Y no se la llevaría alejándola de todo lo que conocía.
No podía hacer nada para romper definitivamente la maldición, pero haría algo por la mujer en sí misma. Sí, la maldición se preparaba para golpearlo, lista para reclamarlo. Pero, por alguna razón, no sintió pánico ante ese pensamiento. No, estaba más preocupado por ____. Si él se convertía en piedra otra vez, quería que ella estuviera protegida por su nombre y sus poderes, y el único modo de hacer lo que debía era convertirla en su mujer.
En su obstinación, ella lo seguía rechazando.
Es hora de que tome la decisión por ella, pensó él de pronto. Irrevocablemente.
Decidido, se dirigió a zancadas al interior de la casa. La luz oscura bañaba su durmiente forma, como el polvo de hadas que iluminaba un círculo mágico. Con cuidado, la sacudió para despertarla y se puso encima de ella, con los codos a cada lado de sus hombros.
- Esto es muy importante, ____. Despierta.
Sus ojos parpadearon hasta abrirlos.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Necesito que repitas después de mí, — le dijo él.
- Ahora no, — bostezó ella y cerró los ojos otra vez —. Tengo demasiado sueño.
-Mishel. — Él la sacudió un poco más fuerte —. Esto es muy importante.
- ¿Por qué?
- Por favor, ____.
Ella pronunció un suspiro y lo afrontó.
- Vale. Estoy despierta.
- Repite después de mí. — Él pronunció una serie de palabras en una lengua que ella no entendió. Pero algo en su interior le exigía hacer lo que él le pedía, repetir cada palabra con exactitud.
Así que lo hizo.
Él dijo las palabras otra vez.
Ella las volvió a repetir.
Después él asintió con la cabeza.
- Está hecho. — Con esto, se desnudó y la penetró, tan profundamente que ella no estaba segura de donde terminaba ella y comenzaba él. Perdida en la pasión, se olvidó preguntarle qué era lo que había dicho.
La tarde vino a ellos como una venganza. La lluvia golpeaba contra las ventanas y el viento silbaba como si los demonios de la noche hubieran escapado del infierno.
Sólo quedaban unas pocas horas. Justin lo sabía. Lo sentía.
Mishel se revolvió a su lado y bostezó.
- Buenos días. — Sus párpados estaban medio cerrados, pesados y soñolientos. Ella le sonrió dulcemente, bostezando aún un poquito.
- Debemos hablar. — Con expresión grave, casi desesperada, él le ayudó a sentarse.
Ella frunció el ceño y juntó las cejas.
- Deja que primero me espabile. Necesito un batido o algo.
- No. Escucharás lo que te tengo que decir.
Levantando los brazos sobre su cabeza, ella se estiró y se estremeció ante su dolorido cuerpo.
- ¿De qué quieres hablar?
- Hace unas horas... — su corazón latió de forma irregular —. ...te convertí en mi compañera de vida.
Ella se congeló. Todo rastro de sueño abandonó su cara.
- ¿Hiciste qué?
- Te hice mi esposa. Dije las palabras de vinculación, y tú las repetiste.
- ¿Bromeas, verdad? — Pero ____ sabía que no lo hacía. Sus ojos estaban oscurecidos, apagados y sin brillo. El estómago se le encogió y el miedo la inmovilizó como si estuviera atada con grilletes, provocando que su aliento quemara en sus pulmones.
- Te dije que no.
- Creo que lo que realmente querías decir es sí.
- ¿Y crees que ahora caeré a tus pies y juraré amarte para siempre?
- No, estoy preparado para el destino que pronto me acontecerá. Lo que hice, lo hice por ti.
Ella había oído ese racionamiento durante toda se vida. Sé lo que es mejor para ti, ____. Tú es una chica. Yo soy un hombre. Ella había esperado algo mejor de Justin.
- Esto no cambia nada. No amaré a un hombre que a cambio, no me ame realmente.
- ¿Cómo puedes decir eso? Te amo con todo mi corazón.
- ¿Ah, de verdad? ¿Cómo puedo creerte cuando no hiciste caso de mis deseos e hiciste cumplir tu voluntad por encima de la mía? — El dolor pulsaba a través de ella atormentándola con fuerza, consumiéndola.
- Eres mía, ____. Todo lo que ha ocurrido hasta ahora lo demuestra. — Él se encogió de hombros —. ¿Lo entiendes? Mía. Tú me perteneces y yo te pertenezco. No hay opciones en esto. Es un hecho. Sin términos medios.
Luchando con su dolor, ____ recordó el primer día que se tropezó con su estatua. Ella ya había decidido no comprar la casa. Había demasiadas reparaciones por hacer, y buscaba un proyecto más pequeño para ese verano. Pero en cuando vio la estatua de Justin supo, supo, que la casa le pertenecía.
Ambos se pertenecían. Pero eso no significaba que él tuviera derecho a casarse con ella sin su consentimiento.
- No pensé en herirte, ____, al no tener en cuenta tu decisión, pero hice lo que creo que es lo mejor. Tú dijiste las palabras. Es todo lo que importa. Te ataste a mí por voluntad propia.
_____ estaba de pie en la cocina, bebiendo un vaso de agua. Estoy casada, pensó. Casada. El placer comenzaba ya a disipar la cólera. Antes del mediodía, comprendió que le gustaba el pensamiento de que Justin fuera su marido. Le gustaba el pensamiento de que ella fuera su esposa.
Señor, ¿qué iba a hacer?
De nuevo calló, fuera lo que fuera a decir. Algo había cambiado en Heather. Algo para mejor.
Desde que Justin había confesado lo que había hecho, la había perseguido como un pequeño cachorro perdido, sin cesar de hablarle de su amor, su compromiso, y de su necesidad de verla protegida.
Y empezaba a creerle.
Sólo tenía que decir la palabra amor... pero algo siempre la detenía. Un sentimiento de temor, de miedo incluso, de que todo lo que él afirmaba sentir fuera una simple ilusión, y de que perdiera el interés una vez que consiguiera lo que quería.
-____ — comenzó.
En ese mismo momento, la puerta de la calle se abrió de golpe, rociando una fina capa de lluvia en la sala de estar.
Heather y Frances entraron corriendo, cerrando la puerta de un portazo. Asustada, ____ se quedó quieta frente al fregadero con el vaso en el aire, mirándolas boquiabierta. Frances se acercó a su lado, evitando cuidadosamente a Justin, que estaba de pie en una esquina observándolas a todas.
- Heather me convenció de venir. No sé lo que pasó aquí, y no quiero que me lo cuentes. Simplemente quiero hacer mi trabajo, y no quiero hablar nunca de lo que pasó.
Mishel asintió con la cabeza y dejó el vaso a un lado.
Con eso aclarado, Frances desapareció por la puerta, hacia la calle.
Heather permaneció en su lugar, retorciéndose las manos.
-_____, yo... bueno, ¿cómo estás?
_____ parpadeó.
- Bien, gracias. ¿Y tú?
- Mejor — la muchacha le dedicó una media sonrisa. Indecisa, pero auténtica —. Estoy mejor. He pasado los últimos días pensando en mi vida, y yo...
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Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA] By: Javiera
FanfictionCréditos a la creadora Javiera Nicole Mardones Muchas gracias por tu maravillosa historia ------- UN AVISO MUY IMPORTANTE las novelas que yo tengo en Wattpad NO SON MÍAS, las e publicado aquí porque las e encontrado muy buenas y quería que disfruta...