Capítulo XXVIII

250 65 16
                                    

Cuando estuvo a pocos centímetros de mí, cerré los ojos. Pude percibir un cosquilleo en el estómago, que me preparaba para lo que se venía. Ladeo su cabeza y colocó su boca sobre la mía. Nuestros labios apenas y se rozaban. Dejó un segundo de intervalo para conocer mi reacción; si lo aceptaba o salía corriendo. No me moví. Su cercanía me hacía sentir acalorada. No sabía cómo hacerle saber que no me encontraba en desacuerdo, más que devolviéndole el beso. Me eché un poco hacia adelante, para que ya no hubiera separación alguna, mientras levantaba ambos brazos, rodeándolo sobre sus hombros. Fue entonces cuando el beso realmente inició. Alberto comenzó a mover sus labios contra los míos, arriba y abajo, saboreando. Intenté imitarlo, pero nunca había hecho algo así. El resultado fue un tanto desastroso, al punto de que nuestros dientes llegaban a chocar. Pero a ninguno de los dos nos importó. Sus manos fueron a dar a mi cintura, apretándome un poco. Me estremecí. Me llenaba de ansias el sabor dulzón de su saliva. Al estar sentados al borde de la cama, la posición no ayudaba mucho. Deseaba estar lo más cerca de él posible, pero me contuve de empujarle hacia atrás e ir sobre él. Me avergonzaba un poco lo que pudiera pensar. Mi corazón estaba al borde de un paro cardíaco. Intentaba ocultarlo, pero mi respiración iba en aumento. Y al parecer la de él igual, pues poco tiempo después tuvo que separarse un poco para dar un fuerte suspiro. Miraba hacia abajo, parpadeando, evitando sus ojos. Se estaba acercando de nuevo, cuando el sonido del motor de la camioneta se escuchó en la estrada.

—Será mejor que salga —susurró con una sonrisa.

Asentí. No tenía habla.

—Nos vemos ahorita —habló con nerviosismo mientras se levantaba.

Antes de irse, rápidamente me tomó por sorpresa por las mejillas y me plantó un rápido beso de despedida. Caminó con velocidad hacia la puerta y salió sin mirar atrás, cerrando con fuerza. En cuanto me quedé sola, me eché hacia atrás dejándome caer sobre la cama. Me llevé una mano al pecho, intentando calmar mis latidos. No sabía cómo iba a poder volver a verlo de frente. Me sentía demasiado abochornada, incluso excitada, cosa que también me hacía querer hacerlo de nuevo. Pero no, no era seguro con mi padre en la misma casa. Tal vez le caía bien Alberto, pero no sabía cómo reaccionaria si se enterara. ¿Después de eso, que se suponía que éramos Alberto y yo? ¿Novios, tal vez? No lo sabía, no me lo había pedido. No si quiera estaba enterada de que él gustara de mí. Aún que, pensándolo bien, viajar quien sabe cuántos kilómetros guiado por una voz interna, solo con la fe de encontrar a alguien, justo como él lo hizo, era una gran muestra de cariño. Alberto no era una persona desagradable ni es aspecto o personalidad, claramente pude ver como a Beatriz le pareció atractivo cuando lo conoció en la fiesta. Él conocía mis mayores secretos, y me quería, a pesar de todo. Él no huía de mí, él no me consideraba un monstruo. Y ese beso… bueno, lo había cambiado todo.
Esperé un poco más para salir al pasillo. Quería que se me pasara el calor y lo encendido de las mejillas. Cuando me llamaron a cenar me encontraba muy nerviosa. La voz me temblaba, las cosas caían de mis manos, incluso tropecé un par de veces. Pero Alberto parecía actuar con total naturalidad, parecía feliz y sonriente. Me costó un par de minutos acostumbrarme. Volví hacia mí habitación para acostarme a dormir sin poder volver a estar a solas con él.
Pasé la noche en vela. No quería bajar la guardia y exponerme a volver a transformarme. Además, la presencia de ese nuevo ente me preocupaba, tal vez había venido tras de mí. Y bien sabía que no había manera de luchar contra los espíritus. Mañana por la mañana debía ir a clases. Los comentarios en el grupo no paraban, reflejaba perfectamente el caos en el que todos estaban sumidos. No hice ningún comentario, ni quise volver a ver el video. La impotencia me carcomía por dentro. ¿Acaso alguien más había presenciado el fenómeno? Espera con todo mi ser que la respuesta fuera “no”. De todas maneras, tendría que enfrentarme a eso cuando me presentara en la escuela.

Cuidado con las sombras [Ámbar] Libro #2 <TERMINADA. BORRADOR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora