Epílogo

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Hace tres meses, exactamente, en que Jeon Jungkook salió del hospital psiquiátrico.

Sus amigos lo llevaron ahí, luego de alucinar que en su casa aún habitaba la ya muerta chica.

Se había recuperado luego de dos años de altos y bajos en lo que respecta su salud mental. Ahora tenía su mente clara y sana, sabía que aquella hermosa silueta que él creía ver en su cama, no existía más allá de su imaginación.

El hecho de saber que ella había muerto y que en cierta parte fue su culpa le dolía, muchísimo. Y a pesar de ya estar del todo bien, en su pecho aún cabía aquella tristeza guardada.

(...)

Cómo siempre, se volvió a sentar mirando al río, con sus pies descalzos, sus zapatos negros aun lado de él y aquel negro abrigo cubriéndolo.

No quería imaginar, ni divagar en la causa que lo impulsaba a ir constantemente a ese lugar, más cuando sabía que era para saciar sus ganas de mirar a aquella muchacha.

"¿Que es lo que tienes, chica?" —se preguntó al momento que vio a la mujer llegar con sus implementos de trabajo. Ella estaba pintando el río y todos los días de frío, sin falta estaba frente a él.

—Buenos días, chico que no habla... —sonrió dejando sus cosas muy cerca de donde Jungkook estaba recostado.

Él no respondió, ella lo miró. Jungkook trató de buscar en sus ojos color miel, algún brillo especial, pero nada. Aún así, eso no era impedimento para acompañarla siempre.

—Hace mucho frío para que estes descalzo. —dijo sonriente, sacando sus pinturas de su bolso.

Jungkook volvió a callar, mirándola con anhelo.

—¿Jamás me hablarás, no es así? —Ella se puso de rodillas para quedar a su altura.

El negó moviendo la cabeza, dándole una leve sonrisa, no quería que ella se alejara, le agradaba a sobremanera.

—Eres muy guapo... —le hizo una tierna caricia en el cabello.

Lo odiaba, no quería, pero su corazón latía más rápido cada vez que la muchacha hacía eso.

Jungkook, viajó por el rostro de ella, enamorado sin querer de las pecas en su rostro, de su nariz pequeña, de aquel flequillo que caía sobre su frente y también del labial color rosado que llevaba siempre.

—¿Antes hablabas? —le preguntó, dejando sus cosas de lado, para sentarse junto a él. —respóndeme, ya tenemos confianza... o crees que no he visto cómo todos estos meses vienes al mismo lugar que yo. —elevó una de sus cejas, con diversión.

Jungkook aprobó, moviendo la cabeza.

—¿Si, que? —volvió a preguntar —¿Si hablas?

Él volvió a aprobar.

—¿Por qué dejaste de hacerlo? —Ella apoyó una de las palmas de su mano en su mejilla, para mirarlo enternecida.

Jungkook elevó los hombros. No quería que ella supiera sobre su pasado.

—¿Amabas a alguien? ¿Te hicieron mucho daño?

Jungkook elevó la mirada hacia ella, con los ojos brillantes.

—Así que es eso, eh... —suspiró —cambiemos de tema entonces... ¿qué edad tienes? Yo acabo de cumplir Los veinte.

Jungkook no respondió.

—¿Por qué me sigues? —preguntó descansando su cabeza en el hombro de Jungkook.

El no respondió nada, solo la abrazó y se relajó a su lado. Aquella era su despedida, pues se olvidaría de aquella chica, para retomar su vida y viajar a vivir a Francia, en su nuevo y romántico hotel.

—Jeon Jungkook... —dijo su nombre, de la forma tan torpe como Vant lo decía.

—Lindo nombre... —Ella sonrió —Jae Bi... —se presentó, dejando un casto beso en los labios de él. —y sé que esto es la despedida. —su sonrisa fue triste —terminaré el cuadro justo hoy... gracias por acompañarme en su creación...

Se levantó y siguieron su rutina de siempre... el la miraba y ella pintaba.

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Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora