Capítulo 7.

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Su expresión se tornó tirante, como si él usara cada onza de fuerza para mantener la imagen de su palma, pero los globos comenzaron a oscilar, luego desaparecieron totalmente. Su mano cayó a un costado.
Oh. Dios mío. Él decía la verdad. Magia. Un temblor frío la atravesó, congelando sus miembros. Ningún hombre mortal podría evocar una aparición tan maravillosa. Y ningún hombre terrenal podía transformarse de piedra a carne y hueso en un latido del corazón.
- Posees poderes mágicos, y eres un extraterrestre. — Parpadeó, luego parpadeó otra vez. Las imágenes de naves espaciales bullían a través de su cabeza —. Posees poderes mágicos, y eres un extraterrestre. — Tal vez si ella lo decía mil veces, su shock desaparecería—. Eres un extraterrestre. Un extraterrestre con poderes mágicos.
Cuando él no respondió, ella añadió:
- No te pareces a una criatura de otro planeta. — Realmente, ¿qué más podía decir? Su mente aún no estaba de vuelta.
- ¿A qué se parece una criatura de otro planeta? — preguntó él.
- La piel verde, un cuerpo largo, viscoso y con ojos grandes y oscuros que te observan como si tuvieras que estar en una habitación, sobre una mesa, con una sonda que se introduce en partes de tu cuerpo que no merece la pena mencionar.
- Me he encontrado una raza que mira tal y como lo has descrito — se encogió de hombros —. Ellos viajan de planeta en planeta buscando el saber y el conocimiento.
- ¿En naves espaciales?
- Sí.
Ella tembló, deseando no encontrarse nunca cara a cara con esa raza "culta". ¿Pero, Dios mío, alguna vez había pensado en tener contacto con algún ser de otro planeta? ¡NO!
- ¿Cómo viajaste tú hasta aquí? — ______se felicitó mentalmente. Aquí estaba, conversando racionalmente con un extraterrestre y no desmayada, muerta, sobre la tierra.
Los labios de él se tensaron.
- Mi madre intentó ayudarme — contestó con fiereza —, y abrió un vórtice que me envió de mi mundo al tuyo.
Su intensa mirada recorrió el recinto, catalogando a las otras estatuas. ¿Habían sido enviadas todas ellas de otro mundo? ¿Todas ellas esperaban sólo el beso de un extraño para volver a la vida?
El guerrero delante de ella soltó una risita baja, como si oyera su tácita pregunta. O tal vez simplemente había hablado en voz alta. En este punto, ______ no estaba segura de lo que hacía, decía o pensaba.
- Soy el único — le aseguró —. Los demás son simplemente de piedra.
Sus hombros cayeron con alivio. Señor, sabía que sus nervios no podrían soportar a otro macho como... se quedó en blanco.
- ¿Cómo te llamas?
- Soy Justin en Sarr. Una vez el primero al mando del gran Lord Gui, en el ejército de Sarr. — Alzando orgullosamente la barbilla, él cruzó los brazos sobre la sólida pared del pecho.
- Bien, soy ______ Klein, primera al mando del James Real Estate.
- ______. — Él pronunció su nombre de una manera diferente a la que ella jamás hubiera escuchado, parándose sobre cada sílaba y prolongando la a y la e. -______... Él cabeceó con aprobación —. Similar a _______. Ese nombre me complace.
Por alguna extraña razón, ella se alegró de que pensara así.
En este mismo instante, el frío viento de la noche, convirtió sus pezones en guijarros. ______ se sintió orgullosa de notarlo porque eso significaba que no había estado mirando hacia más abajo.
- Sabes — dijo ella —, se me acaba de ocurrir que podríamos continuar con la conversación dentro de casa. Debes de tener frío. — Lo mejor de ir adentro consistía en que así podría cubrir su desnudez con una sábana. Eso, a su vez, sofocaría su creciente atracción.
Dios mío, sentía lujuria hacia un extraterrestre.
Al menos él no es un asesino psicópata, susurró su mente.
- Tú no tienes frío — dijo él —, aunque no lleves prácticamente nada.
- Llevo un recio top y unos tejanos cortos. Es un conjunto perfectamente decente.
- Y yo voy así ataviado a propósito, como Elliea.
- Pero...
- No te olvides, tienes que darme tu palabra de que me ayudaras a localizar a un hechicero mañana al amanecer.
Otra brisa sopló, y esta vez ella miró hacia abajo. Sus mejillas se calentaron.
- ¿Y bien? — preguntó Justin. Obviamente la paciencia no era una de sus virtudes.
- Es difícil de concentrarse cuando estas... — ella buscó en su mente la palabra adecuada — ...agitándote así. Por Dios, cúbrete.
Él miró hacia abajo, a su desnudez y se encogió de hombros, imperturbable.
- No hay que avergonzarse del cuerpo masculino, Michelle. Mejor que te acostumbres al mío rápidamente.
¿Qué quería decir con eso? ¿Que él nunca llevaría ropa en su presencia? ¿O es que el sucio y calentorro neandertal planeaba acostarse con ella, tanto con su permiso como sin él, así que debería acostumbrarse a su tamaño? ¡Lo uno o lo otro, él ya podía ponerse algo de ropa por su maldito bien!
- Te doy mi palabra de que te llevaré a un psíquico mañana. ¿Contento ahora?
- No. — Él inclino la barbilla hacia un lado, y colocó la mano sobre la mandíbula con expresión preocupada.
Su mirada cautelosa, a la espera de algo. Parecía un hombre al encuentro de una tormenta peligrosa —. No se
puede confiar en que las mujeres honren su palabra.
______ resopló. Quiso preguntarle por qué había insistido tanto en que le diera su palabra ya que nunca tuvo la
intención de creerla. En cambio, hizo rodar sus ojos.
- Tienes suerte de que me sienta amable, Justin. Voy a permitirte vivir después de esa observación tan machista.
Él frunció el ceño.
Ella sonrió abiertamente.
- Ahora vas a entrar. A no ser que, desde luego, intentes romper tu palabra.
- Sólo un hombre deshonroso haría algo así. No yo — razonó con un tono duro.
- ¿De verdad? Bueno, creo que el trato era que te daba mi juramento solemne de que te llevaría ante un hechicero
mañana... cosa que ya hice... si entrabas... pero aquí estás de pie. ¿¡Um!, qué debo pensar ante eso?
Sus cejas se unieron en un ceño feroz.
Bueno. Ella se había anotado un punto, aunque el porqué lo aguijoneaba con eso, ella no lo entendía. Realmente
comenzaba a sentirse a salvo en su presencia. Extraño, pero cierto.
- Después de ti. — Ella señaló hacia delante, en parte para echarle un vistazo a su trasero mientras caminaba
y en parte porque no lo quería detrás de ella. Aunque, cuando le siguió, comprendió que no le gustaba la
implicación sumisa que aquella posición le proporcionaba
Él la lanzó un vistazo sobre el hombro, con un malicioso destello oscureciendo su iris.
Quizás, la próxima vez podrías devolverme el favor y pasearte desnuda delante de mí.
Ni hablar, aunque se estuviera muriendo y ese fuera el único modo de salvarlo. Mientras se acercaban a la casa,
comprendió que este hombre era su responsabilidad. Él podía saber más dulce que el helado de chocolate durante
un caliente y caluroso día. Él podía planear seducirla pare enseñarle cual era "su lugar apropiado". (Eso
aun tenía el poder de enfurecerla.) Y él podía ser un guerrero controlador. Pero lo había besado. Lo había
puesto en libertad, y eso significaba que su bienestar, durante un ratito, al menos, recaía sobre sus hombros.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora