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Peter palideció, su corazón se contrajo de manera dolorosa. Todo de lo que había huido durante más de un año se resumía de manera cruda y dolorosa en él. En Anthony.

Mora sonrió y se acercó a él.

—Bienvenido, tome asiento por favor y en seguida tomaré su orden— comenzó la chica, ignorando totalmente el pasado de este con Peter.

—Yo lo atiendo Mora— interrumpió Peter tomándola del hombro. Vio fijamente al mayor, no parecía el hombre en ruinas del que habló Kendall, parecía el mismo hombre de antes.

—Le tomo su pedido— inició el joven sacando una pequeña libreta de su bolsillo

—No vine por café Peter— el nombre del chico quemaba su boca, como si profanara algo sagrado con sólo nombrarlo.

—Tenemos galletas, panqueques y té. ¿Le tomo su orden ya o lo pensará primero? — Peter ni siquiera parecía enojado, ni dolido, más bien parecía agotado del circo que parecía querer formar Anthony.

—Vine a hablar Peter— el hombre lo veía como si se tratase de una reliquia— dejame explicarte

—Es el lugar incorrecto, aquí solo se sirven alimentos, y si no piensas ordenar algo, te pediré que te retires— Kendall los veía a lo lejos, incrédula de que Peter le hablara de esa forma a Tony, después de todo el empresario seguía provocando respeto por donde se le mirarse, y Peter era sólo un civil.

—¿Quieres que pida algo? Bien, quiero todo lo que tengas, desde los panqueques hasta el té, sirvelos hasta que se te acaben, quiero toda la tienda— culminó Anthony apartándose y sentándose en una mesa.

—¿Qué dijo?— preguntó Mora desde el mostrador

—¡Nada Mora!— inquirió Peter acercándose al hombre decidido. Se sentó frente a él.

—Escuchame Peter...

—No, escuchame tú Anthony—interrumpió el joven— no sé quién te dijo donde trabajo, pero no puedes venir aquí y comprar toda la maldita tienda. Yo no tengo nada que hablar contigo, dejame vivir en paz.— Peter se levantó del asiento y caminó hacia Kendall.

—Tú tía May puede estar en peligro— habló con firmeza Anthony. Peter se petrificó al escucharlo y se dió media vuelta. Contempló al mayor considerándolo.

—Mí descanso es dentro de dos horas— informó el menor— dura treinta minitos, hablamos entonces— culminó alejándose.

Los clientes no tardaron en llegar, el lugar se llenaba de personas y Peter parecía flotar de un cliente a otro. Tony lo observaba con ceño fruncido, notando que Peter parecía olvidar su precencia. Hería su ego, se preguntaba dónde había quedado aquél Peter que temblaba ante su precencia, aquel que lo miraba con admiración y nunca habría podido olvidarse de que compartían los mismos metros cuadrados.

Las horas pasaban, Tony veía su teléfono en ocasiones, leyendo mensajes de sus hombres, pero la mayor parte del tiempo simplemente se dedicaba a observar al menor, había pasado más de un año viendolo a través de fotografías, y tenerlo presente era una experiencia religiosa; Sus delicadas y finas facciones eran acariciadas por los rayos del sol que caían con el atardecer y atravesaban el cristal de la ventana.

Peter había crecido unos centímetros, pero Tony lo reconocía, por sus movimientos, por su sonrisa dedicada a todos los presentes, porque se notaba que se esforzaba, como siempre lo había hecho.

En un momento Anthony se quedó contemplandolo, perdido en sus propios pensamientos, recordando que un día tuvo todo; poder, seguridad, dinero y a ese chico entre sus brazos, pudo haber tenido una buena vida, pero las circunstancias lo habían llevado ahí, y ahora no tenía nada, solo el recuerdo.

Se encontraba herido en un plano más ayá del físico, sangraba desde el día en que vió a Peter partir. Él había tomado el arma y apuntado hacia él mismo, él había jalado el gatillo, él era el culpable.

Y no era la clase de hombre que se considera víctima de las circunstancias, ni la clase de persona que se escabulle de sus responsabilidades, Anthony con alma sangrante se postraba frente a las adversidades y las obligaba a retroceder. Porque no había otra forma de hacerlo. Pero cuando vió a Peter acercarcele con dos vasos con café sus defensas se arrodillaron ante él.

—Café Expreso— informó Peter colocándo la bebida frente al empresario, recordando cuantas veces lo había visto tomar tasas y tasas de esa bebida durante sus cenas y comidas.

El joven se sentó frente al mayor y bebió un poco de su frappé con chocolate extra.

—Gracias— comenzó Anthony observando el café frente a él —Así que... Ahora trabajas aquí— Peter rodó los ojos irritado.

—Si Anthony, trabajo, después de que de manera repentina terminó tu jueguito tengo tres empleos que mantener, y justo ahora me estás quitando tiempo vital de mi descanso, así que si quieres hablar claro me facilitaría mucho las cosas.

—Hace mucho que no te veo y no quiero pretender que nada pasó entre nosotros.

—Que conveniente ¿no?— interrumpió Peter

—El asunto es que... Te veo, y no estoy seguro de reconocerte. Pareces más responsable, más maduro... Tu mirada cambió— Peter suspiró

—Nos quitaron la casa, a May y a mí, un estafador, así que sí, maduré, porque cuando menos lo pensaba la vida solo me puso dos opciones, Madurar o morir, y mírame, sigo vivo.— Peter lo miró cansado — ahora explica lo que dijiste de May

—Es sobre Jake, mató a dos de mis hombres, algunos lo siguen buscando pero no aparece... Te está buscando, y quiere hacerte daño, y si no puede hacértelo directamente a ti, seguro lo intentará con May— Peter estaba pálido un hueco se había creado en su estómago y observó al mayor directamente a los ojos, se llenó de furia.

—Es tu culpa, tú nos metiste en esto— Peter apuntó con el dedo a Anthony comenzando a exaltarse— Tú nos vas a sacar, toma tus cosas, toma a Jake y llevate tu basura a otro lugar, dejanos en paz.

—Estoy intentando arreglar las cosas Peter, necesito que confíes en mi y que te mantengas a salvo. Te voy a cuidar.

—No quiero saber nada de ti, me lastimaste cuando no sabía nada de la vida, y me doy cuenta que nunca debí acercarme a ti— culminó Peter levantándose —Por favor, sal de aquí.

Anthony se levantó y sacó un billete de cien dólares de su cartera.

—No— lo detuvo el menor, rechazando el dinero— Pago yo

Azúcar En El Infierno (STARKER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora