Capítulo V

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Este capítulo está dedicado a RaeMtz
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La institución se trataba de un edificio alto pintado de un horrible color mostaza oscuro, rodeado de mucho patio con unas gruesas jardineras con verdes árboles plantados. Había un montón de alumnos acomodados en grupitos disparejos. Me alivié un poco al notar que notar que nadie posaba su mirada sobre mi de una manera excesiva. Si, una que otra persona volteaba en mi dirección, pero parecía que lo hacían casi por accidente, pues se volvían hacia sus amigos enseguida.

«Tal vez no sea tan difícil, tal vez sea un buen lugar», pensé, algo optimista. El señor que nos guiaba nos informó que la oficina donde podían darnos la información se encontraba justo en medio de la escuela, justo al fondo de el tercer piso. Me cansé de subir tantas escaleras. Pude respirar un poco más tranquila al atravesar los corredores, pues se encontraban completamente vacíos, ya que todos los estudiantes estaban en los patios. Enseguida pude ubicar la puerta de la que nos dirigíamos, pues lo único que la distinguía de las demás era el letrero colgado donde se leía: “Dirección y oficinas administrativas”. Entramos sin tocar. El cuarto era pequeño y con las paredes únicamente pintadas en color blanco. Había cuatro escritorios grandes de metal con sus respectivas, pero estaban desiertos.

—Es ahí —nos dijo él hombre, señalando otra puerta.

—Gracias por traernos —le dijo papá, sonriendo un poco.

Yo solo asentí y lo seguí. Papá llamó a la puerta con golpes suaves. Por alguna razón, la ansiedad me había regresado de pronto, tal vez solo era por qué estaba a punto de conocer a la mayor autoridad en la institución.

—Adelante —nos respondió una voz de mujer desde adentro.

Papá abrió lentamente. La oficina tenía el mismo estilo insípido que el resto exterior. Enseguida pudimos ver a una señora sentada tras el escritorio.

—Buenos días —mi padre enseguida fue a estrecharle la mano—. Jerry Medina —se presentó.

—¿Qué tal? —le respondió la mujer con una sonrisa—. Soy la orientadora Hermelinda.

La mujer era bien regordeta. Tenía el cabello pintado de un tono rubio muy artificial, y no podía dejar de ver su horrendo maquillaje, del cual estaba segura que se veía mejor sin él.

—Hola. Ámbar Medina —copié a mi papá, diciendo mi nombre.

—Un gusto —sus dientes brillaron detrás de aquel labial rojo mal delineado—. Tomen asiento por favor —señaló unas sillas negras de plástico frente a nosotros.

—Gracias —dijo Jerry al momento que obedecía. Yo también lo imité.

—¿En qué puedo servirles? —nos preguntó Hermelinda, yendo directo al grano.

—Mire señora orientadora, seré franco para no hacerle perder mucho su tiempo, ni el nuestro —empezó a hablar papá con un tono bastante amable, incluso suave—. No somos de aquí. Acabamos de pasar por una fuerte situación de secuestro y decidimos mudarnos para acá. En el tiempo que duró el caso mi hija Ámbar tuvo que pasar cerca de dos meses en un centro del DIF. Pero perdió un mes de escuela. Y pues quería saber si aun había oportunidad de inscribirla aquí.

Enseguida pude notar como cambió la expresión de la mujer. Siempre que papá contaba esa historia falsa ocurría eso. El rostro de Hermelinda se pintó con el sentimiento de lástima y empezó asentir de manera lenta mientras escuchaba atentamente, incluso frunció un poco el ceño.

—¿Y traen algunos papeles? ¿Qué calificaciones traía la niña? —preguntó en cuanto Jerry terminó de hablar.

—Es muy buena estudiante, muy dedicada. Si tenemos algunas boletas y documentos, pero queríamos esperar a conocer su respuesta —le respondió papá.

Me era un poco incómodo y divertido ver como hablaban de manera que fingían que no estaba ahí.

—De acuerdo… —Hermelinda se quedó pensativa por unos segundos—. Es que la directora no está, pero puedo abogar por ustedes como un caso especial, que en realidad lo es. Si gusta dejarme algún numero de teléfono aquí anotado —le tendió un pedazo de papel y una pluma.

Papá los tomó enseguida y estaba a punto de comenzar a escribir, cuando algo hizo que la pluma resbalar a de su mano y fuera a dar hasta el suelo. La puerta había sido golpeada con tal violencia que nos sobresaltó a todos.

—¿Quién es? —preguntó la orientadora, incluso ella parecía bastante extrañada.

Nadie respondió. Los  golpes volvieron a hacerse presentes.

—¿Quién? —repitió, está vez en un tono un tanto más duro.

Por mí parte podía sentir como se me aceleraba el ritmo cardíaco, sin tener intenciones de calmarse. La ansiedad volvió a llenarme el pecho. Me parecieron demasiadas emociones negativas simplemente como para ser un brusco llamado de puerta. Algo dentro de mi me hizo pensar enseguida que se trataba de algo más. No podía parar de preguntarme quien se encontraba allá afuera.

Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora