TREINTA Y OCHO

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Narra Yoongi

Que egoísta me sentí, cuando noté que volví a respirar al escuchar el rotundo y cruel "no" que Choi le había dado a mi amigo.

Todos se habían ido ya, luego de aquella bochornosa situación, bueno, casi todos, aún estábamos Tae, Jin y yo. Claro que Taehyung se había quedado con su amiga.

Nos encontrábamos en la oficina de Jungkook, viendo cómo este mismo estaba sentado en una de las únicas  sillas de su escritorio que quedaron de pie, con los brazos apoyados en las rodillas y en las manos aquel costoso anillo.

Estaba hecho un desastre.
No había dejado de mirarlo desde que lo trajimos hasta acá. El pobre lloraba silenciosamente, sin atreverse a mirar otra cosa que no fuese el objeto que antes los hubiese unido, hasta que la muerte los separe.

—¡¿Vas a tener un hijo y no pensabas decirme?! —su padre entró con fuerza, azotando la puerta tras él —¡Que modales te he enseñado yo! —gritó molesto, tirando una silla rota, lo único que se interponía entre su hijo y él —¡Si esa chica no lo hubiese dicho, te hubieses hecho el imbécil y no te harías cargo! —esperó una respuesta de su hijo, pero este seguía en aquel trance. Ninguna de nuestras palabras o las de su padre lo sacaban de ahí —¡Eres un irresponsable, ibas a dejar a tu hijo sin padre! —recriminó —¡Ah no, pero el lindo quería casarse con la ciega! —alzó sus manos a los aires —¡¿En que puto mundo de fantasía vives, Jungkook?!

Jeon no respondía, tenía sus largos cabellos alborotados y su camisa casi rasgada.

Antes de quedar en aquel estado, había hecho un desastre en el lugar, botando las sillas por todos lados, al igual que los papeles, computador y más.

—Vant ya a arreglado sus maletas, señor Jeon. —el señor Jeon Volteó y vimos a Tae, ingresar a la oficina.

Entonces y sólo entonces, Jungkook elevó su vista. Sus labios estaban rojos, sus ojos inflamados de tanto llorar y temblaba de la ira o lo que fuera que sentía.

—¿Se va? —preguntó en un hilo de voz. Todos veíamos cómo las lágrimas atacaban sus ojos nuevamente.

—¡Mira las mierdas que te importan! —volvió a gritar enojado su padre —¡Te importa más la mocosa que tú hijo!

—Señor por favor, deténgase. —pidió Tae.

—¡Admite que solo la querías por aquel cuerpo, para follar! —su cara de asco, me daba más asco. —¡Me das vergüenza!

—¿Donde irá? —preguntó Jungkook a Tae, ignorando a su padre.

—La he sacado de esta casa... —Dijo serio, el señor Jeon —Aquí debe estar la madre de tú hijo, no una prostituta.

—¿Qué has hecho que? —Kook guardó el anillo en el bolsillo de su pantalón. —¡¿Qué has hecho que?! —le gritó con aún más fuerza, de la que el viejo había empleado con él —¡¿Quien carajos te crees?! —Jeon tomó por la camisa a su padre, amenazándolo.

—¡Jungkook, para ya! —Jin intervino junto con Tae.

Miré triste y desilusionado, la situación, alejándome de ellos. Caminé a pasos lentos, ya fuera de la oficina, mis pies solos me llevaban a ella.

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora