Capítulo 30.

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Se arqueó una vez más. Esta vez, el contacto provocó que un gemido entrecortado resbalara de la garganta ya que él se arqueó, también, haciendo el impacto más profundo. Más fuerte. Una y otra vez siguieron con el movimiento. Entonces con un movimiento fluido, cayó sobre ella, tomando el mando y presionándose entre los muslos abiertos. Arrastró los besos de fuego a lo largo de la mejilla y arremolinó la lengua alrededor de la oreja, metiéndola, sacándola y metiéndola otra vez. Si la hubiera desnudado completamente en ese mismo instante, si se hubiera sumergido en su cuerpo y hubiera enterrado su empuñadura profundamente, ella no habría protestado.
Se lo habría agradecido.
Esta es la mujer salvaje y licenciosa que siempre tuve ganas de ser, comprendió Mishel. Se sentía completamente viva. Tan libre. Pero la razón trató de inmiscuirse. Estás en el suelo del cuarto de baño. Sólo conoces a este hombre desde hace unos días. Sólo querías un beso.
Sí, pidió sólo un beso, y él tomaba mucho más. De hecho, la violaba. El pensamiento hizo que una humedad caliente, embriagadora se reuniera entre los muslos. Con facilidad se lo imaginó dominándola y forzándola a afrontar sus deseos. Con facilidad imaginó...y simplemente quiso que la fantasía se hiciera realidad.
Quería ser violada.
- Tenemos que dejar de besarnos — dijo, sin aliento. — No deberíamos hacer esto.
- Cuando dejes de desear mis besos, Mishel, pararé.
Oh, sí, mi bárbaro guerrero. Tienes el control.
Retirándose un poco, la miró fijamente con los ardientes ojos y deslizó la mano bajo la camisa para amasar sus pechos. Decidiendo que ese contacto no era suficiente, empujó el sostén hacia arriba y dejó rodar los dedos por los pezones, y luego, de repente, se congeló. El fuerte gruñido resonó a lo largo de las paredes.
- Lamentándolo mucho debo parar con lo que estamos haciendo. — Una oscura emoción marcaba la expresión. — No puedo darte placer a no ser que me lo pidas amablemente. Eso es muy importante.
No, no, no. ¡Se suponía que no tenía que pedir nada, excepto piedad, y él, se suponía, no tenía que ser cortés! Así no violaba un hombre a una mujer. Se suponía que la tomaría y la seduciría completamente sin importarle las consecuencias. Llegados a este punto hasta se conformaría con un Sé que es lo mejor para ti, Mishel. Sólo lo hago por tu propio bien.
- Ésta vez, sin embargo — mitad gruñó, mitad gimió — haré una excepción.
Oh, gracias. Gracias. Casi rió. En vez de eso, apretó el abrazo en su cuello, lista para otro beso que le haría volar la mente. Pero la alegría duró poco.
- No tienes que pedírmelo — dijo. — Incluso no tienes que hablar. Simplemente empújame si quieres que pare ahora mismo. Te daré algo de tiempo para decidirte.
Maldita sea, no quería tiempo. Quería la lengua en su boca. Quería las manos en sus pechos. Ahora. Pero era el violador, y ella era la violada, y la fantasía no funcionaría si era la que lo forzaba.
- Un, dos tres — contó. — Se acabó el tiempo.
La boca aplastó la suya.
Aliviada y excitada, se alzó para otro beso. El calor sedoso de la lengua bailó con la suya y el cuerpo empujó contra el suyo. Olía tan caliente, tan masculino. Tan delicioso.
- ¿Qué quieres que te haga? — exigió.
- No tengo ningún control sobre ti — jadeó. — Harás conmigo lo que quieras, diga lo que diga.
Se echó hacia atrás, confuso.
- No, yo... — De pronto, lo comprendió todo y rió con malicia. — Así es — dijo, con tono cargado de autoridad. — Haré lo que quiera. Tus protestas no significan nada.
Aleluya.
Durante lo que le pareció horas, pero que sólo podían haber sido minutos, recorrió con las manos su cuerpo, aprendiendo cada curva, burlándose, tentándola, haciéndole suplicar.
- ¿Quién tiene el control, Mishel?
- Tú — susurró. — Sólo tú.
- No lo olvides.
- Nunca.
Las grandes manos se cerraron sobre los pechos y un placer intenso la recorrió. Pellizcó un pezón en el momento exacto en que presionó la erección contra su clítoris. La ropa aumentó la fricción, y ella estalló como los fuegos artificiales del 4 de Julio. Los gemidos se volvieron gritos salvajes, subiendo de tono, con tanta fuerza que eran casi incoherentes.
Cuando se calmó, Justin la sostuvo durante mucho tiempo, la áspera y baja respiración soplando en su oreja. Se retiró, buscando su rostro.
- Mishel — dijo suavemente — Tú ya...
- Lo sé. Lo siento. — Esto era muy embarazoso. Él todavía estaba duro y excitado y ella ya había culminado. Pero caray, había sido incapaz de detenerse, no había querido detenerse. Su cuerpo había corrido hacia el orgasmo, desatendiendo todo lo demás. — Realmente lo siento. Simplemente no pude impedirlo.
- No pidas perdón. — El tono era reverente. — Simplemente hazlo otra vez.
Soltó una risita.
- ¿Otra vez? ¿De verdad?
- De verdad. Es más, te lo ordeno. — Los labios reclamaron los suyos una vez más.
Los brazos de Justin se envolvieron alrededor de su cuello, sosteniéndolo cautivo y los tobillos se cerraron
alrededor de la cintura. Él metió una mano entre ellos, agarró el cuello de la camisa, y le dio un fuerte
tirón. El algodón se rompió por la mitad, dividiéndose en dos mientras que ella se mordió el labio inferior
para impedirse gritar con entusiasmo renovado.
Justin justo estaba alcanzando los pantalones cortos, y ella justo arqueaba la espalda para darle un mejor acceso,
cuándo una voz dijo desde la entrada:
- Uhm, ¿Interrumpo algo?
- ¡Nick!
Con las mejillas ardiendo y el estómago lleno de una enfermiza combinación de temor, vergüenza y horror, ______
intentó dar un salto para ponerse de pie y apartar a Justin al mismo tiempo. Pero antes de que pudiera
conseguirlo, él ya se había movido y colocado en una posición de batalla, los pies separados y los puños
apretados, afrontando a su hermano con una expresión en la que claramente se leía Disponte a morir. El rápido
movimiento hizo que las piernas del extraterrestre chocaran contra sus rodillas.
Se derrumbó con un chillido.
Ninguno de los hombres le echó un vistazo.
Aprovechando la ocasión, ató apresuradamente los pliegues rasgados de la camisa, que apenas logró cubrir su
rosado sostén de encaje, y se retiró el pelo de la cara. Justin, rápidamente, la empujó detrás de él.
Si no lo conociera mejor, sospecharía que, realmente, intentaba protegerla. ¡De su propio hermano!
La idea era simplemente demasiado ridícula para tenerla en cuenta, y decidió que simplemente estaba teniendo uno
de sus comportamientos machistas. Uno en la línea de ponte-detrás-de-mi-oh-mujer-débil.
Entonces dijo:
- Quédate detrás de mí,______. Eliminaré esta amenaza.
Oh, realmente me está protegiendo, pensó derritiéndose. Debería estar enfadada. Después de todo, ya le había
demostrado su capacidad de tirar a un oponente a tierra. Pero, Señor, eso la hizo sentirse delicada y querida.
Alzándose, deslizó la yema de los dedos por la desnuda espalda de Justin. Adoraba la dureza, el calor. Apretó
los dientes. Cuando, finalmente, había decidido ir a por todas. ¡Espera!. No deseando arruinar la fantasía que
había creado en la mente, se corrigió. Cuando un hombre, finalmente, había sido lo bastante fuerte como para
violarla, va y aparece un miembro de su familia y los pilla. Si su corazón no estuviera galopando por el deseo y
los miembros no temblaran por la mortificación, saltaría a través del cuarto y golpearía a Nick en la cabeza
con una de las herramientas.
¡Hombres!
Su hermano, que parecía más divertido por las palabras de Justin que preocupado, miró por encima del hombro del gigante.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora