Los latidos de mi corazón se aceleraron de forma precipitada. Miré a Paul una vez más, y este estaba detenido a mi lado, esperando a que yo tomara la iniciativa.
—Vamos, John —alentó—. No tenemos toda la noche.
—No quiero hacerlo.
Se lamió los labios con molestia, al tiempo que me tomaba fuertemente por el antebrazo y hacía que nuestros cuerpos se juntaran más. Su aliento tenía un leve aroma a cigarrillo.
—No es si quieres o no. Aquí no hay elección. Lo haces sí o sí.
Me soltó bruscamente cuando su mirada amenazante se posó sobre mis ojos marrones llenos de temor. Pasé saliva por mi garganta y la miré a ella; todavía estaba tendida en el suelo, siendo agarrada por George y Stuart, quienes también miraban ansiosos la escena.
Sus ojos miel me miraron, y un suspiro pesado se escapó de mi boca cuando comenzó a sacudir su cabeza en negación con súplica.
—Oh, no, no —Paul caminó hacia ella hasta posicionarse cerca de su rostro—. ¿Cómo que no lo haga? ¿Quién te crees? No eres más que una zorra insignificante. —Le pateó el pómulo, logrando que ella soltara un alarido de dolor y que aquella zona se tornara rosada; seguramente al cabo de unos minutos pasaría a morado—. Más bien abre tus piernas y deja que nuestro amigo haga lo que tenga que hacer.
Volvió acercarse a mí y, con el ceño fruncido, me espetó:
—Escogí la mejor para ti. Así que apresúrate.
Se colocó detrás de mí, me dio un empujón y caí de rodillas frente a la chica y entre sus piernas. Cuando estuve encima de ella, comencé a sudar y mi mirada se posicionó sobre la suya. Ambos sabíamos que no queríamos eso.
—Te voy a ayudar a quitarle el short. Será más fácil para ti y tal vez al verla en panties te den ganas.
Acto seguido, la chica comenzó a patear. Eso no resultó de mucho: Paul le quitó el short de forma brusca y dejándole rasguños en la longitud de sus piernas. Arrebató consigo las sandalias que tenía.
—Es tuya.
Pero al ver que yo me quedé de rodillas, inmóvil y asustado, se posicionó detrás de mí, colocando las manos sobre mi hombro. El aire del suspiro que expulsó lo sentí en el cuello, y me causó escalofríos.
—Escucha, John —susurró—. Es tu libertad. Es por tu libertad. La coges como una zorra y te vas de aquí a tu casa..., a vivir tu vida tranquila y a olvidarte de mí... Vamos, ¿qué esperas?
Una gota de sudor resbaló por mi sien hasta llegar a mi mejilla. Mi cuerpo y el de ella estaban tensos, rígidos y expectantes. Por lo pronto, yo no tenía ningún deseo de hacerle algo. Ni siquiera tenía mente para pensar en sexo.
No quería hacerle daño. Ni a ella, ni a nadie. Si a él eso le parecía débil, pues era el más débil. No me importaba.
—Hazlo, coño —gruñó. Todavía permanecía detrás de mí; escuchaba su respiración—. Sólo hazlo.
Al ver que no contesté, sacó de su bolsillo una navaja y pasó el filo por mi cuello, amanzanándome. Me tensé aún más.
—¿Qué esperas? Es por tu libertad. No quiero recordarte lo que te pasará si no lo haces... ¿Cuál vida aprecias más? ¿La tuya o la de ella?
—L-La mía —logré contestar, en medio de tartamudeos.
—Buena elección. Yo también aprecio más la tuya.
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A Thousand Tears and Stars ➳ McLennon
Fanfiction―¿Prometes no apuntarme otra vez si te digo algo... bonito? Él sonrió. A esas alturas no podía entender cómo un rostro tan angelical podía ser tan despiadado, perfecto y culpable de tantos crímenes. Paul se definía a sí mismo como el diablo, y yo lo...