Capítulo 69.

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La sirenas se repetían al fondo. La policía de Dallas llegaba como un torrente pero ____ no se preocupó por nadie excepto de su marido. Ella se puso de puntillas y lo besó suavemente en los labios.
- Por favor, Justin, regresa a mí. Te amo. Juro que lo hago.
Él permaneció como estaba.
- ¡Maldito seas!, ¿Por qué no regresas a mi?
Su hermano se acercó a su lado en ese instante, intentando separarla de la estatua. Ella se aferró a Justin con todas sus fuerzas, sacudiéndolo en el proceso.
- Te necesito. Te necesito tanto. — Muchas veces se había imaginado su partida, pero ahora que había ocurrido, sabía que no podría vivir sin él. Ella iría a cualquier parte que él quisiera que fuera; aceptaría cualquier condición para conseguir que volviera.
- Soy tu pequeña bruja y te ordeno que abras los ojos. — Las palabras abandonaron su boca suavemente, con calma, mientras otra rondan de truenos estallaba en lo alto. Tal vez Ryan podría ayudarle, pensó con esperanza —. ¿Ryan?
Él no le hizo caso.
- ¡Ryan, Dios te maldiga, haz un hechizo! Haz algo para salvarlo.
Él actuó como si no la oyera. Tal vez incluso no lo hacía. Estaba concentrado únicamente en su madre, sujetándola cuidadosamente entre sus brazos...
- ¿Por qué? — Preguntó con voz rota —. ¿Por qué lo hiciste? Podrías haber salvado a Justin, pero me escogiste a mí. — Él alzó de golpe la cabeza y levantó los puños al cielo, maldiciendo todo el rato. Pero entonces, de pronto, sus hombros cayeron —. Yo te he hecho esto. — Él hundió su cabeza y sollozó.
Cuando se calmó, miró, suplicante, a Heather.
- Ayúdame, Heather. Por favor ayúdame. Siento tanto todo lo que he hecho. Dame una oportunidad. Esta vez lo haré bien. Te juro por las antiguas leyes Druinn que lo haré por ti. No me abandones ahora. Te necesito desesperadamente.
Estremecida de dolor, Heather se arrodilló detrás de él y lo abrazó.
- Estoy aquí. Siempre estaré aquí para ti.
Él cerró los ojos brevemente y asintió con la cabeza. Luego agitó su mano a través del aire y el trío desapareció.
En ese momento, _____ vislumbró unas imágenes en su mente. Imágenes de Imperia, de la ondeante hierba blanca, de los castillos de cristal y los dragones volando en lo alto. Justin nunca alcanzaría su casa, el lugar al que él siempre tuvo tantas ganas de volver.
Sus rodillas se doblaron y ella cayó al suelo en un charco empapado por lluvia.
Una semana más tarde
El crepúsculo despuntó con rapidez en el horizonte, dejando un brillo violeta y dorado a su estela. El viento se arremolinaba alrededor de las dos figuras situadas encima de una roca, agitando su ropa en un primitivo baile. El aire levantaba pequeñas gotas de agua de la blanca playa del Druinn, que chocaban contra la roca, creando un fresco y húmedo refugio.
La desesperación y la vergüenza golpeaban el interior de Ryan por todo el dolor que había causado. Sin embargo, también la esperanza y la alegría se aferraban tenazmente a él gracias a la mujer que estaba a su lado. Su madre estaba muerta y él sabía que una eternidad no podría borrar su culpa.
Ayudado con un poco de su magia, el hombro de Heather se había curado lo suficiente como para que no sintiera ningún dolor y ella entrelazó sus dedos alrededor de su mano derecha, dándole fuerzas para lo que él estaba a punto de hacer. En su mano izquierda sostenía el amuleto de su madre. Las costumbres de Imperia exigían que lo destruyera, ya que había sido el corazón de la magia de su madre. Pero no podía obligarse a destruir el último recuerdo que tenía de ella.
Por eso, estaba sobre el Mar Artillian, la extensión de agua más grande de Imperia, para homenajear a su madre devolviendo su esencia a los poderes que la crearon... Con dedos temblorosos, llevó el amuleto a sus labios, lo besó suavemente en el centro y suspiró profundamente. Tenía que dejarla ir.
- Te quiero, — susurró con voz rota mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Luego quitó la piedra de la izquierda, la más pequeña de las tres, y tiró el collar al mar de color ámbar.
Observó el amuleto hundirse, despacio al principio, para luego desaparecer completamente en las profundidades. El tiempo pasó en silencio y ni él ni Heather se alejaron.
- Gracias por acompañarme, — le dijo él suavemente —. Lamento que no tuvieras la oportunidad de conocerla.
- Ya conozco lo más importante de ella. Que te quería.
- Sí, lo hacía. Realmente me quería y aún así yo soy el responsable de su muerte
Los dedos de Heather apretaron los suyos.
- Podría llevarte de regreso a tu mundo si lo deseas. — Su mirada no abandonó el agua. Él no quería confrontarla aún, por miedo a lo que descubriría en sus ojos.
Ella contestó sin vacilar.
- Quiero quedarme aquí contigo... si tu quieres.
La tensión de sus músculos se relajó y le sujetó la barbilla para mirarla con intensa adoración, respeto y felicidad.
- Me alegro, me alegro tanto. No creo que pueda sobrevivir sin ti.
Ella le dio una media risa.
Después de todo, era su marido. ¿Cómo pudo, alguna vez, haber sido tan estúpida como para pensar que no lo amaba? ¿Tan estúpida de creer que él no la amaba? Ella había irrumpido en todas las bibliotecas y páginas de Internet que conocía, pero ni siquiera había encontrado una referencia a los hechizos de piedra.
Las lágrimas se derramaron por sus mejillas, y descansó la cabeza contra el volante. El futuro parecía tan triste y apagado sin él. ¿Qué iba a hacer?
¿Qué iba a hacer?
Si nunca encontraba la forma... No, no podía permitirse pensar así. Ella encontraría un modo de salvar a Justin; tenía que creer en eso. Resuelta, se limpió las lágrimas con dedos temblorosos y salió de la camioneta. Caminó deprisa hacia la casa, luchando contra las grandes olas de depresión, arrojó la chaqueta al suelo y entró en la cocina.
Sin Justin a su lado, todo parecía estar mal. Como si su alma no estuviera completa. Se sorbió los mocos, otra vez peligrosamente cerca de las lágrimas. Apretando los labios con fuerza, se dirigió a la sala de estar y encendió la televisión. Cerrando los ojos intentó despejar su mente. No había dormido nada en las pasadas semanas y pronto se sintió caer en un olvido irregular.
Unas horas más tarde, se dio cuenta de que un hombre estaba de pie sobre ella.
Ryan.
Se despejó de golpe, la furia palpitando a través de ella.
- ¡Tú!
- Eres más fuerte de lo que piensas, Ryan. Ambos lo somos.
Tomó su cara entre sus manos, deleitándose con el contacto de su piel.
- Tengo que regresar un momento. No puedo manipular el tiempo en Imperia, ya que la magia de aquí no me permitiría deshacer lo que ya está hecho. Pero puedo manipularlo en otro mundo hasta el momento de mi última partida. Aunque eso no salvará a mi madre, — susurró tristemente —, me permitirá hacer algo por ella. — Cerró los ojos y presionó su frente contra la de Heather —. Debo intentar compensar el daño que le he hecho a ____ y Justin.
- Lo sé, y estaré aquí, esperando tu vuelta.
Colocó un suave beso sobre sus labios. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Detrás de ellos, los tres soles de Imperia finalmente descendieron.
_____ fustigó su camioneta por el camino de entrada. Habían pasado dos semanas desde que Justin se había convertido en estatua de nuevo. ¡Dos semanas miserables, horribles y desgraciadas! Cada día la pena la atormentaba, una pena que no sólo nunca disminuía, sino que crecía.
Gray la llamaba cada mañana. La primera semana, había estado en shock por lo que había visto. Pero él y Steve habían acordado no contar nada de lo que había pasado. ¿Quién los habría creído, de todos modos? Ahora Gray y el resto de su familia sólo se preocupaban por cómo se encontraba ella.
¿Qué cómo se encontraba?
Horriblemente mal.
Ella quería a Justin de vuelta en su vida, en sus brazos y en su cama.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora