Capítulo 47.

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Frances omitía, y el resultado final no era agradable. El corazón le dolió por la niña que Heather había sido.
- ¿Por qué me tiene aversión?
Los labios de Frances se apretaron.
- Nunca ha hablado de ello, pero puedo adivinarlo. Tienes todo lo que siempre ha querido. Tienes éxito y un hombre que te ama.
- Justin no me...
Frances la cortó con un resoplido de auto-repugnancia.
- Odia mis tripas, también, si eso te ayuda. Si no la quieres alrededor, lo entenderé. Pero, aún así, todavía me gustaría el trabajo.
_______ probablemente iba a lamentarlo, pero dijo:
- Es tuyo, Frances. Y Heather, también.
Otra risa gloriosa iluminó la cara de la camarera.
- ¿De verdad? ¿Lo dice en serio?
- Podéis comenzar mañana.
- ¡Oh, ______, gracias! Heather realmente es buena con las flores y eso, y yo aprendo realmente rápido. Independientemente de lo que quieras que haga, lo haré.
Hablaron de a qué hora Frances y Heather deberían llegar, qué tipo de cosas harían, y cuánto dinero ganarían.
- Nunca podré agradecértelo lo suficiente, muñeca. — Las manos de Frances se sacudían con fuerza ante la alegría. — Juro que no lo lamentarás.
Espero que no, pensó mientras regresaban al porche.
Justin y Heather reían sobre algo que ella había dicho. La muchacha estaba de pie, muy cerca. Demasiado cerca para la paz mental de ______, y sintió una punzada de pesar por su impulsividad. Frances corrió hacia la pareja y lanzó los brazos alrededor de su hija.
- Conseguimos el trabajo — cantó felizmente. — Tú y yo, ambas. — Riendo, dio vueltas alrededor.
Heather se apartó bruscamente, recibiendo las noticias con una media sonrisa.
- Hay diez reglas que olvidé mencionar — dijo ______. — Bueno, más bien son consejos de seguridad. — Le lanzó a Justin una feroz mirada tipo no-digas-ni-una-palabra. — Y no son negociables — Cuando tuvo la atención de todo el mundo, comenzó. — Número uno, no intenten arreglar algo sin que lo compruebe primero.
Dos cabezas femeninas asintieron en aceptación. Justin, simplemente, cruzó los brazos sobre el pecho, y supo que esperaba que dijera la palabra por favor. — Número dos, asegurense siempre de que el cuarto está correctamente ventilado antes de empezar a trabajar. Número del tres al diez, Justin está prohibido.
- ¿Justin? — Heather arrugó la nariz. — Creía que era Hunter Rains, el tipo de la autoayuda.
- Pues creíste mal, su nombre es Justin, y es mío.
Frances miró a Justin con horror.
- No tienes que preocuparte de que intente hacer ningún tipo de movimiento para acercarme a él. Los hombres son como una Plaga Negra sobre la Tierra, ¿Por qué querría yo uno?
Justin frunció el ceño.
Mishel rezó para que Heather hubiera escuchado las sabias palabras de su madre.
- Bien entonces — dijo, frotándose las manos. — Me alegro de que esté todo aclarado. — Estaba a punto de cambiar de tema cuando Frances se dirigió a ella.
- Tengo un chiste para ti. Un marido mira a su esposa y le dice: tengo ganas de probar una nueva postura esta noche. Algo que nunca haya hecho antes. — La esposa le mira, pestañeando coquetamente, y le dice: — Una nueva posición suena maravilloso. Te puedes apoyar en la tabla de planchar y yo me estiraré en el sofá, bebiendo cerveza y tirándome gases.
Todas rieron entre dientes excepto Justin, como era de esperar, pero la expresión tensa en el rostro no era debido a una simple irritación masculina, sino que parecía algo mucho más serio. Agudizando el ceño, sacó de repente una de las "armas" y exploró los alrededores.
- Percibo problemas — dijo.
______ perdió la sonrisa y también observó las inmediaciones del porche. Agarrándola del brazo, la llevó hacia el otro extremo, hasta que estuvieron solos, pero sin dejar de buscar con la mirada.
- Aquí hay un hechicero.
- ¿Estás seguro? — No sentía nada, no sentía en su interior esa débil agitación que sintió esta mañana, por lo que le preguntó —. ¿Es el señor Graig?
- No.
- ¿Cómo sabes?
- Es un tipo de magia diferente. — Soltó un largo y profundo suspiro. — No percibo ningún peligro inmediato... Pero hay que ser cuidadoso cuando se trata con poderes ocultos. — Con eso, apoyó la espalda sobre la pared del porche y, sin otra palabra, se escabulló despacio, rodeando la casa.
- ¿Eso era una espátula? — Preguntó Frances, con el rostro lleno de curiosidad.
- Sí — contestó, como si fuera absolutamente normal que un gigantesco hombre esgrimiera un utensilio de cocina como si fuera una lámina mortal —. Sí, lo era.

Ryan de Locke sonrió lentamente.
Por fin, después de una búsqueda aparentemente infinita, había encontrado a Justin.
¡Él había encontrado a Justin!
Desde luego, su hermano ya no era de piedra, sino de carne y hueso. La primera reacción de Ryan ante aquel hecho fue enfurecerse, pero cuando...
Justin era libre, pero sólo durante un tiempo. El hechizo todavía no había sido completamente roto, los
grilletes aún estaban fuertemente encadenados alrededor de su hermano ¡Maravilloso! Justin debía sentirse
desesperado por el amor de su salvadora, sabiendo que el plazo se acercaba rápidamente.
Ryan quería bailar sobre la hierba, pero no podía, ya que su torcida pierna se lo impedía. Quería reírse y
gritar su éxito al mundo, pero no podía, ya que deseaba mantener su identidad oculta.
Al menos por ahora.
Aunque, de algún modo, Justin ya lo había percibido. El maldito guerrero ahora estaba en guardia, buscándolo. De
hecho, él cruzaba a zancadas la casa, determinado a descubrir quien lo observaba. Él saltó a Ryan una vez,
incluso dos veces, pero no lo descubrió. Percen no pudo contener una pequeña carcajada.
No puedes atraparme, cantó por dentro, imitando a los felices niños que, ese mismo día, escucho jugar. Aquellos
niños habían parecido tan despreocupados, que él se había quedado hechizado, aprendiendo sus palabras.
Esas palabras que ahora su mente repetía con aire de suficiencia. No puedes atraparme. No puedes atraparme, soy el
hombre de jengibre.
Ah, qué juego tan divertido. Nunca había jugado a juegos de niño. No, siempre hubo un hechizo que aprender, un
conjuro que realizar. Siempre hubo castigos que soportar y hechiceros que entretener. Un futuro sumo sacerdote
deber ser correctamente educado en todos los aspectos de la vida. La voz severa de su tutor resonó en su cabeza,
una voz que todavía conseguía que se estremeciera de horror.
No, nada de juegos para él.
Su hermanastro había llevado una vida tan maravillosa, mimado por el rey y todos sus criados, mimado por su madre
y adorado por todas las mujeres. Justin no sabía nada de dolor y sufrimiento. ¡Nada! No sabía lo que era ansiar
algo con cada fibra de su ser, y aun así, ser incapaz de conseguirlo.
Pero se lo enseñaré, pensó Ryan sombríamente. Sí, esta vez se lo enseñaré.
Su hermano dio la vuelta a la esquina y regresó junto a las tres mortales. Aunque una mueca estropeaba los
perfectos labios del perfecto guerrero. ¿Cuál de las tres mujeres era responsable de la ruptura de la maldición?
se preguntó Ryan, así comenzaría el castigo de Justin con ella. Inmediatamente miró a la más joven. Con su
glorioso pelo rojo y sus grandes ojos marrones, era, sin duda, la más hermosa, como una exquisita escultura
tallada. La siguiente mujer era lo suficientemente mayor como para ser la madre de Justin, y la última era
demasiada alta y corriente. Ryan pensó en estudiar a cada una, calcular cuáles eran sus reacciones hacia Justin y
viceversa, pero sus ojos no dejaban de volver a joven belleza. Ella era la clase de mujer que siempre tuvo deseos
de poseer, sostener en sus brazos, amar y apreciar.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora