Capítulo XVI

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Afuera caía una ligera y fresca llovizna. Mis pies chapoteaban a cada paso al caer sobre los pequeños charcos que apenas empezaban a formarse. Avanzaba con la cabeza baja y cruzaba las calles con cuidado, a pesar de que el tráfico disminuía cada vez más, así como las personas que deambulaban en las banquetas. Las plantas se humedecían rápidamente, hasta que sus hojas verdes comenzaron a gotear. Enseguida un olor a tierra mojada llenó el ambiente. Olfateé un poco, disfrutando. Debía despejar mi mente y pensar como actuaría a continuación. Cuando ya llevaba un tramo avanzado, algo llamó mi atención. A varios metros frente a mí, y justo en la acera contraria, podía alcanzar a ver una figura oscura inmóvil y recargada sobre una de las bardas blancas de las tantas casas que había. Con formé me acerqué me percaté de que se trataba de una simple persona. No podía verle el rostro, pero estaba casi segura de que era un hombre. Vestía unos pantalones de mezclilla comunes y una chamarra azul marino, con la capucha que tenía se cubría por completo la cara y cabeza, protegiéndose de la lluvia. Parecía que esperaba a alguien, o tal vez al transporte público. Sin embargo, su figura y actitud también me pareció un poco inquietante. Al pasar a su lado, me esforcé por clavar los ojos en el pavimento, pues quería evitar cualquier tipo de contacto visual que pudiera atraer su atención hacia mí. Me sentí aliviada una vez que lo rebasé, pero no fue por demasiado tiempo, ya que enseguida comencé a escuchar movimiento a mi espalda. Pasos, para ser exacta. El corazón me dio un vuelco tan grande que lo sentí en la garganta. Sin detenerme, eché un vistazo hacia atrás. Efectivamente, el sujeto estaba caminando en mi dirección, pero aún sobre su lado.

«Cálmate. Solo es una coincidencia», pensé, haciendo un intento por calmarme. No había ningún motivo por el cual un extraño tuviera una fijación en especial sobre mí como para seguirme, el único que había hecho algo así fue… Enseguida pensé en Daniel. Volteé de nuevo. Aún avanzaba a paso lento y con las manos metidas en los bolsillos de la chamarra. Parecía que no tenía prisa por alcanzarme y quisiera permanecer justo a esa distancia. Maldije a su capucha por no permitirme reconocerlo. Apresuré el paso mientras pensaba en su ya era buen momento para llamar a papá, pues tampoco quería asustarlo y parecer una paranoica cuando solo se trataba de una simple persona, que al igual que yo, caminaba tranquilamente a su casa. Volví a mirar hacia atrás. Él sujeto parecía cada vez más relegado. Justo en ese momento, un rayo surcó los cielos velozmente, iluminando gran parte de las nubes grises. Tan sólo un segundo después, el potente sonido del trueno irrumpió con la quietud del lugar. Di un brinco vergonzoso y miré a mi alrededor como animal asustado. Al instante, la lluvia se tomó más fuerza, convirtiéndose en tupidas gotas gruesas y pesadas. Rápidamente localicé una cochera vacía en la cual refugiarme. Obedecí a mis instintos, y corrí hacia ella. Una vez segura, me sacudí las prendas y acomodé mi cabello humedecido hacia atrás para que no se me apelmazara sobre el rostro. No tarde mucho en empezar a tiritar, el clima fresco ya no era más placentero, pues el frío se me colaba a través de la ropa. Abrazándome a mi misma, me incliné un poco hacia adelante para mirar hacia las calles. La lluvia desdibujaba todo a la lejanía, pero el sujeto misterioso parecía haber desaparecido. Era una tontería, seguramente se encontraba en la misma posición que yo, refugiado bajo cualquier techo. Pensaba en su posible paradero, cuando un par de manos aparecieron tras de mí para pescarme por los costados con brusquedad.

—¡Ámbar! —exclamó.

Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora