Capítulo III

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Al escuchar lo que había dicho, mis movimientos violentos se detuvieron. Me quedé muy quieta y aún recargada mientras intentaba recobrar la respiración. Él esperó, paciente e inmóvil a que le respondiera algo. Yo no le quité la vista de encima. Temía tanto tiempo que no hacía contacto con un espíritu. Ya había olvidado su apariencia de humo oscuro, y el frío que hacía estremecer mi alma. Casi todas las apariciones solían ser violentas y catastróficas, traducidas a un grito desesperado por un fantasma que lucha por ser escuchado. Me extrañó que él no parecía querer herirme. Si, que estuviera mirándome en silencio a un metro de mí era bastante perturbador, pero por lo menos no se me lanzaba encima para atacarme. Aun así, enseguida creí que él tal Maximiliano había venido solo para intentar desquitarse conmigo por que mis malvadas tías lo mataron.

-Olga y Jazmín murieron -me apresuré a responder, mi voz apenas y fue un susurro-. Pero yo no te hice nada.

«-Lo sé, no vengo a molestar, al contrario, he venido a agradecerte -me respondió».

-¿A agradecerme? -repetí boquiabierta.

«-Si. Desde que acabaste con ese par todos quedamos liberados».

-¿Liberados, quiénes? -lo interrumpí.

«-A todos los que habían matado -me explicó».

Enseguida mi mente regresó a los recuerdos de mi corta amistad con Alberto. Me reconfortaba un poco el pensar que su espíritu ya no estaba preso repitiendo el momento de su muerte. Me pregunté si él también vendría a agradecerme y despedirse, la idea de volver a verlo me agradaba bastante. Me intrigaba mucho la situación de su muerte. Deseaba saber si Nahuael realmente había querido reencarnar en él, o solo había tenido la misma situación que María "La torcida".

-Max ¿Tú eras... como mis tías? -me atreví a preguntar, un poco apenada.

«-No ¡Dios me libre! -respondió enseguida- Yo era un curandero del pueblo. Claro que solo era un charlatán, engañaba a los pobladores con miedo, diciéndoles que tenía demonios de mi lado para que pagarán lo que yo les decía a cambio de "curarlos". Claro que eso fue suficiente para que Jazmín me matara, al igual que a mi hija Alondra».

Ese par de locas debieron creer Maximiliano tenía a Nahuael consigo. Por alguna razón, siempre asesinaban también a la descendencia del sospechoso. Deseaba preguntarle sobre el tema de su hija, pero él se me adelantó al hablar.

«-No me queda mucho tiempo aquí, pero si necesitas algo antes de que me vaya, tienes mi completa gratitud».

-Voy a tomarte la palabra -respondí enseguida- Estoy buscando a alguien, a mi madre. Ellas también la... mataron.

«-Haré lo que pueda, pero lo más probable es que si no ha venido contigo, que eres su hija, ella ya no debe estar aquí».

-Necesito saber si está bien -expliqué con apuro.

«-No hay mejor lugar que el más allá».

-Si, pero de donde exactamente estas hablando...

Abrió la boca para responderme, más las comisuras de sus labios cayeron en un gesto de horror al momento que clavaba sus ojos grises y sin vida en la pared detrás de mí. No tuve que preguntar, pues enseguida también pude percibir esa aura pesada y oscura. Me levanté de un brinco sintiendo una serie de pinchazos dolorosos dentro de mi cabeza. Me situé justo al fantasma de Maximiliano, y boquiabiertos admiramos la figura dibujada en la pared. La sombra de un torso humanoide estaba justo ahí postrada como costra.

-Nahuael -susurré atónita y bastante horrorizada al mirar la silueta de sus cuernos enormes de alce.

Su presencia crecía y crecía con un movimiento alargado y antinatural.

-¿Qué demonios crees que haces? -le levanté la voz, llevándome ambas manos a la cabeza, pues el dolor comenzaba a ser insoportable.


Pero Nahuael no me respondió. Maximiliano se encontraba aún más temeroso que yo. Con un alarido se dejó caer al suelo para hacerse un ovillo, como si intentara protegerse.



-Maximiliano ¿Qué pasa? -le pregunté con los dientes apretados.

Pará ese entonces, las puntas de los cuernos de la sombra de Nahuael ya estaba tocando el techo. El espíritu de Max desapareció sin decir palabra, dejándome completamente sola con Nahuael en la habitación.

-¡Lárgate! -le grité, alzando el rostro para volverme en su dirección.

Estaba furiosa además de asustada. Volver a mirar su horrible silueta me asqueaba por dentro, pues me hacia recordar el dolor de los momentos en los que intentó poseerme, los cuales no deseaba volver a vivirlos ni con la fantasía de la memoria. Sentí como temblaba desde las puntas de los pies hasta la cabeza, causándome un notorio mareo. Terminé por desplomarme con dirección al piso aterrizando de rodillas. Me di cuenta de que había empezado a gritar con todas mis fuerzas. Levanté la cara con algunas lágrimas escurriendo por mis mejillas. La figura de Nahuael ya se encontraba en el techo, justo sobre mí. Me tendí por completo en los fríos azulejos, esperando que en cualquier momento el Demonio me cayera encima. Pero la puerta del cuarto fue abierta con lo que me pareció ser una patada. El foco se prendió con un chasquido causándome escozor en los ojos, haciendo que me cubriera la cara solo por acto de reflejo. Pude sentir como alguien se posaba a mí lado para cubrirme con sus brazos fuertes y protectores. Alcé un poco la mirada, topándome con la de mi padre, quien ya me susurraba palabras trasquiladoras. La presencia de Nahuael ya no estaba más con nosotros. Jerry cargó mi débil cuerpo como si no pesara nada. Los párpados me revoloteaban de cansancio. Por alguna razón esta gran aparición había dejado a Nahuael tan exhausto como yo, gritarle a todo pulmón me pareció sumamente agotador. Entre borrones pude ver como salía para atravesar el pasillo y así entrar al cuarto de mi padre. Me depositó sobre su cama con sumo cuidado y me echó una sabana encima. Desapareció de mi panorama por escasos segundos y volvió arrastrando una de las sillas del comedor. Se sentó a mi lado y colocó una mano sobre mi cabeza y comenzó a moverla como si intentara peinar mi cabello con las puntas de sus dedos. No pude más que quedarme profundamente dormida.


Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora