Capítulo XLVIII

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DEDICADO A:

Gal_2000 gracias por leer💓

gallella muchas gracias a ti por leer esta historia💞

mccalnn gracias por tu apoyo para con este fic💗

ktayosnesa y a ti también: muchas gracias de corazón💓

raypar gracias por leer💗

parangutirimijoe muchas gracias por leer💞

user33566942 dios tu icon me da mucha ternura 💖 gracias por tu apoyo

Sogui6 gracias a ti, preciosa💕

kya-kuch muchas gracias a ti también por leer este fanfic💓

_Hubert-Cumberdale_ y a ti también graciasss💕

***

    "Oye, cabrón, hoy es tu maldito día de suerte. Te van a patear el trasero en otra penitenciaría. Ojalá te den duro por detrás."

   El hablar del vigilante de turno me hizo abrir los ojos de forma rápida. Cuando la porra golpeó los barrotes de la celda fuertemente, no tuve más opción que levantarme rápido.

   "¡Son las seis de la mañana! ¡Ya levántate! ¡Tienes que irte, bastardo!"

   Rápidamente me puse en pie, soltando un bostezo de por medio y acomodando rápidamente mi melena castaña que estaba desaliñada. Aunque, a esas alturas, la imagen que pudiera proyectar hacia otras personas era lo que menos me importaba.

   El vigilante abrió la puerta de la celda y me lanzó una mirada de desprecio. Nunca uno me había hecho sentir tan basura pese a su forma de expresarse de mí.

   Pero eso era lo que menos importaba. Había llegado la hora de irme y no había podido hablar con Paul desde el día anterior en el desayuno. Ni siquiera supe cómo había reaccionado ante lo dicho por Peter, o si este había podido decirle.

   —Te vas sin desayunar —gruñó este, haciéndome suspirar. No me importaba comer un desayuno de mierda—. Vamos, apresúrate. Tienes que poner tus malditas huellas en el expediente para salir. Mueve tu maldito y asqueroso trasero.

   Me encaminó por el pasillo de la celda, pero no me desvió hacia el baño, como era de esperarse; se digirió hacia la salida del ala y, a su vez, a la salida de la penitenciaría donde, en la entrada, había una oficina donde tenían el registro de todos los que entraban y salía del lugar. Pude ver que a través del portón me esperaba una especie de camión para trasladar presidiarios con varios guardias de seguridad.

   La oficina ya me era familiar. Había ingresado ahí el primer día en la penitenciaría y había, como era debido, llenado unos papeleos. El desorden esa oficina era grandiosamente estresante: había unos cinco escritorios con carpetas apiladas una encima de la otra. Los estantes estaban repletos de expedientes y lo único que hacían los vigilantes era tomarse el primer café de la mañana.

A Thousand Tears and Stars ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora