- ¿Realmente crees que bromearía sobre mi libertad? — la convicción absoluta en su voz sonó alta y clara.
- No — dijo ella suavemente —. Imagino que no.
- Mi hermano lo planeó todo para que otra me besara, una mujer a la que yo desprecio. Creyó que podría ser divertido el que me viera forzado a perseguir a una mujer que aborrezco. Pero fuiste tú, tú y no ella, quien me salvó — Justin suspiró —. No era mi intención contarte todo esto ______ . Pero eres tan obstinada que pensé que no había otro camino. ¿Puedes intentar, al menos, ayudarme?
- No sé como contestar a eso.
La enormidad de la situación la golpeó como un martillo. El destino de Justin dependía de ella. Dios mío. Él también podía haberle pedido que convirtiera su pelo en oro de catorce quilates y lo tejiera.
- Me temo que, si te dijera que te amo, sería una mentira.
- Eso ya lo sé, pero yo puedo hacer que me ames — dio un paso hacia ella —. Sólo dame una oportunidad y le daré a tu cuerpo un placer inimaginable.
- ¿Cómo haría eso que me enamorara de ti?
- El placer corporal a menudo conduce al amor en una mujer.
Por un breve momento, ______ vaciló. Oh, ella no dudaba de su afirmación, y esto era lo que más la asustaba.
- ¿Si dijera que sí y terminara entregándote mi corazón, te quedarías aquí conmigo? ¿Durante un tiempo?
Él sacudió rígidamente la cabeza.
- No.
Ella soltó una risa inestable, desprovista de humor.
- Me pides mucho, pero das poco a cambio.
- Eso también lo sé — aunque parecía correctamente apenado, no ofreció una sola concesión —. Puedo hacer que valga la pena, dándote placer.
Señor, ¿qué iba a hacer? No podía decirle que no; arruinaría su vida. No podía decirle que sí; arruinaría la suya.
- Tendrás que darme tiempo para pensar en todo esto.
Él frunció el ceño.
- El tiempo es mi enemigo.
- Bueno, es todo que te ofrezco ahora mismo. Tómalo o déjalo.
Él soltó un largo suspiró.
- Lo tomaré.
Ambos se quedaron en un incómodo silencio.
- Sabes — dijo ella finalmente para disipar la tensión —, tendrás que usar un poco de magia para afilar ese cuchillo que me robaste — esa línea de conversación parecía bastante inofensiva —. Es para usarlo en la cocina, no en la batalla.
- Antes lo habrás usado para partir animales.
Maravilloso. Simplemente maravilloso.
- He cogido prestadas otras armas de tu casa, también — añadió él.
Como si hablara de algo tan doméstico como unas zapatillas de conejito, él se volvió hacia la nevera, despreocupadamente.
El temor se deslizó por su espina dorsal, glacial y opresivo. La mañana había comenzado mal y cada vez se ponía peor.
- ¿Qué, exactamente, has cogido prestado?
Él había encontrado un par de zapatos viejos de Gray, y observó cómo le mostraba las tijeras atadas con correas a su tobillo izquierdo, el cuchillo sobre su tobillo derecho, la espátula metálica en su cadera y el rodillo de cocina en su espalda, anclada por la cinturilla de sus pantalones.
- ¿Qué vas a hacer con eso? — señaló el rodillo de cocina con la mano.
- Cuando las armas afiladas me fallen, golpearé a mi enemigo hasta la sumisión.
- ¿Y la espátula?
- No estoy seguro, pero seguramente quien la diseñó estaba pensando en la tortura.
Una tortura, tenía razón.
- No puedes ir por ahí matando y torturando a la gente. Eso no es algo que se haga en este planeta — dijo las palabras con la suficiente fuerza como para que él se enterara —. Ponlo todo en su sitio ahora mismo.
- No — una dura chispa oscureció sus ojos, y sacudió la cabeza —. En esto no me convencerás. Entrando en una situación desconocida, un hombre debe estar preparado para lo peor.
Tenía razón, pensó ______ , pero nunca lo admitiría en voz alta. Estar preparado para lo peor era la primera lección en la autodefensa. Aunque en ninguna de sus clases se había mencionado el derrotar a un atacante con una espátula. Un lápiz, tal vez. Incluso llaves.
Realmente, ¿qué daño podía hacer si se quedaba algunas de esas "armas"? Ella nunca las usaba, de todos modos. Y si le hacían sentirse más seguro, pues eso era lo más importante. No podía imaginarse el ser transportada a otro mundo, sola e indefensa.
- ¿Por qué no hacemos un trato? — sugirió —. Puedes quedarte con las tijeras y la espátula.... — y sintiéndose como una idiota, añadió — ...pero los cuchillos y el rodillo de cocina permanecerán aquí.
El silencio llenó la estancia mientras él consideraba su oferta.
Finalmente, él cabeceó.
- Acepto el trato. ¿Ves lo dispuesto a negociar y lo razonable que soy?
- Oooh, eres un autentico asno — su cara se iluminó, y ella añadió —, ¡no te daré una moneda, antes besaría tu..... De acuerdo, simplemente no es justo!
Sus ojos centellearon con alegría, haciendo que su pálido iris brillaran como diamantes en un cielo nocturno.
- No me tomaré la molestia de castigar tu impertinencia... a no ser que, por supuesto, desees el castigo en la cama. Tenemos tiempo suficiente antes de visitar al hechicero.
Ella hizo rodar sus ojos, tratando de exteriorizar frescura y naturalidad. En el interior, sin embargo, su cuerpo
gritaba ¡hip, hip, huuurraaa, todavía hay tiempo!
- Asegúrate de que las armas están ocultas cuándo salgamos de casa, ¿vale?
- No soy un jovencito inexperto — su alegría fue sustituida rápidamente por la ira —. Sé que las armas deben
ocultarse mientras no haya indicios de batalla.
Bueno. Con cada palabra que decía, su irritación aumentaba. Ahora mismo él parecía listo para atacarla con los
cuchillos por haber desafiado e insultado su inteligencia. Hora de cambiar de tema.
- ¿Encontraste algo bueno para comer?
- No — su expresión perdió la mayor parte de su irritación —. No me enseñaste a preparar esto — sostuvo
un tupperware lleno de pasta. Una delgada capa de queso y mayonesa cubría la superficie.
Ewww, pensó. Él había tratado de hacerse un emparedado con eso.
- Es lo más duro, insípido y asqueroso que he comido alguna vez.
Alex notó varias señales de mordiscos alrededor de las esquinas del tupperware. La risa amenazó con burbujear
fuera de su garganta, pero se la tragó.
- Eso es el recipiente, tonto. La comida de verdad está dentro — curioseó el plástico con los dedos. La
acción hizo que rozara su mano, enviando una sacudida eléctrica por todo su brazo. Inestable ahora, dejó el
plástico a un lado —. De todos modos, no querrás esto para desayunar.
- Pero estoy hambriento, y no tienes nada más — se acarició la mandíbula.
Ufff, alojar a un extraterrestre era más caro de lo que ella había previsto.
- Hay una cafetería a unos quince minutos de aquí. Hacen los mejores batidos. Podemos estar fuera en menos de una
hora.
En su rostro brilló débilmente el placer una fracción de segundo antes de que el pánico se colocara allí. Un
momento más tarde, se puso pensativo. Negó con la cabeza.
- No — su tono no reflejaba ninguna emoción —. Primero iremos al hechicero. Estoy impaciente por encontrar al
que me llevará a casa. Después de eso, me concentraré en ti. Y te conseguiré,_______ . No lo dudes —eso
último fue dicho en un tono oscuro, desafiándola a contradecirlo.
Ella jadeó.
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Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA] By: Javiera
FanfictionCréditos a la creadora Javiera Nicole Mardones Muchas gracias por tu maravillosa historia ------- UN AVISO MUY IMPORTANTE las novelas que yo tengo en Wattpad NO SON MÍAS, las e publicado aquí porque las e encontrado muy buenas y quería que disfruta...