viejo lugar.

—No, no lo he hecho aún... —puso una cara molesta ante ese pregunta.

—Muy bien, cariño, iré a divertir un poco. —Ella lo tomó de un hombro —condúceme hacia donde se encuentra.

Caminaron por los pasillos llenos de polvo y telas de araña, hasta llegar a un sótano aún más opaco que la casa.

—Es aquí... ¿Que harás? —él se detuvo y obligó a que ella hiciera lo mismo.

—Solo jugar con su mente. —respondió. —ya déjame entrar.

—Está bien... 

Nayeon bajó los últimos escalones que le quedaban y abrió otra puerta. Del otro lado, solo una pequeña luz colgante, alumbraba todo el lugar. Vant estaba atada de manos y piernas, con una cinta cubriéndole la boca, botada sobre un viejo colchón.

—Que puto asco... —dijo entrando de una vez. Miraba el lugar con asombro.

La muchacha atada al escuchar su voz, se removió entre las cuerdas que la mantenían inmóvil.

—Mira que bajo has caído... —hizo una pausa y lanzó una maliciosa carcajada —verdad que no puedes ver. Niña, ah... —suspiró —si tan solo no te hubieses metido en mi camino, tú y yo seguiríamos sin conocernos y nada de esto hubiera pasado. —Se sentó a su lado y acarició aquellos sucios cabellos, que antes eran adornados por una corona de flores de plata —Jungkook se cansó de ti y te vendió. —sacó la cinta de la boca de la chica sin ninguna suavidad.

—Es mentira... el no me ha vendido, has sido tú. —dijo entre su llanto.

—Eres tan ingenua... ¿porque si fue capaz de comprarte a tú padre, no te vendería a Chanyeol?

—Mientes... —negó, con los ojos rojos de tanto llorar.

—Dos millones de dólares... ¿Quieres comprobarlo? ¿Llamamos a tú hermano? —preguntó tomando el rostro de su víctima en sus manos.

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora