Capítulo 27.

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Ryan sabía que no debería dejar Imperia. Pero lo haría. Se despediría de este mundo y nunca volvería si con eso conseguía encontrar a su hermano. El Druinn lo necesitaba, ya que algo oscuro se cernía más allá del horizonte. Algo que los ciudadanos de esta tierra no estaban preparados para afrontar. Él no sabía qué era, una guerra, quizás, pero sí sabía que pronto se perderían muchas vidas. Pero su venganza significaba mucho más para él que la seguridad de su mundo.
Gotitas de lluvia comenzaron a caer, salpicando sobre la arena y la piedra. Varias gotas se deslizaron por la cara de su madre y terminaron en sus mejillas, como lágrimas.
- Si te lo traigo, ¿se llenará tu corazón de alegría y haré que tus sentimientos hacia mí se llenen, por fin, de ternura? ¿Una verdadera ternura, no la vacía emoción que profesaste tener hoy?
Silencio.
El espeso silencio se extendió como una sombra opresiva a través de la blanca playa, y en aquel momento pareció que hasta la lluvia no se atrevía a repiquetear. Ryan se cayó de rodillas, presionando su frente contra el pecho, todo el rato ansiando que sus brazos rodearan sus hombros.
- Si te lo devuelvo, ¿me amarás realmente? ¿Quizás, hasta me amarás más de lo que lo amas a él?
Otra vez, silencio.
Él no esperaba nada diferente, pero no podía dejar de desear notar algún signo de que ella lo escuchaba, de que aprobaba su intento de complacerla. Pero cuando la miró fijamente a la cara, su expresión proclamaba claramente: Eres mi mayor decepción.
Y no tenía que ser así.
- Lo encontraré — dijo Ryan finalmente con determinación. Se levantó y acarició con una mano su suave y blanca mejilla —. Buscaré por todas las galaxias si es necesario y encontraré el lugar exacto al que lo enviaste. Y luego, querida Madre, te lo devolveré.
Roto y destruido.
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Mientras _______ maniobraba el transporte encantado a lo largo del tortuoso camino, Justin sopesó sus opciones. La mujer estaba, obviamente, enfadada. La respiración era entrecortada y superficial y los dedos agarraban el volante como si fuera a salir volando por la ventana si lo soltaba. Tendría que ir con cuidado si quería influir en su resentimiento para que admitiera su deseo por él. ¿Pero cómo?
Podría hacerle reír con historias de su infancia. Podría susurrarle palabras dulces, seductoras al oído. O simplemente podía esperar hasta que su cólera desapareciera por sí sola.
- No creo que esto vaya a funcionar entre nosotros, Justin — dijo.
Un fuego oscuro, primitivo se desató en su interior.
- Lo hará.
- Desde luego esto te beneficia. Ganas todo y no pierdes nada.
- ¿Entonces debo perder algo para ganarte? Pues que así sea. Nómbrame algo y te lo daré.
- Eso no es lo que quería decir.
- Tengo menos de trece días,______. Eso es muy poco tiempo. — Ya había pensado antes en suplicarle, hincarse de rodillas y rogar por su afecto. El deseo de permanente libertad sobrepasaba cualquier orgullo que pudiera albergar —. Sólo tienes que decirme lo que necesitas de mí y lo haré.
- No sé lo que quiero de ti, ¿Vale? Sólo sé que no puedo entregar mi corazón o mi cuerpo tan fácilmente. Además de eso, me resulta difícil de imaginar que eres el amor de mi vida cuando sé que para ti no soy nada más que una carga necesaria.
- Espera, yo...
- Somos de mundos diferentes — se precipitó, cortando las palabras. — Ya tengo suficientes problemas con los hombres de la Tierra.
- Sólo porque tengas problemas con los hombres de tu propio mundo — gruñó — no significa que tengas que tener problemas con un hombre de Imperia.
- No, eso simplemente significa que tengo problemas con cualquier hombre que quiere acostarse con todas las mujeres —. ______ aparcó el vehículo, salió y entró a zancadas a la vieja casa, sin pronunciar palabra. Estaba más enfadada ahora, eso era más que obvio. Con los hombros tensos y la barbilla alta, no había echado ni un sólo vistazo hacia atrás para ver si la seguía. Cosa que no hizo. Permaneció dentro del transporte encantado.
El día no estaba cargado de promesas como supuso en un principio.
¿Acostarse con todas las mujeres? Ya había demostrado que aquellas palabras no eran ciertas cuando rechazó a la muchacha, pero sólo ahora comprendió la importancia de lo que había ocurrido dentro de la cafetería. Él, un hombre que no había tenido contacto corporal por más de novecientos años, había sido incapaz de sentir ni un solo atisbo de interés por ninguna mujer, salvo por ______, desde que obtuvo la libertad.
La verdad es que estaba completamente obsesionado.
- _______— dijo, queriendo oír el nombre en voz alta —. La bonita y valiente _______ Klein. ¿Cómo podía quererla tan desesperadamente, como no había querido nunca a ninguna otra? — Aunque se odiara por ello, realmente la quería desesperadamente. Pretendía, aunque fuera por un momento, ser el centro de su vida.
Ansiaba derribar sus defensas y que se doblara tan completamente a su voluntad que pudiera tomarla siempre y en
cualquier parte que quisiera. Más que eso, quería que los gritos de amor sonaran en sus oídos mucho después de
que se fuera.
Por primera vez, sin embargo, consideró lo que le pasaría después. ¿Sufriría enormemente si se enamoraba y
luego simplemente la abandonaba? Maldición, proclamaba que no necesitaba la protección de un hombre, física o
emocionalmente. ¿Por qué debería considerar como responsabilidad suya su bienestar?
Obsesionado. Si, realmente estaba obsesionado, pero ni siquiera Maylyn lo había afectado tanto. Había pensado en
ella, pero no constantemente y nunca lo había confundido. La había querido, pero había sido una especie de amor
apacible, una necesidad de agradar y mostrar ternura. Sin embargo, con ______, no se sentía nada apacible, y todos
los rastros de ternura se habían disipado. Sentía dolor, un completo deseo que lo consumía y que golpeaba
constantemente contra sus reservas. Sentía la necesidad de dominar, de montarla tan duramente como jamás había
montado a una mujer.
¿Significaba eso que simplemente tenía que tenerla, le correspondiera en su amor o no? ¿Que simplemente tenía
que probar más de ella? Los labios eran increíblemente dulces, el aroma delicioso, y el cuerpo demasiado maduro.
¿Qué significaba eso, que una parte suya estaba dispuesta a esperar por siempre, si era necesario, para tenerla?
No quería saber la respuesta.
El aire dentro del transporte estaba caliente, sofocante, y el sudor goteaba por su pecho. Aun así, no hizo
ningún movimiento para marcharse. Necesitaba tiempo para organizar las ideas. Cerrando los ojos, recordó los
motivos por los que ______ terminó con el beso. No le gustó ninguno de ellos. Le gustaba todo de ella, pero ella
pensaba que todavía la consideraba una carga necesaria. Era necesaria, ciertamente, pero ya no más una carga. No
sabían nada el uno del otro, había dicho. No le gustaba hablar de su vida, pero lo haría, le contaría todo lo
que quisiera saber.
Si, haría todo lo necesario para ganarse su favor y, en el proceso, haría lo necesario para librarse de su
fascinación por ella.
Decidido, salió de la camioneta y siguió el camino que ______ había tomado.

_____ pensó seriamente en propinar una patada que perforara directamente el plexo solar de Justin, seguido de un
rodillazo en la ingle, y como punto final, cogería su rodillo de cocina y lo golpearía en la cabeza. El hombre
era simplemente demasiado seguro de sí mismo, demasiado arrogante (en todos los sentidos) y sin duda, un burro
redomado. Y ante todo, era malditamente demasiado atractivo para su propio bien.
Incluso la pelirroja lo había notado.
Solo pensar en la pelirroja convertía su sangre, ya acalorada, en auténtica agua hirviendo. ¿Dónde estaba aquel
rodillo de cocina? pensó ferozmente. ¿Dónde estaba? En ese momento, incluso se conformaría con la espátula.
Justin podría necesitar su amor, podría querer usar su cuerpo, pero todavía quería dormir con cada mujer con la
que se encontrara. Sí, era un burro y un mujeriego y no había camino al infierno que consiguiera que ______ se
enamorara de él.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora