Él paró sólo a un latido de distancia.
- Número uno: No te daré ninguna orden irracional, mientras tú hagas lo mismo hacia mí.
La tensión en sus hombros se relajó un poco.
- Eso es bastante justo.
- Número dos: Te tocaré sólo si tú me tocas primero. — Para divertirse, apoyó el brazo contra la pared, al lado de ella —. O quizás, esperaré hasta que me pidas, muy dulcemente, que ponga mis manos sobre ti.
Al principio ella le miró como si fuera a soltar un bufido. Pero luego, su mirada se deslizó sobre él, y sus mejillas se enrojecieron.
- Mantendré la distancia — dijo, apartando los ojos —, y te pediré que me toques cuando nieve en el infierno.
- Ya lo hiciste antes. En el jardín.
- Eso fue diferente. — Sus mejillas ardieron, más enrojecidas. Cuando él no hizo ningún comentario, ella exclamó —: Eso fue diferente. La estatua me atraía. Tú no lo haces.
- No digas más, pequeña bruja. Podrías llegar a lamentar esas palabras.
Su furia hacia él aumentó, pero no negó sus palabras.
Él aprovechó su ventaja.
- Número tres: Llevaré la ropa cuando la situación lo requiera, y sólo entonces.
Silencio.
Mujer obstinada.
- Esos son los ajustes que deseo. Si no son aceptables... — Su voz enmudeció, dejándole a ella deducir las consecuencias.
Un suspiro lo bastante fuerte como para que llegará el dulce aire a las mejillas, salió de sus labios.
- Está bien, los acepto, vale. ¿Ya estás contento?
- No tan contento como me gustaría estar. — Él extendió la mano, con la intención de deslizar la yema del dedo a través de su mejilla. Entonces recordó su regla y su propio requisito. A no ser que ella lo pidiera, no podía tocarla. Murmurando una maldición, dejó caer la mano a un lado.
Ella cogió la sábana y la empujó hacia él.
- En esta ocasión es necesaria la ropa. Ya que no conoces las normas y costumbres de mi planeta, tendrás que fiarte de mí en esto.
Frunciendo el ceño, él cubrió otra vez la parte inferior con el trapo.
- Agradezco a Dios que sólo tengamos que aguantarnos el uno a el otro hasta mañana por la mañana — refunfuñó ella —. De otra forma, podría morir de la tensión.
Más divertido que irritado, él dijo:
- ¿Eres siempre tan desagradable con tus invitados?-
Ella onduló la mano en el aire una vez, dos veces.
- No soy desagradable.
- Sí, lo eres, y respondona, también. Pero para mañana al amanecer, quizás estés demasiado saciada como para discutir conmigo.
Su mandíbula se apretó con tanta fuerza que él temió que se rompería el hueso. Pero con un esfuerzo visible, ella logró relajarse.
- Vámonos a casa — dijo —. Estoy demasiado cansada para tratar contigo por esta noche. — Con esto, giró y se dirigió hacia la puerta.
- Si rompo una de tus reglas — la dijo detrás de ella —, te permitiré que me azotes por todo mi cuerpo con esa lengua tan regañona.
Ella casi se ahogó ante eso, y él requirió de toda sus fuerzas para sofocar la risa. Ah, la vida nunca había parecido tan llena de futuros placeres. Por ahora, estaba libre de la maldición de Ryan. En cuestión de horas, se perdería entre los muslos suaves de una mujer. Y volvería a casa por la mañana. ¿Qué más podía desear un hombre?
Estoy en graaaaaves problemas, pensó _______.
Se metió en su camioneta, con el motor apagado; sentada simplemente allí, agarrando con tanta fuerza el volante que sus nudillos estaban blancos. Justin se sentó a su lado, en el asiento del pasajero, ajeno a las escandalosas sensaciones que revoloteaban en el interior de ella. ¿Lamerlo por todas partes? La idea le atraía más que nadar en una gigantesca bañera de Hershey's Kisses (bombones de chocolate) derretidos, aunque fuera en contra de cada gramo de sentido común que poseía. Contrariamente a lo que Justin podía pensar, los hombres machistas y desesperados no calentaban su sangre en el buen sentido.
Bueno, por norma general.
Su "harás esto" y "harás aquello" la irritaban sin límite, pero aquella irritación no conseguía borrar su atracción. Él era simplemente tan pecaminosamente sexy, tan inevitablemente masculino. Él sabía de su atractivo y de sus armas de seducción y no vacilaba en usarlas en su propio beneficio.
Con sus palabras, sus miradas y sus suaves caricias, él había dejado claro cuales eran sus intenciones. Muchas veces, durante sus conversaciones, ella había dudado, preguntándose si simplemente se rendía o si seguía resistiéndose. ¿Y si resistiéndose, sólo posponía lo inevitable?
La intuición le decía que este hombre no sólo podría darle la noche más salvaje de su vida, sino que podría curarla del Síndrome de la Primera Cita. Él no andaba con las piernas arqueadas o hablaba con un tono nasal. No, él poseía el paso de un cazador, fuerte y seguro. Su ronca voz le provocaba temblores de placer, no temblores de repulsión. Ella no lo había visto comer, pero dudaba que se comiera los guisantes de uno en uno. No creía ni que tuviera la paciencia de masticarlos.
Él no era del tipo paciente.
Aún así, eso no le desagradaba tanto como debería hacerlo.
- ¿Cómo pones este vehículo en marcha? — A su lado, Justin abrió la puerta del coche, pero no se bajó.
Simplemente cerró la puerta otra vez, luego la volvió a abrir y cerrar, los goznes chirriaron con cada
movimiento.
- Sigue intentándolo así — refunfuñó ella, todavía perdida en sus pensamientos.
Cuando una pasaba por alto su impaciencia, su comportamiento machista y su inclinación a desobedecer, Justin era
casi perfecto. Y realmente la excitaba de un modo que nunca había experimentado antes.
¿Y qué si lo hacía? ¿Si aceptaba el placer que él le ofrecía?
Un simple roce de su cuerpo contra el suyo casi había hecho que ella experimentara su primer orgasmo. No se
imaginaba lo que el contacto con su cuerpo entero, piel contra piel, la profunda introducción de su miembro en su
interior podrían hacerle. Matarla, lo más probable, ¡pero qué manera de morir! Sin embargo, a pesar de su
Yo-puedo-darte- el- clímax- de- tu- vida y su magnetismo sexual, él realmente era condenadamente molesto. Con su
actitud, se parecía demasiado a sus hermanos. Las cejas de ______ se unieron. Vale, ¿así que tenía que
convencerse a si misma para acostarse con él? ¿O ya estaba convencida?
Hora de reagruparse.
Pros: 1. Ella lo había deseado, tanto en su forma de estatua como siendo humano, durante las ultimas tres semanas.
2. Él podía azotar su cuerpo en un placentero soufflé. 3. Él se marchaba a la mañana siguiente.
Contras: 1. Él se marchaba a la mañana siguiente. 2. Su arrogancia le hacía perder los nervios. 3. Ella no era
nada más que una obligación necesaria para él, alguien que le era de utilidad de momento.
¿Realmente quería ella ser una "obligación momentánea" en su primera vez?
No.
Ella quería cariño y dulzura, flores y música. Quería palabras bonitas y halagadoras, tal vez hasta un
susurrado: " Simplemente tengo que tenerte. No puedo vivir sin ti. Si no te toco pronto moriré. Por favor. Te lo ruego."
ESTÁS LEYENDO
Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA] By: Javiera
FanfictionCréditos a la creadora Javiera Nicole Mardones Muchas gracias por tu maravillosa historia ------- UN AVISO MUY IMPORTANTE las novelas que yo tengo en Wattpad NO SON MÍAS, las e publicado aquí porque las e encontrado muy buenas y quería que disfruta...