Capítulo 17.

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Nunca me das lo que quiero, se quejó su cuerpo, y quiero a Justin.
Acallándolo, su mente le replicó. ¡Es que no tenemos bastantes problemas!
Azulejo. Lechada. Azulejo. Lechada. Con la voz de Justin amortiguada y su imaginación ocupada colocando azulejos, despacio, muy despacio, sus sensibilizados nervios se calmaron. El escozor de la anticipación se aquietó. Cuando creyó que habíatranscurrido el tiempo suficiente, dejó de fingir los ronquidos y se quitó las manos de los oídos.
El bendito silencio le saludó.
Entonces, como si él estuviera en armonía con ella en cada acción, cada sentimiento y pensamiento, Justin dijo:
- Sólo di las palabras,_______. Dilas y danos a los dos la liberación.
- De acuerdo, diré las palabras — sus uñas se clavaron profundamente en sus piernas, dejando marcadas unas medias lunas —. Diré cállate o márchate. ¡Por favor! Tenemos que madrugar y ya son las dos de la mañana. Después de que te lleve ante el psíquico, tengo que ir a trabajar. Necesito descansar.
Cinco. Diez. Quince minutos pasaron. Él no habló más. Ella hasta ni lo oyó respirar.
En el silencio que siguió, los párpados de _______ comenzaron a cerrarse. Ella cogió la laca para el cabello otra vez, lista a saltar de la cama y golpearlo con él en la cabeza si él se atrevía siquiera a roncar. Al cabo de un rato, su agarre se relajó y rodó a un lado. Su último pensamiento antes de que su mente fuera a la deriva, antes de sucumbir a la oscuridad, fue que aquel hombre necesitaba que lo amordazaran, y que ella mereciera unos azotes por permitirle entrar aquí desnudo.

La mañana amaneció clara y despejada.
- Yo también necesito despejarme — refunfuñó _______.
Luego gimió. Sus ojos ardían y su cabeza palpitaba. Necesitaba un atracón de proteínas o pronto se encontraría en un hospital, hundida en un coma por tomar cafeína.
Normalmente hacía ocho kilómetros de footing cada mañana. Hoy, sin embargo, iba a hacer una excepción. En este momento, no podría hacer footing ni al cuarto de baño aunque su vejiga dependiera de ello.
Las sábanas y mantas se enredaban a su alrededor como el capullo de una mariposa. Se quejó con un pequeño suspiro mientras se peleaba con ellas para liberarse. Había algo tirado en el suelo, pero como no era un batido de proteínas, no se inclinó para recogerlo. Frotándose los ojos, llegó a trompicones hasta el cuarto de baño.
Se lavó la cara, luego se cepilló los dientes y el pelo. El reflejo que le devolvió el espejo estaba vidrioso por...... algo. Cansancio. Mucho cansancio. Esperando que el agua caliente, y mucho vapor, la ayudara, se metió en la ducha. Cuando salió, se colocó su bata, sintiéndose menos grogui, pero todavía ansiando un atracón de dulce fruta. Una vez que por sus venas corrieran bastante B12 como para estimular a los jubilados de Sandy Meadows, estaría lo suficientemente despierta como para tratar con Justin.
¡Justin!
Los ojos de ______ se abrieron consternados ¿Cómo podía haberse olvidado del atractivo extraterrestre que dormía en su cuarto?
Con palpitaciones en el corazón, y ondeando su blanco albornoz, salió corriendo del cuarto de baño; explorando el suelo, sólo vio el bote de laca.
Justin se había ido.
Lo único que recordaba su presencia era la almohada arrugada y la manta enredada, juntas en un montón a los pies de su cama. Ella cogió algo de ropa del armario y se la puso a toda prisa mientras corría a través del cuarto. Apenas había conseguido cerrar la cremallera de sus pantalones vaqueros cuando entró en la sala de estar. Ningún signo de su extraterrestre.
¿Y si su madre lo había tele transportado de vuelta? Peor, ¿y si estaba todavía aquí, en su casa, examinando sus cosas? El estómago de ______ se hizo un nudo cuando se imaginó su ropa sucia esparcida por el suelo y sus electrodomésticos rotos y tirados por ahí. Atravesó el comedor, como si carbones ardientes fueran cocidos a fuego lento bajo sus pies.
Entonces lo vio.
Estaba de pie en la cocina, tarareando una canción que ella no reconoció. De espaldas a ella, saqueaba el contenido de su frigorífico. Un suspiro de alivio pasó a través de sus labios cuando notó que llevaba la ropa que le había dado anoche. Excepto que ahora su camisa estaba arrugada y los pantalones colgaban bajos sobre su cintura, burlándose de ella, atormentándola, porque un leve soplo de aire podría hacerlos resbalar hasta el suelo.
Era peligroso arder de esa forma ante la mera visión de él. Pero no sabía cómo controlar su reacción.
______ se aclaró la garganta.
Con un movimiento fluido, Justin giró y desenvainó un cuchillo atado con una correa a su tobillo, listo para golpear. Esa acción la asustó tanto, que sólo pudo parpadear, incapaz de correr, mucho menos de respirar. Él estaba allí de pie, con ese aura mortal de un hombre que sabía exactamente cómo luchar, cómo matar y mutilar, cada una de esas acciones tan aterradoras como el arma en sí misma.
Cuando él comprendió quién era ella, relajó su postura y devolvió la hoja a su improvisada funda. Incluso
aunque el cuchillo estuviera ahora oculto, los latidos de su corazón no redujeron la marcha. Nadie debería ser
capaz de moverse tan rápido o ser tan mortífero.
- Buenos días, _______ — le dirigió una media sonrisa que borró las duras líneas de su boca —. ¿Dormiste
bien?
- No. No lo hice — mordió su labio inferior, mirando aún fijamente la hoja envainada —. ¿Qué haces con ese
cuchillo?
- Necesitaba un arma.
- ¿Por qué?
Con un encogimiento de hombros, se volvió hacia la nevera.
- No te interesa saberlo.
- Sí, en cuanto que llevas mi arma.
- Si tanto te interesa, es para mí protección. Si... — la enfrentó otra vez, esta vez fulminándola con la
mirada, como si todo dependiera de ella — ...viajo a Imperia hoy, debo de estar preparado antes de que mis
enemigos me encuentren por casualidad.
Ya le había dicho antes que se iría a casa después de que ella lo llevara ante el psíquico, pero realmente no
había considerado lo lejos que era eso hasta este momento. Por alguna razón que no entendía, el pensamiento de
que se fuera de la Tierra, de pronto la entristeció. Ella quería que se fuera, desde luego, sólo que no a tantos
años luz de distancia.
¿Y por qué tanta prisa por volver, de todos modos? ¿Acaso tenía una familia: una esposa e hijos que esperaban
su regreso? _______ casi pronunció una retahíla de las peores palabrotas que conocía.
Aquí estaba ella, deseando a Justin, triste porque la abandonaba y él muy bien podría estar casado.
Aunque no iba a preguntarlo. Ellos no tenían ningún tipo de relación y, como seguramente le diría, eso no era
asunto suyo.
- ¿Estás casado?
¡Maldita sea! La pregunta surgió antes de que pudiera detenerla. El hombre había tratado de seducirla, después
de todo.
- Casado es unido de por vida, ¿no?
- Sí. Significa eso.
- Entonces, no — de pronto la miró ofendido —. Si fuera así, yo no te habría tocado.
- Oh.
No estoy aliviada, pensó, mientras olas de una emoción desconocida recorrían sus venas. Estoy simplemente
contenta de que el hombre tenga algo de moralidad.
- Así que, ¿conoces la forma de volver a casa?
- Sólo si encontramos un verdadero místico y sólo si.... — se paró y miró a lo lejos.
- ¿Qué? ¿Sólo si me acuesto contigo?
- No. Sólo si te enamoras de mí — contestó él rotundamente.
Ella parpadeó.
- No entiendo.
- Es parte de la maldición. Tú me liberaste. Ahora, libremente y de corazón, debes ofrecerme tu amor o volveré
a convertirme en piedra. Esta vez, para siempre.
- Es broma, ¿no? ¿Intentas llevarme a la cama otra vez? — ella se rió, el sonido débil e inseguro.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora