Capítulo 40.

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No podía dejar que eso pasara.
Corrió tras él, haciéndole una zancadilla y haciéndole tropezar. Él se estrelló en la dura tierra, derrumbándose como una casa demolida. Se movió rápidamente, precipitándose sobre las manos, arrebatándole la llave. Cuando trató de salir corriendo, fuera de su alcance, la agarró del tobillo. La siguiente cosa que supo, fue que estaba tumbada sobre el estómago, tratando de respirar.
Justin se le echó encima, cogió la llave de su apretón estilo Kung Fu y sonrió.
¡Sonrió!
Usó las manos para ponerse de pie y lo observó, prácticamente, saltar hacia la camioneta.
- ¡Espera! — Corrió a trompicones detrás de él, levantando grava a cada paso y lo agarró del brazo. — Hagamos un trato.
- He sido un guerrero toda mi vida. No sé nada de tratos.
Con aquellas siniestras palabras resonando en los oídos, se deshizo del asimiento y caminó a zancadas hacia la puerta del conductor de la camioneta. Saltó hacia la parte delantera del vehículo, con los brazos completamente extendidos.
- Hiciste un trato con lo de las armas, ¿No? E hiciste otro cuando dormiste en el suelo en vez de mi cama — esperaba que la alzara y moviera a un lado de la carretera, apartándola eficazmente de su camino.
No lo hizo. Permaneció al lado de la puerta abierta.
- Si lo que te preocupa es conducir durante tanto tiempo — dijo con tono aparentemente suave — podemos regresar después del amanecer.
- No. Absolutamente no. Ya he perdido demasiado tiempo por tu culpa.
- Entonces, hasta luego. — Se metió dentro de la cabina.
- No conoces el camino. — ¡Ajá! Eso debería pararlo.
Las esquinas de los labios se elevaron con otra sonrisa satisfecha.
- Has estado usando este mapa durante todos estos días. — Sostuvo el folleto en cuestión. — ¿Crees que no puedo hacer lo mismo?
- No conoces los nombres de las carreteras, y no puedes leer mi lengua. Además, te denunciaré a la policía por robar mi coche.
Suspiró.
- Lamento mucho el empleo de la fuerza,_____.
Los ojos se oscurecieron y ella hizo una pausa.
- No has usado ninguna fuerza — dijo cautelosamente.
- Pero lo voy a hacer.
Antes de que tuviera tiempo de parpadear, salió del coche, se acercó y con una mínima protesta de su parte, la levantó en brazos. Podría haber luchado o peleado con más fuerza, pero no quería hacerle daño. Sin una palabra, la soltó en el asiento de pasajeros y se colocó detrás del volante.
- Ahora vendrás conmigo — dijo con seguridad.
_____ intentó quitarle la llave. La eludió fácilmente y luego empujó el metal dentado en la ignición y comenzó a empujar los pedales. Tirón. Parada. Tirón. Parada. Un sudor frío rompió a través de ella, y se lanzó a su lado, tratando de agarrar el volante.
La dominó con facilidad.
Si veía un coche, sólo uno, dirigirse hacia ellos, tiraría a Justin a empujones por la puerta, sin importarle las heridas que pudiera sufrir. O, tal vez, presionaría la arteria carótida hasta que se desmayara. Por ahora, iban solos por la carretera así que tenía tiempo de planearlo cuidadosamente.
- Me haces daño — gritó.
Indiferente al supuesto dolor, continuó.
- ¿Quieres matarnos a los dos? Si sigues con esto, es lo que conseguirás. ¡Y vas a averiar la camioneta! Este viaje es ridículo. Ni siquiera tenemos una muda de ropa. Tendremos que volver esta noche y después, realmente me dolerá el trasero y haré que lo lamentes porque tendrás la culpa. Tengo demasiado trabajo por hacer en la casa. Voy contra reloj, pedazo de burro, y tendrás que pagarme todo este tiempo.
- ¿Estás intentando que desee cortarme las orejas y que dé la vuelta? — gruñó, sin mirarla todavía.
- ¡ Sí!
Agarraba el volante con tanta fuerza que hacía rato los nudillos se habían vuelto blancos. El camión se movía lentamente por la carretera, a no más de cinco kilómetros por hora.
- Puedo caminar más rápido que esto, abuelito.
Un músculo se movió nerviosamente sobre la mandíbula, y la expresión asediada del rostro fue casi cómica.
- Cierra la boca, _______, o lo haré por ti.
- Entonces hazlo por qué no me callo. Y para que lo sepas. ¡Si lo que quieres es que me quede en silencio, no habrá nadie que te avise de que vas por el camino incorrecto! — Antes de que pudiera responder, se inclinó hacia adelante y puso la radio a todo volumen. Meredith Brooks cantaba "Bitch".
La letra la calmó al instante, y se deprimió. Él no se merecía esto. Simplemente quería volver a casa.Justin debía pensar que sufría ataques de locura permanentes. Tal vez, por eso, no la había tocado durante esos tres días anteriores... Tendría miedo de que lo atacara y lo matara mientras estaba dormido. Suspirando, bajó la radio.
- Aparca — le dijo.
- No. — La palabra surgió como el gruñido de un animal enjaulado.
- Aparca. Conduciré yo.
La barbilla giró de golpe y la miró con esperanza.
- ¿Lo dices en serio?
- Sí, maldita sea. Ahora aparca.
Habría parado justo allí, en medio del camino, tan grande era el alivio, pero le señaló hacia un lado.
No pares aquí. Para allí. — Una vez que se detuvieron, cambiaron rápidamente de sitio.
- Realmente me debes una por esto — refunfuñó.
- Fácilmente puedo pagarte una vez que lleguemos. Sólo necesito una cama y cinco minutos de tu tiempo. — La
diversión brilló a través de los ojos, y sólo entonces comprendió cuánto lo había echado de menos.
- ¿Cinco minutos?
- No. He cambiado de idea. — Los labios se estiraron. — Sólo necesito dos.
_____ sacudió la cabeza y giró la camioneta hacia la derecha.
- Eres incorregible ¿Sabes?
- Sí. Lo sé
Y le gustaba así.
Condujeron en silencio durante aproximadamente veinte kilómetros, con el suave murmullo de la radio como único
ruido. Sentía el calor del cuerpo de Justin, manteniendo los pensamientos en las zonas bajas. Quizás era, por
naturaleza, más sensual de lo que había creído. O quizás, simplemente, era carnalmente adicta a Justin, porque
su cerebro comenzó a tejer fantasías en la mente. Lo veía todo tan claramente. Se acercaba más a su lado y
deslizaba la mano por su muslo, haciendo que temblara dolorosamente por más. Los ojos la devoraban mientras
susurraba una provocación que no podría ignorar. Te desafío a experimentar el placer supremo,______. Y ella,
Oh, le dejaría. Las puntas calientes de los dedos apartarían las bragas y resbalarían fácilmente dentro. Luego,
la acariciaría, primero lentamente, con deliberadas caricias de terciopelo, luego, con rapidez impaciente.
Quizás sacaría los dedos de su interior y se los llevaría a la boca, como si no pudiera vivir un momento más
sin probar su sabor.
- ¿______?
La voz era real, no parte de la fantasía y despertó de golpe.
- ¡ Qué!
- ¿ Es normal que conduzcas así?
- ¡Oh, Dios! — Entre bocinazos y gestos con los dedos medios levantados, regresó la camioneta al carril
adecuado. Se tomó un momento para reunir las ideas, reducir la marcha de la respiración y controlar los temblores
que no tenían nada que ver con la mala conducción. Señor, quería explorar su cuerpo y permitirle que explorara
el suyo. Quería sentir las duras ondulaciones de los músculos y la piel sedosa.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora