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El corazón de Peter palpitaba con rapidez, y aún cuando Tony abandonó el café sus manos sudaban con exceso.

Odiaba lo mucho que Anthony le hacía sentir, la tristeza que lo invadía al ver sus ojos marrones, el enojo que contenía en el pecho y que nunca había podido vaciar hasta ahora, le había dicho al mayor lo que el mismo se decía en el espejo.

Se había pronunciado en contra de todo lo que Anthony podía ofrecerle. Y ahora estaba terriblemente triste y frustrado, porque lo odiaba, con la misma intensidad que lo necesitaba.

Recogió la taza que le había servido al mayor, recordaba haber hecho el café más agrio y caliente para el empresario. Cualquiera lo habría esculpido al instante, pero descubrió que no había bebida en el recipiente, Anthony lo había bebido sin quejarse.

Cuando pudo al fin sentarse y convivir con Kendall esta lo veía impresionada.

—Señor empoderado, etéreo e inalcanzable— se mofó la fémina— le gritaste a Stark, ¿Entiendes lo grande que es eso? No es un hombre cualquiera, Anthony Stark, cualquiera agradece que te pise un hombre así. Y tú le gritaste.

—No sé— susurró — Siento que tengo derecho a reclamarle. Ya lo amé, no puedo hacer nada más violento que eso.

Mora se acercó a ellos con una galleta en mano.

—Y sobre emborrachar a nuestro muchacho— inició tomando de los hombros al joven —¿Qué les parece este fin de semana?

—No tengo dinero para gastar— recordó el joven alzando los hombros

—Pero yo sí— interrumpió Kendall— y vamos a utilizarlo para desintoxicarnos de la vida, así que esta semana será.

—Me parece increíble, porque justo esta semana mi novio se va a un viaje con su familia y no lo voy a ver así que será nuestra noche.

Después del trabajo en el café Kendall acompañó al chico a su segundo trabajo. Limpiaba oficinas en la zona industrial de la ciudad mientras no había nadie en los edificios. Colocaba música en su teléfono móvil y cantaba al ritmo que sacudía los escritorios. Esa tarde en particular cantaba a pulmón con desprecio, con furia, porque desde que Anthony se había ido del café no podía hacer más que pensar en él. Le había costado tanto encerrarlo en el pasado y con un simple gesto se había metido en su vida sin descaro alguno.

—Odio a Anthony, odio a Jake y a cualquiera con más de cien dólares en el bolsillo, se creen dueños de todo— aseguró con rabia mientras Kendall barría la oficina— Stark cree que se presentará a mi vida y lo recibiré con los brazos abiertos, porque también se cree dueño de mi. Pero no me puede comprar, si quiero un auto me lo compro yo, no lo necesito.

—Creo que le quedó bien claro— gritó Kendall saliendo con una bolsa de basura —Se veía herido cuando salió del café

—Es porque nadie se atreve a hablarle así

—En eso te equivocas— interrumpió la fémina— lo han insultado en todos los noticieros, diarios y entrevistas en las que ha aparecido desde el incidente. Las personas vieron una fisura en su empleo y atacaron sin dudarlo. Y nunca parece que le afecte la opinión de esos críticos amarillistas, siempre les responde con una sonrisa cínica y con desprecio pero tú sí que lo has herido. — Peter sintió una punzada en el pecho, le dolía, nunca quizo lastimar a nadie, pero quizás el cólera había provocado que le dijera a Stark más de lo que quería. — deberías sentirte bien por ello, tú mismo dijiste que es un monstruo, quemó a un hombre vivo sin dudarlo. Debería pagarlo.

Peter no estaba tan de acuerdo, no entendía bien porqué no le intimidaba aquel hombre, se preguntaba quien era realmente Anthony Stark ¿Aquél hombre que lo había sacado de la miseria en la que vivía, aquél que había acariciado cada centímetro de su piel, o era un monstruo despreciable, aquel que sobajaba a las personas a su paso, aquel que rompía lo que fuera necesario para asegurar ser el último hombre en pie?

Los dos, se respondió a sí mismo, porque Anthony era una persona, y las personas tienen muchos sentimientos simultaneos. Y más él que era un universo, y tenía sentimientos y conflictos tan extensos como él mismo.

Peter se odiaba por justificarlo.

La semana pasaba más lenta que el resto, Peter admitía tener conductas paranohicas, comenzaba a sentir que era perseguido todo el tiempo, como si alguien lo vigilara, pero para el fin de semana ya había pasado. No había vuelto a saber de Anthony, parecía que todo volvía a la normalidad, y con Kendall en la ciudad se había permitido faltar a la pizzería para pasar tiempo con ella.

Veían películas, paseaban por el parque, y le ocultaban a May el asunto de Stark, porque sí no se esteraba quizás podrían librarse de Jake sin causarle conflictos. May se encontraba feliz con su nueva carrera de corte y confección y quería mantenerla alegre lo más que pudiera.

Habían conseguido que la mujer les diera permiso para salir el fin de semana, y apenas llegó el ansiado día Peter y Kendall salieron al lugar público.

Luces neón invadían el lugar que se mantenía en un aura violeta. Peter localizó rápidamente a Mora quien bailaba de forma singular junto a la barra con una bebida en mano.

Podía divisar parejas bailando de manera sensual al ritmo de la música que retumbaba por todo el lugar, se reprendió al momento que sus pensamientos trajeron a Tony al lugar, el mayor nunca visitaría un lugar como esos, él era más sofisticado, más de aquellos lugares a los que difícilmente Peter podría pagar para entrar, y lo sabía. Así que se limitó a pedir una bebida y disfrutar con sus chicas, brindaría por Anthony, por el placer de no tenerlo, por la esperanza de poder olvidarlo.

Peter sintió un par de manos posarse sobre su cadera, tocándolo con excesiva confianza, familiaridad que no le había dado a nadie. Giró dispuesto a atinar un golpe sobre el rostro del tipo, pero cuando giró se quedó sin aliento y la valentía temporal lo abandonó.

Azúcar En El Infierno (STARKER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora