Capítulo L

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12 años después...

   Esbocé una sonrisa cuando el huevo comenzó a moverse suavemente; segundos después de que el cascarón se hubiera roto, comenzó a verse el plumaje despeinado y amarillo del pollito que estaba comenzando a nacer.

   Finalmente nació, agitó sus alitas pequeñas y en seguida se refugió debajo de las alas de la gallina que, a decir verdad, parecía muy cómoda en su nido al igual que el resto.

   "Papá, ya terminé."

   Al escuchar ese timbre de voz, me sonreí y giré mi cuerpo. De pie en la entrada del gallinero estaba James, vestido con un suéter beige y un overol. A la edad de quince años, él era la copia exacta y real de Paul: sus ojos, su nariz, sus labios y hasta sus cejas. Lo único que había cambiado a lo largo de sus años fue su cabello que, en ocasiones debido al sol, parecía verse algo pelirrojo.

   —¿Te costó mucho? —le pregunté, tomando asiento en un banquito.

   —No, ¡fue divertido! —sonrió y no tardó mucho en sentarse a mi lado. Deslizó la mano por su cabello y me dijo—. Al principio no salía leche, pero luego sí y llené la olla de inmediato.

   —Qué bueno. Ya aprendiste —toqué su hombro y acaricié su cabellera de forma abrupta, logrando que se riera. Suspiré pensadamente y volví a mirarlo—. James..., ¿eres feliz?

   —¿Qué si soy feliz? Claro, sí soy feliz. ¿Por qué lo preguntas?

   —Porque antes que tu padre se suicidara, yo..., bueno, él me pidió que te cuidara y que... intentara hacer que tú tuvieras una vida muy distinta a la que él tuvo.

   James se quedó en silencio, mirándome atentamente y pensando, seguramente, en lo que le había dicho. Soltó un pesado suspiro, al tiempo que acunaba entre sus manos un pollito que había estado caminando por el lugar siguiendo a su mamá gallina.

   —Sí estoy feliz. Tú sabes que sí. Tú eres mi papá, y eso me hace completamente feliz.

   —Tu padre es Paul —le recordé—. Yo solo me hice cargo de ti por razones que ya conoces.

   —Él también lo es, pero tú también lo eres. Estoy contigo desde los tres años y has lidiado conmigo durante todo este tiempo.

   Sonreí débilmente.

   —Papá no me quiso al principio, ¿no? Por eso me dejó con mi mamá y con su amiga Cynthia.

   —Sí —asentí—. Le costó asimilar que tú habías nacido, pero en la cárcel... él cambió de opinión. Tú lo motivaste a salir de ahí y a buscarte.

   —¿Pero para qué? —él preguntó—. Al final de cuentas se suicidó...

   —James, tu padre fue un hombre exageradamente malo con todo el mundo. Mataba, violaba, secuestraba... Y cuando él decidió cambiar tenía un gran cargo de conciencia encima que lo llevó a la muerte. No es fácil tener una vida buena luego de haber tenido una mala; no resulta nada fácil tener familia cuando destruiste muchas; no es para nada sencillo amar a alguien cuando sabes que asesinaste a personas que amaban y eran amadas. Eso fue lo que pasó a Paul.

   James mordisqueó su labio inferior, luego de haber dejado al pollito que caminara detrás de su madre y, a su vez, de sus hermanos.

   —Me parezco mucho a él —murmuró, esbozando una leve sonrisa en sus labios. Me miró—. Las fotos que tienes en el espejo de tu habitación... Siempre las veo y siempre pienso que soy una reencarnación de él o algo por el estilo —se rió débilmente.

   —Lo eres. Sólo que, a diferencia de él y como él lo pidió, tú si eres una buena persona.

   —Tengo imágenes vagas de alguien abrazándome y llorando... Estábamos en un bosque, pero habían autos... Recuerdo que él me pidió que cerrara los ojos.

   —Ahí fue cuando se dio la vuelta y disparó a su cabeza. —Recordarlo dolía todavía, como si hubiera sido ayer—. Y ahí fue donde hicimos esto —le mostré el dedo anular de mi mano izquierda, donde estaba la cicatriz en forma de P que me traía recuerdos—. Él dijo que era bonito.

   —¿Qué fue lo último que papá te dijo?

   —Que lo perdonara, y que lo entendiera. Pero antes de eso, me pidió disculpas por lo malo y me dio las gracias por haber estado siempre con él. Fue difícil para mí... Porque nuestra despedida fue repentina, sin aviso, sin palabras lindas y sin besos apasionados. Me hubiese gustado poder hacerlo de esa forma. Me hubiera gustado poder abrazarlo durante un largo rato y besarlo mucho, y haberme despedido como quisiera hacerlo. ¿Sabes algo, James? Tardé muchos años en entender por qué se había suicidad de una forma tan rápida, y es porque estoy seguro que él no quería hacerlo, pero su conciencia sucia no le permitía estar feliz cuando él hizo infeliz a muchas personas... Él sabía que debía pagarla de algún modo.

   —Lo imagino —murmuró—, luego de haber asesinado a tantas personas... Pero me siento tranquilo —me dijo—. No lo odio, ni nada por el estilo; y me hubiera gustado conocerlo, saber más de él... ¿Sabes qué? Hubiese sido magnífico que estuviéramos aquí los tres, como él lo planeó. Pero supongo que por algo pasan las cosas, ¿no?

   Sintiendo una fuerte nostalgia en mí ser, asentí. James se levantó de la sillita y se dirigió hacia la salida del gallinero. No salió sin antes decirme:

   —Iré a preparar mermelada para la cena.

   —Yo te ayudaré en un momento —le dije.

  —¡No te tardes mucho!

   Dicho eso salió corriendo en dirección a la casa, que quedaba un poco distante al lugar donde estábamos. Solté un suspiro pesado cuando me hallé sólo.

   Recordarlo a él, recordar sus palabras, sus besos, sus abrazos, sus escasos gestos de cariño me hacían daño. Habían pasado muchos años luego de eso, y yo seguía recordando su viva esencia que me había hecho enamorarme de él como un loco.

   Entonces fue cuando recordé sus palabras: "Enamórate de alguien que te valore, que te haga feliz..."

   Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo enamorarme de alguien más cuando la única persona a la que quería era él?

   Aguardaba, en lo más profundo de mi corazón, la esperanza de que volviéramos a reencontrarnos en otra vida, donde las circunstancias fuesen totalmente distintas y pudiéramos, por fin, estar juntos otra vez...

Fin

A Thousand Tears and Stars ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora