Capítulo LXI

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Pero en vez de lanzárseme encima el ser volvió a su forma humana justo delante de mis ojos. Me pasmé al ver ese rostro horrible y familiar.

—Bienvenida a casa, hija —me saludó mi padre.

La boca de Jerry me sonreía. Su cuerpo se encontraba completamente desnudo, pero algunos matorrales altos alcanzaban a cubrirlo. Me levanté boquiabierta y con movimientos pausados y cautelosos, pues bien sabía que era un hombre peligroso.

—No te asustes por eso —señaló el cuerpo de la mujer desmembrado en la copa del árbol—. Este lugar es un campo de batalla. La demonio no deja que nos acerquemos a Daniel —meneó la cabeza.

Escuchar su nombre hizo que mi corazón se acelerara. No me sorprendía que mi padre estuviera detrás de todo esto, pero me causó una emoción inimaginable saber que estaba cerca de Dany.

—¿Dónde está él? —me pregunté jadeando.

—A pocos kilómetros hacia allá —miró hacia el norte—, lloriqueando bajo un árbol.

Imaginar a Daniel asustado y acongojado me llenó el pecho de dolor. Zuzú no tenía ni idea de cómo salir de este lugar, solo le quedaba proteger a ambos. Si Nahuael pudo tomar su forma física ella también podría. Levanté mi vista hacia el cadáver. Las cosas que hacía para defender al cuerpo en el que habitaba eran realmente atroces. Defendería a Dany con su último aliento.

— Necesito tu ayuda para traerlo hasta mí —me avisó con toda la natural posible, como si estuviese pidiendo que le pasara el tarro de sal en medio de una comida.

—¿Qué? ¿Acaso crees que vamos a formar un buen equipo? —me burlé.

—¡Si! —sonrió como un maníaco—. Estoy seguro de que puedes ir por él, a Dany le dará gusto verte y le ordenará a su demonio que no te mate.

—¡Qué plan tan estúpido! —exclamé—. En cuanto se dé cuenta que es una trampa también me acabará.

—Es por eso que tú vas a matarlo —ensanchó su sonrisa.

—Prefería que me hirvieran en aceite antes que ayudarte —casi escupí mis palabras.

—Vamos, Ámbar, te tengo una buena recompensa —comenzó a acercarse a paso lento—. ¿Qué no quieres ver a tu madre?

Esa vez no pude disimular mi expresión y fruncí el ceño mientras mis ojos se ponían cristalinos. ¿Cómo se atrevía? Él bien sabía que  tema de Cecilia era sumamente delicado para mí. Sin embargo, no podía engañarme, no a mí, la astucia había sido lo único bueno sacado de Nahuael. Sabía que estaba diciendo todo eso solo para que hiciera lo que él quisiera. Si el mismísimo señor del infierno dudaba en que pudiera bajar a mi madre del paraíso, ¿cómo podría hacerlo sin chistar un simple hombre cambia formas?

—Está bien —mentí—. Te ayudaré.

—Así me gusta, nena —me acarició la cabeza.

Enseguida me crispé ante su contacto y me eché hacia atrás.

—Déjate de tonterías —le pedí—. ¿Qué estás esperando? Estoy ansiosa por ver a mi madre.

Tenía que fingir lo suficiente bien como para que me mostrara el lugar donde Daniel estaba escondido. Estaba tan cerca de lograr mi cometido.

Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora