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Jamás le había deseado la muerte a alguien, y las palabras habían dejado sobre su boca un horrible sabor a bilis que tras largas horas aún seguía ahí.

May había salido al trabajo y Peter se encontraba solo, sentado frente a la pequeña mesa de madera, contemplando la caja blanca con el celular en su interior, temeroso de tocarlo. Lo había rechazado en el acto, pero Jake había sido insistente.

Jake se había mostrado como un amigo leal, y tener el cincuenta por ciento de la empresa Stark significaba que ahora era tan millonario como Tony, por lo tanto como su amiga Kendall había afirmado "Un par de cientos no les hace ni cosquillas"

Peter tomó el teléfono decidido, su tía May lo mataría cuando lo viera, y más al enterarse que desde mañana habría guardias en la puerta.

Se agobiaba mucho, le agobiaba pensar en Jake y que su mente buscara de manera automática relacionarlo con Tony. Tony le dolía, repasaba su interacción con él desde el primer día, buscaba el momento exacto en el que se dejó ver como una prostituta cara.

Tocó su cuerpo sintiendo las costillas sobresaliendo, las caderas ahora remplazadas por huesos, Tony tenía razón parecía un indigente, las lágrimas una vez más inundaron su rostro, había creído que realmente lo quería, después de que lo había tocado con tanta devoción, era amor lo que sentía en la punta de los dedos, era amor lo que transmitía en cada beso... ¿Cómo había sido tan ciego como para creer Tony genuinamente lo amaría? ¿Cuándo dejaría de doler?

Jake había regresado a la empresa para ocupar su lugar junto a Tony. Le gustaba la idea de ser la segunda persona más poderosa de Nueva York, por fin, después de tantos años ocupaba el lugar que merecía.

—Valla numerito que armaste, mi querido Shakespeare — se mofó Jake al ver a Tony tomar whisky como desquiciado.

—Cierra la boca Jake— ordenó sintiendo los primeros estragos del alcohol.

—Esto me recuerda a cuando te encontré.

—Tú no me encontraste — escupió Tony —Ni te debo nada.

Jake ardió en cólera en segundos. Nada odiaba más que Tony negándolo, cuando él fue el que le dio todo.

—Estabas en la mierda cuando llegaste lloriqueando a mi casa ¿Lo olvidas? Yo te cobija, te di trabajo, gracias a mí tienes este imperio, después, cuando estuviste en la cima ¡Me olvidaste!

—No te olvidé— pronunció Tony dolido recordando todo— Pero sí quería hacerlo, quería una jodida vida nueva... una sin tanta mierda.

—Pudimos tener el mundo a nuestros pies Tony, pero tenías que arruinarlo— Jake se acercó a Tony y lo tomó de un hombro —Lo habías hecho tantas veces antes, secuestrar, cobrar, matar. Pero lo tenías que arruinar.

Tony contuvo las ganas de golpear a Jake sirviéndose más whisky, para embriagar su memoria, para olvidar lo devastado que se sentía.

Jake sabía que lo iba a superar, que Tony se ahogaría en alcohol unos meses, olvidaría lo que es la sobriedad, pero cuando Peter ya no estuviera, Tony lo olvidaría, y volvería a estar bajo su control.

La casa de May era un caos desde hacía dos días, tenía la orden de desalojo que el estafador había mandado, tenía a un joven con el corazón roto en su habitación sumido en la depresión, dos grandes gorilas en la puerta que custodiaban su casa 24/7, y ahora ese hombre que era la copia casi exacta de Tony estaba tomando té en su sala.

—No entiendo, y sinceramente Jake, no confío en ti, ni en Tony ni en sus hombres.

—Yo encontré a su muchacho May, y lo conocí hace meses en su trabajo, me duele mucho verlo así, y aunque mi amistad con Tony es cercana, fue un gran idiota con Peter. Solo quiero que la pase bien una noche, que se olvide de toda esta basura y vea que después de Tony hay una vida maravillosa.

May suspiró sopesando todo, se volvería loca en cualquier segundo.

—Bien, pero es su decisión después de todo, y si esta noche no quiere salir de su habitación para ir contigo, no lo obligaré— sentenció la mujer levantándose de su asiento, dispuesta a ir a la habitación de Peter y avisarle que Jake estaba en casa.

—Pet— tocó la puerta tres veces— Jake está aquí, quiere invitarte a la feria ambulante del condado vecino, está a unos minutos.

Un Peter recién levantado se asomó por la hendidura

—¿Jake está aquí? — murmuró repentinamente emocionado

—Sí, te invita a la...

Peter cerró la puerta de inmediato y se escuchó movimiento dentro, un par de minutos después salió vestido de manera más decente.

—Sí— afirmó el joven, observando a Jake en la sala usando lentes, su corazón dio un vuelco, ¿Esos eran los lentes de Tony? Se reprendió al instante por siempre compararlos, no era justo para Jake.

Cuando salieron de casa se sintió aún peor, porque sólo había aceptado salir con Jake porque podía tener la superflua presencia de Tony, podía fingir aunque fuera un momento que lo seguía queriendo.

Se preguntó internamente la razón por la cual el auto de su acompañante olía a la colonia de Tony, pero simplemente cerró los ojos y fingió que estaban dando uno de los recurrentes paseos por la ciudad.

Salir le hacía bien, y la feria ambulante era muy divertida, el mayor lo había consentido ampliamente, le había comprado un algodón de azúcar, helado, había ganado un oso de peluche marrón y se habían subido a diversos juegos mecánicos.

En pleno paseo, cuando Peter mantenía una genuina sonrisa en su rostro y algodón de azúcar en su mano Jake posó su mano en la cadera de Peter, envolviendo su espalda.

Peter fingió no notarlo, aunque había sido difícil, porque Jake era hosco en su toque y poco disimulado.

—Vamos a la rueda de la fortuna — invitó el mayor con determinación guiando a Peter hasta ella.

Cuando estuvieron bajo la atracción - la más grande de toda la feria- Jake acarició la mejilla del chico.

—Me gusta que sonrías— informó el mayor, haciendo que Peter soltara una sonrisa tímida.

Jake tomó la mandíbula del joven, se inclinó y juntó sus labios, con fuerza, descuidado, su aroma envolvió a Peter, el perfume de su amado, lo sabía, lo anhelaba.

—Tony— susurró Peter.

Azúcar En El Infierno (STARKER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora