Capítulo 14.

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Y eso era mucho peor, pensó ella secamente.
- En el fondo eres un romántico, Justincito. Realmente lo eres. Y ahora ya hemos terminado con esta conversación. — ______ llegó de una zancada a su mesilla y pinchó el botón de encendido de su contestador automático.
- ¡Ey!, pequeña. Me voy de la ciudad por unos días y quisiera saber si podía tomarte prestado tu....
La voz de su hermano se apagó de golpe cuando Justin saltó a través del cuarto y golpeo la pequeña caja negra hasta hacerla añicos.
- Juuustiin! — gritó ella. — ¿Por qué hiciste eso?
- No percibí ningún tipo de magia de la caja y aún así, eso habló. — Desvió la mirada hacia la destartalada la caja como si esperara que, de algún modo, los pedazos se juntaran y saltaran al ataque. — El aparato debe ser realmente poderoso para ocultar tal poder.
- La grabación de voz no es magia.
Él no respondió, ni se movió para indicar que la había oído.
- De ahora en adelante, si no entiendes algo, me lo preguntas.
Ahora él sí que le frunció el ceño como considerándola una "niña tonta".
- Mientras pierdo el tiempo preguntando, el enemigo puede encontrar su oportunidad para atacar.
- ¡Mi contestador automático no es tu enemigo!
- No, ahora no — contestó él con aire de suficiencia.
- Maldita sea, Justin. No puedes simplemente destruir mis cosas. Tienes que...maldita sea — dijo ella otra vez. — Me hiciste decir una palabrota. —______ buscó dentro de su bolsillo y le entregó dos monedas. Ante su ceja levantada a modo de interrogación, ella le explicó su intento de hablar correctamente, como una dama.
Justin se rió.
- Me debes más que esto — sostuvo las monedas entre sus dedos y las inspeccionó. — Desde el momento en que me besaste por primera vez, tus muchos insultos casi me tienen chamuscados los oídos.
No pienses en sus besos. No pienses en sus besos.
- Lo que dije en el jardín no cuenta. Yo estaba en medio de una crisis.
- Crisis o no, todavía recuerdo tus palabras, justo antes de que envolvieras tu palma alrededor de mi...
- Es suficiente. — Él no hablaba de maldiciones ahora; se refería a su anterior confesión. Maldito, has invadido mis fantasías, eso es lo que ella creía que había dicho. — Estoy segura que oíste mal. Y para tu información, cuando toqué tu......Bueno, eso fue un accidente. — Antes de que él pudiera añadir algo más, ella dijo — ¡pero mira que tarde que es! — intentó fingir que estudiaba su reloj de pulsera, sólo para comprender que no llevaba reloj. — ¿Estás listo para irte a la cama?
Pregunta incorrecta.
- He estado listo durante mucho tiempo. — Su intensa mirada fija se deslizó sobre ella con el suficiente calor como para incinerarla. — Todavía estoy listo.
Sí, lo estás, ella pensó con un suspiro. Pero esto requería una negación rotunda, no recordar "su-hermoso-cuerpo- que- yo- podría- lamer- por- todas- partes ". Antes de que ella pudiera hacer una observación mordaz, Justin habló de nuevo.
- Me gustaría bañarme antes de...dormir. — vaciló tanto en la palabra "dormir" que más bien daba a entender "hacer el amor contigo".
Tragando, ______ condujo a Justin al cuarto de baño y le mostró como utilizar la ducha.
- Coloca una pequeña cantidad de champú en tu mano y enjabónate con la espuma el pelo. Si se te mete en los ojos...— Su voz se quebró al final, ya que mientras ella hablaba, Justin agarró el dobladillo de su camisa y tiró del material sobre su cabeza. — Ehhh, intenta que no te entre jabón en los ojos o te escocerán tanto que querrás que te los arranquen. Y yo simplemente, podría darte el gusto.
La camisa aterrizó en el suelo.
Ella había visto su pecho antes — y una parte más extensa — pero no pareció importar. Cada vez que veía su piel maravillosamente bronceada, tenía la misma reacción. Calor. Calor ardiente que estallaba en llamas. Su instinto de conservación se impuso a base de patadas esta vez, y mantuvo sus hormonas bajo control.
Tengo que dejar de reaccionar así.
- De buen grado colocaría ese jabón sobre mis ojos — dijo él con voz baja y melosa — si supiera que alejarías el dolor con besos.
- Seré yo quien ponga jabón en tus ojos si no paras con esto.
Su sonrisa viajó sobre ella como una caricia, suave y maravillosamente erótica.
- Eso si yo te permito presionar tu cuerpo contra el mío, para hacerlo.
Ella no hizo caso de aquel comentario, así como del revoleteo en su estómago.
- Cuando termines, corta el agua y coloca todo en su sitio. Y si no lo entendiste, déjame que te lo explique de otra forma. No abandones el cuarto de baño sin haberlo recogido. — Dicho esto, ella corrió hacia la puerta.
- No tienes mi permiso para marcharse. — Con la experiencia de un militar entrenado, él se movió delante de ella, parándola justo antes de la fuga.
Ella retrocedió.
- No necesito tu permiso para nada.
- Eres una mujer — explicó él.
- Y tú muy observador, ¿verdad?
Él suspiró.
- Debes lavar mi espalda.
- Lávate tú la espalda.
______ se movió lentamente y dió un paso hacia delante. Otro. Y otro. Casi estaba allí. Si solamente se apartara
de su camino...
- Como está claro que no me entiendes, lo explicaré de otra forma. Mis músculos todavía están rígidos por mi
confinamiento y requieren del toque tierno de una hembra.
- No tocaré tu espalda por ninguna razón ya que sé que tú lo considerarás como parte de tus modificaciones de
las reglas. Terminaré desnuda y en la bañera contigo.
Sus largas pestañas bajaron en una apreciación lenta, atractiva.
- ¿Sería tan malo?
- ¡Sí!
Él se apoyó contra el marco de la puerta y sonrió.
- Puedo prometerte que disfrutarás cada momento.
- Estoy segura de que puedes, pero aun así no estoy interesada.
Le empujó y cerró la puerta firmemente detrás de ella. Sola en el pasillo, trató de no imaginarse toda esa
gloriosa piel cubierta de brillantes burbujas de jabón.
No lo consiguió.
Él surgió media hora más tarde en una nube de vapor. Un olor limpio y fresco, floral, lo envolvía. Por suerte,
se había puesto los pantalones. Lamentablemente, no llevaba puesta la camisa, y él era, sin duda, pura carne cien
por cien Imperia. Las gotitas de agua goteaban de su pelo y bajaban por las ondulaciones de su pecho, reuniéndose
en su ombligo. Su boca se secó, y ella quiso, desesperadamente, lamer la humedad de su piel.
Señor, ¿cuándo había visto ella una criatura tan sexual?
- Todo tu 'champú' olía a perfume de mujer — acusó él.
Y de seducción, añadió ella silenciosamente.
- ¿Todavía tienes hambre? — Las palabras surgieron como un graznido.
Él se animó.
- ¿Me alimentarás?
- Claro. ¿Por qué no?
Se dirigieron a la cocina y ______ usó aquel tiempo para refrescar su ardiente deseo. Mientras hacía sutiles
ejercicios de respiración, juntó los ingredientes necesarios para hacer un bocadillo de pavo. Ella sabía
cocinar, muy bien, además. Pero en realidad no había cocinado una auténtica comida desde que salió de casa de su padre a la edad de dieciocho años. Una pequeña rebelión, supuso, por todos los años que tuvo que preparar el desayuno, el almuerzo y la cena para los hombres de la casa.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora