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—¡Shot! ¡Shot! ¡Shot! — gritaban todos a Peter, su rostro escarlata evidenciando su embriaguez.

—No, ya no puedo— admitió el chico rechazando el trago azul neón que le ofrecían

—¡Peter ya no puede!— gritó una chica de rasgos latinos—¡Paguen!

—¡No! — gritó el chico —Sí puedo, ese dinero es mío— argumentó tomando entre sus ya temblorosos dedos la décima bebida embriagante. May lo veía con fingido reproche, pero era su cumpleaños, y el chico realmente nunca llegaba a ese límite, así que le permitía un poco de libertad.

—¡Lo logró! — celebró la misma chica extendiendo la mano— denme ese dinero, el cumpleañero se lo ha ganado.

La mano de la chica se llenó rápidamente de diversos billetes de cien dólares.

— Se los dije— celebró el chico antes de correr al baño dispuesto a vomitar toda la mescolanza de alcoholes que había ingerido en un par de minutos.

—Te dije que no lo hicieras— reprochó May entrando al baño de los hombres sin importarle las miradas de aquellos que entraban.

—Fue divertido, muy divertido — respondió Peter levantando su rostro del retrete, limpiando el vómito de su boca, llendo en dirección a los lavabos antes de tropezar con un objeto inexistente y caer de lleno.

May lo levantó, lavó su cara en el lavabo y lo sacó del baño.

—Creo que Peter ha perdido la batalla, y son las...— May vió su reloj— cinco de la mañana, así que nos vamos chicos, gracias por organizarle todo.

—No te preocupes May, nosotros pagamos ¡suerte con tu chico!— culminó la chica entregándole el dinero de Peter.

Tomaron un taxi que los llevó al pequeño departamento en el que vivían.

—Estaba pensando en comprar ponys con el dinero— murmuró Peter arrastrando las vocales, evidenciando su alcoholizado sistema— Le pones sombreros a los ponys y cobramos porque los vean.

—Suena como una gran idea, cielo— se mofó May sacando su celular para grabarlo —¿Me lo repites?

—Ponys— susurró Peter —¡Con sombreros!

—Y ¿Cómo los alimentarás?

—Con amor May, es... —Hipó— el alimento del alma

—Creí que renegabas del amor

—¡shhh! — calló Peter— Que no se entere May

—No se enterará, ¿Pero porqué no quieres que lo sepa?— preguntó la mujer intrigada

—Porque creerá que soy el mismo estúpido chico de preparatoria— Peter alzó su mano con triunfo — ¡Y ahora soy universitario! Ya crecí, y no necesito basura en mi presente

May sonrió y acarició la cabeza del chico quien se dejó llevar y terminó recostado sobre las piernas de la mujer.

—Estás haciendo un gran trabajo mi niño— susurró la mujer con amor.

...

La mañana siguiente Peter fue despertado por su celular que no dejaba de sonar con desespero. No entendía el porqué, era domingo y estaba seguro de haber apagado todas las alarmas.

Tomó su celular, siendo preso en el instante de la resaca atacando su sistema. Se sentía morir. La cabeza le iba a explotar.

Su celular sonó una vez más, notando que se trataba de una llamada.

Azúcar En El Infierno (STARKER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora