CUARENTA Y CINCO

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Abusada, ultrajada, utilizada, herida y rota por dentro, así se sentía aquella chica capturada en una vieja casa.

En silencio volvió a llorar, pensando en cuantas mujeres más habrían de pasar por lo mismo que ella, cuantas más sufrieron y sufrirán por los machos incontrolables.

Le ardía la herida en el alma, pero no quería demostrarla, aún tenía amor por algunas personas y eso la impulsaba.

Sin embargo, seguía teniendo aquellos sentimientos extraños e incontrolables, aquellos que le susurraban al oído que ya no era necesario respirar, pues hasta eso le dolía, el estar viva.

Lo meditaba con más frecuencia, cada vez más y más. Pero no decía una palabra más allá de las precisas que solía soltar delante de sus compañeros, no quería que se dieran cuenta de aquellos pensamientos suicidas, que infectaban su mente.

Es que se sentía sucia, y aquello no lo quitaría un baño.
¿Cómo será su cuerpo? ¿Por qué implantó deseos en aquel hombre? No tenía respuestas para esto.

Secó sus lágrimas con brusquedad, al momento en que a su mente llegaba su madre, diciéndole lo fuerte que podía llegar a ser.

"Soy fuerte..." —pensó, levantando el mentón en medio de la noche, dándose ánimos a si misma.
"Soy fuerte... o quizás no... quizás soy débil..."

—¿Vant, estás bien? —la grave voz de su mejor amigo la tranquilizó.

—Si Tae-tae, todo está bien...

—Entonces ven a dormir. —Tae la tomó de un brazo y la acercó hacia si mismo.

—Buenas noches... —dijo cuando sintió que él la arropaba entre las mantas tiradas en el suelo.

—Dulces sueños... —él, recargo su mentón en la cabeza de la chica, después de haberla abrazado a su pecho.

Conciliando el sueño, ambos descansaron, sintiendo los ronquidos al azar que daba Ji Yong.

(...)

Jungkook arropaba con cuidado el cuerpo de Solar bajo las mantas, cuidando de que todo estuviera cómodo para ella. Lo hacía con cariño, dándole a entender que estaba ahí, solo para ella y su hijo.

—Gracias, Jeon... —Susurró con la poca fuerza que tenía.

—No es nada, todo sea por ti y el pequeño... —le sonrió conforme.

—Esta es la habitación de mi hermana... —dijo apenada.

—Es la que queda más cerca de la mía, debo cuidarte...

Detrás de las puertas (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora