Asentí decidida.
—Sígueme —ordenó mientras daba media vuelta.
Avancé con paso decidido. Lo que pasaría a continuación no sería de mi agrado. El proceso para pasar al otro lado sería doloroso y traumatizante, pero estaba decidida a enfrentarlo.
Alberto se apresuró a alcanzarme para situarse a mi costado. Me miró de reojo por varios segundos, hasta que finalmente habló.
—¿Quieres que vaya contigo? —susurró sin que Laura pudiera escucharlo.
Negué con la cabeza de manera apenas perceptible.
—Pero, ¿por qué…? —comenzó a rezongar.
Lo interrumpí haciéndolo callar presionando mi dedo índice contra mis labios cerrados. Quería mantener todo oculto hacia la madre de Daniel. Alberto pronto entendería mi plan y no habría más reproches.
El enorme cuarto principal estaba casi vacío. Ahora solo era ocupado por cinco de los hombres encapuchados y Mario.
—¿Puedes llevar a alguien contigo? —me preguntó la madre de Daniel.
—Puedo intentarlo —asentí.
—Mario te acompañará —volteó a mirar al joven—. Debe ayudarte a rescatar a Daniel, mi hijo era su responsabilidad.
—No creo que sea buena idea, pues no es un paseo por el parque. No creo que él allá ido al otro lado, y no me quiero hacer responsable de algún daño.
—No me interesa si se muere —Laura me interrumpió hablando con dureza—. Si no trae a Daniel consigo será mejor que no vuelva.
El chico ni siquiera se inmutó. Él no conocía nada más que eso; desde el primer día de su vida había sido destinado a esa dura tarea, al fallar su existencia ya no era relevante. Sentí mucha pena por él. A ese punto todo era diferente para mí, pero por lo menos yo tuve hace tiempo a mi padre y así conocí el amor, palabra que sería difícil que Mario comprendiera.
—¿Qué tenemos que hacer para empezar? —Laura exigió mis indicaciones.
—Necesito algo para cortar mi cabello —pedí en voz alta.
El hombre que tenía más cerca rápidamente sacó de su bolsillo una navaja y me la tendió. Enseguida la tomé con cuidado por la parte plástica del mango. Sin fijarme demasiado, agarré uno de mis mechones de al costado y lo estiré. Escuché el fino trozar de mis cabellos bajo el filo del cuchillo mientras mis manos temblaban casi con violencia. No me importó que los demás lo notaran. Estaba muerta de miedo por estar a punto de volver al lugar oscuro del que tanto me había costado escapar.
Al terminar, le tendí el puñado de pelos a Mario.
—Átatelo en el dedo anular —le ordené.
Él lo sostuvo en silencio. Por la manera en que se tensaban los músculos de sus mejillas supe que estaba apretando la mandíbula. Se esforzaba por parecer apaciguados, pero por dentro moría de miedo al igual que yo. Gracias su nerviosismo, varias veces dejó caer el mechón al suelo. Finalmente logró amarrarlo con éxito hasta el sexto intento. Ese detalle significativo nos mantendría unidos en el otro lado y nos haría caer en el mismo lugar, debido a que tenía un pedacito de mi magia consigo.
—Alguien debe asfixiarlo —hablé con calma.
El pobre Mario abrió los ojos de par en par. Si antes estaba asustado ahora realmente se cagó en los calzones.
Todos se quedaron helados ante mi alarmante petición.
—Pero no demasiado —aclaré—, solo lo suficiente como para que pierda la consciencia.
—Yo lo haré —se ofreció Laura.
La tía del chico caminó hasta su posición en silencio y se situó tras su espalda. Mario comenzó a respirar de manera brusca mientras temblaba de pies a cabeza.
—La-Laura —él tartamudeó—, esto no me parece una buena idea, ni nos ha explicado el porqué de esto.
Maldito cobarde, pensé poniendo los ojos en blanco.
—Antes de que te desmayes diré las palabras correctas para poder entrar al mundo de los muertos —aclaré—. Deja que esta bruja te muestre lo que sabe hacer.
Hice burla del sobrenombre que me había puesto. Intentaba expresar calma y experiencia, como si ya lo hubiese hecho miles de veces antes, pero yo también temía. Rezaba, sin saber a quien, que todo funcionará. Por ello iniciaría con Mario, si algo salía mal no sería yo la que perecería.
Convencida, la madre de Daniel le colocó las manos sobre la nuca. El joven se estremeció al instante en el que sus largos dedos se encajaron sobre su cuello. Ella empezó a apretar. Mario aguantó conteniendo el dolor hasta que ya no pudo más. Una vez que sus ojos se pusieron saltones y su rostro se entintó de mirado hizo un intento por liberarse. Golpeó las manos de su tía y tiró de ellas. Mi corazón se aceleró al ver tan desagradable escena, pero ese era mi momento para actuar.
—Miquiztli tlaltipactli —pronuncie al momento que exhalaba mirándolo directamente a los ojos.
Había practicado las palabras que encontré en el libro la noche entera. Su significado era completamente desconocido para mí, no obstante, mi interior me hacía saber que lo conducirán al lugar correcto.
El cuarto se llenó de susurro. Los hombres presentes voltearon en mi dirección con la alarma pintada en el rostro.
Lo antes dicho carecía de poder, si cualquier otra persona lo repitiera en voz nada ocurría, serían palabras mal pronunciadas de un lenguaje antiguo. Solo si las exclamaba una persona con magia en las venas tendrían efecto.
El cuerpo de Mario perdió la fuerza. Laura no estaba lista para soportar su peso, así que simplemente lo soltó. El joven se estampó de lleno contra el piso sin reaccionar, sus extremidades parecían de gelatina y sus ojos permanecían cerrados.
Todos lo observamos atónitos, incluyéndome, pues el color de su piel se tornó grisáceo, como si su sangre se hubiera enfriado.
—¿Funcionó, o lo maté? —Laura fue la primera que se atrevió a romper el silencio.
—Ambas opciones tendrían el mismo resultado —respondí con un susurro llena de ironía.
Uno de los hombres se pudo en cuclillas para acercarse al chico, y le colocó una mano sobre el rostro por un pequeño lapso.
—Sigue respirando —nos avisó después de varios segundos de tensión.
Sin previo aviso lo tomó por los hombros y lo sacudió con fuerza, pero Mario no se inmutó en lo más mínimo.
—Creo que funcionó —declaró.
Su tía celebró con sonrisas y aplausos, los cuales me causaron un sobresalto. Fui incapaz de hablar. Me miraba las manos con atención. Todo eso me parecía tan irreal. Podía imaginarme en su lugar. Justo fue así como Olga y Jazmín me habían raptado, ahora era igual de horripilante que ellas, debido a que embrujada a la gente, pero no era ni por maldad ni para acecinar a alguien, sino para salvarlo, sin embargo, el fin no siempre justificaba los medios.
Una nueva sensación vibró dentro de mí. Había hecho magia oscura por primera vez y el poder nacía en mi interior.
—Realmente esperaba que no me decepcionaras —la voz de Laura me sacó de mis pensamientos.
Me volví hacia ella para mirar su sonrisa, ¿cómo podía hacer eso? Reía cómo si estuviese en una fiesta cuando hace poco casi mataba a alguien de su familia. Realmente era una psicópata.
—Es mi turno —les recordé.
Noté como Alberto tensó los brazos. La idea le asustaba y no le gustaba ni un poco. Enseguida me desplace con decisión hacia él y de un solo movimiento lo rodeé con ambos brazos. Él se sorprendió ante mí contacto, debido a que esperaba todo menos una cálida despedida. Claro que mi muestra de cariño no se limitaría a eso, el gesto tenía un trasfondo en el que disfraza a parte de mi plan.
—Cuida mi cuerpo —le susurré—. No importa lo que pase, no dejes que nadie me lleve.
Hablé rápido apenas con un murmullo. Alberto me siguió el juego y no reaccionó, actuó como si nada hubiera pasado, solo me estrechó con más fuerza. Pronto me separé de él, decidida a enfrentar mi destino.
De reojo, vi como Laura asintió con la cabeza y la expresión seria. No comprendí sus acciones hasta que unas grandes manos se posaron sobre mi cuello. Uno de los sujetos comenzó a estrangularme. Se me puso la piel de gallina. Él no usaba una fuerza paulatina ni tenía piedad. Sus gruesos dedos se encajaban contra mí tráquea. La presión se hizo presente en mi cara y cabeza, lugar que creí que estallaría. Las mejillas me hormigueaban, pues estaba cortando mi circulación. Alberto desvió la visto horrorizado. Al momento que me mareé mi instinto animal se activó y le ordenó a mi cuerpo defenderse a como diera lugar, él no quería morir. Sin embargo, me contuve y apreté los párpados. Todo a mi alrededor dio vueltas como si estuviera arriba de un juego mecánico. Por la falta de oxigenación casi olvido decir las palabras, pero alcancé a balbucear antes de desmayarme.
De haber sabido lo que pasaría en el otro lado me hubiera dejado morir.

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Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>
ParanormalDespués del caos y terror que ha pasado Ámbar, está dispuesta a iniciar una nueva vida. Pero ¿Podrá lograrlo? ¿O las sombras del pasado lograrán alcanzarla? 🧡LIBRO #2 *Terminada [El libro #1 *Terminado lo puedes encontrar en mi perfil]