V E I N T I D O S

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Narra Taehyung

La madre de Jungkook llegó esa misma noche y tomó a mi mejor amiga e ingresaron al baño de la habitación, con la ropa que yo había dejado para ella.
Nos encontrábamos en la sala ahora, Jimin, Jungkook y yo.

—¿Puedes calmarte? —preguntó Jimin al ver a mi amigo dar vueltas de allá para acá, en la sala, jalando su cabello, regañando y hasta maldiciendo. —Ella estará bien. —Dijo con una voz más suave.

Jungkook no respondió, sólo daba vueltas mirando al suelo. Aún tenía su camisa llena de sangre al igual que sus puños. Su cabello estaba desordenado y aquel costoso saco que traía puesto parecía haber pasado por un huracán por el.

—Vant es fuerte. —dije yo, acomodándome en el sillón. Me sentía verdaderamente mal.

—Lo es. —Afirmó y eso fue lo único que que escuchamos por parte de él.

La señora Jeon salió con una cara de tristeza. Nos fijamos en ella con atención, en especial Jungkook.

—¿Podemos pasar a verla? —Pregunté rompiendo el silencio.

—No quiere a nadie, ni siquiera a mi... solo pide por... —suspiró, bajando el rostro —por Jungkook.

Mi amigo botó aire aliviado y sin decir nada, ingresó a su habitación.

(...)

Esa fue la ultima vez que supe de Jungkook, pues no lo volví a ver en toda la semana. Se había encerrado junto a la señorita Choi en aquella habitación. No había querido salir de ahí. Bastian ya no me dejaba ingresar y tenían el doble de seguridad. Todos estábamos preocupados por el y por ella.
Lo que se me hizo más raro de todo esto, fue lo que me contó Yeonjun. Dice que Nayeon reprendió a Chanyeol y se lo llevó con ella una vez que curaron sus heridas. ¿No debería haberlo ayudado Solar?

(...)

Narra Jungkook

Día 12 de 30.

Abrí la puerta de la habitación lentamente, cuidando de no hacer ruido para que ella no notara mi ausencia. Corrí luego de salir de ahí, hasta la cocina y a toda velocidad preparé el desayuno. Eran las seis de la mañana, Vant se despertaba a las siete por lo que yo debía ser más veloz y estar listo para ella.

Volví después de mucho esfuerzo, con una bandeja en mis manos, la dejé en un pequeño mueble al lado de la cama y me volví a dormir junto a ella, a una distancia prudente.

(...)

—¿Jungkook? —sentí como me llamaba mientras mecía mi brazo de acá para allá.

Desperté de prisa, pues sabía que se trataba de ella. Mis sentidos siempre estaban alertas, pendientes a los mandatos que quisiera darme.

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora