Capítulo 20.

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¿Cuánto tiempo había pasado en Imperia? Si, como aquí, habían pasado mil palmos, ¿cuántos de sus amigos habían poseído la suficiente magia como para sobrevivir todos esos palmos? ¿Cuántos habían muerto? ¿Cuántos vivían todavía? ¿Cómo lo recibiría su familia? ¿Le darían la bienvenida con los brazos abiertos o lo considerarían un extraño? Justin inspiró profundamente. El suave olor dulce del aire lo sintió sucio en su nariz.
- Estaré a tu lado todo el tiempo — la voz de ______ le abrigó el cuerpo como una capa suave, consoladora.
Su mirada buscó la suya y observó como una serena sonrisa curvaba su boca, una sonrisa que iluminaba toda su cara. Un hombre podría perderse en su sensualidad y olvidar todos sus problemas. Olvidar su impaciencia por marcharse.
Justin cambió su peso de un pie a otro y se esforzó por apartar la mirada. La mujer era una necesidad desesperada y continua y, compendió, que cada vez le costaba más trabajo mantenerse alejado de ella.
A lo mejor cuando se marchara, se la llevaría con él; la instruiría en las formas apropiadas de comportarse con un hombre, mientras se ganaba su afecto con sus obvios encantos. Él podría hacerle el amor muchas, muchas veces, con la mágica Imperia rodeándolos. Mejor aún, _____ podría servirle como una seductora distracción si su familia lo abandonaba.
Tan rápidamente como la idea se formó en su mente, Justin la desechó. Conseguiría lo que necesitaba de ella y luego la abandonaría aquí. No había espacio en su vida para una mujer de otro planeta, sobre todo, si le hacía sentir cosas que no quería considerar.
- Cuando finalmente estemos juntos, _____, muchos mundos temblarán.
- Sí, bien... —_____ hizo una pausa.
No sabiendo qué más decir, algo que sólo le pasaba con Justin, se giró para afrontar la puerta. El pomo giró fácilmente y dio un paso dentro, hundiéndose en la alfombra Borgoña. Justin la siguió esta vez. Los finos cabellos de su nuca se pusieron de punta, alzándose hacia él, deseando su toque.
¿Por qué respondía con tanta facilidad ante este hombre?
Cuando la puerta se cerró de golpe, una campana tintineó para anunciar su presencia. Se quedaron de pie en silencio, esperando, pero nadie los saludó. No había ningún empleado en la pequeña estancia. Ningún cliente.
Zarcillos de humo se elevaban del perfumado incienso a jazmín, flotando y dejando su aroma por todas partes de la desordenada habitación. La débil iluminación y las brillantes paredes le daban un ambiente místico, ayudado por la música suave y lírica que sonaba de fondo.
Finalmente, una mujer de cabellos oscuros que parecía estar en la mitad de la cincuentena, se adentró en la decorada estancia. Con sus grandes ojos color avellana y prominentes pómulos, sus rasgos eran atractivos, aunque envejecidos antes de tiempo. Ella vestía pantalones negros y una blusa blanca hechos a medida, completamente en desacuerdo con su negocio de adivina. Mirándola fijamente, a ______ le venían dos palabras a la cabeza: profesional y legal.
La sospecha creció al instante en la mente de _____l.
Justin entendía más de magia, se recordó ella. Dijo que había una posibilidad de que este psíquico tuviera el poder que necesitaba y ella tenía que permitirle que descubriera la verdad, fuera buena o mala.
- ¡Hola! — Saludó la mujer —. Bienvenidos a mi humilde establecimiento — tenía el cultivado acento de una dama de buena familia inglesa—. ¿Cómo puedo ayudarles? "
Justin prescindió de bromas.
- ¿Posee usted el poder de abrir un vórtice?
La mujer juntó sus manos y tamborileó sus uñas, de manicura perfecta, unas contra otras.
- ¿Exactamente en qué tipo de poder piensa usted?
Rápidamente, _____ colocó una mano sobre la boca de Justin.
- ¿Por qué no nos da usted la respuesta a esa pregunta? Seguramente "una vidente" profesional podría contestar una pregunta tan simple.
Justin miró con curiosidad la mano en su boca, pero no se apartó de su agarre. Él cogió su palma y la capturó en el calor de su propia mano.
- No vuelvas a hacerme callar, _____— gruñó él suavemente, las palabras susurradas sólo para ella —, a no ser que uses tu lengua.
- Ah, el joven amor — suspiró la mujer.
Primer error, casi dijo______, sus dudas aumentando cada vez más.
La mujer más vieja le ofreció una débil sonrisa, profundizando las arrugas de las esquinas de sus ojos.
- ¿No cree en lo sobrenatural, querida?
- Creo en los hechos — contestó ______, tratando de ignorar que Justin aun sostenía posesivamente su mano derecha.
Simplemente, había algo completamente satisfactorio en mantener sus manos unidas, una sutil, tranquilizadora y tangible muestra de afecto. Incluso aunque él no sintiera nada por ella, nada importante de todos modos, la acción le hacía sentirse necesitada.
- También yo creo en los hechos — contestó la mujer.
- Entonces entenderá por qué le exijo la prueba de sus capacidades — dijo ella.
Su extraterrestre no conocía nada de la Tierra, no sabía nada sobre la gente que a menudo intentaba estafar a las
personas confiadas. Si esta mujer era realmente una bruja, tendría que demostrarlo.
- Desde luego que lo entiendo. Siéntense, siéntense — con una ondulación delicada de la mano, la inglesa
señaló hacia una pequeña mesa detrás del cuarto —. ¿Querrán algo para beber? ¿Café? ¿Té? Hasta tengo un
maravilloso elixir herbario que promueve la actividad cerebral.
- No, gracias — contestó ______, sacudiendo su cabeza. Aunque el elixir herbario picó su interés, no iba a
relajar la guardia —. Estamos bien.
Justin la remolcó hasta la mesa. Después de que ella se sentara en medio, él comprimió sus largas piernas
debajo de la pequeña y bajita mesa. La mujer tomó asiento justo delante de ellos.
- Deme su palma — dijo inmediatamente a Justin.
Sus labios se tensaron y él le dirigió una cortante mirada a ______.
- ¿Todas las mujeres de aquí dan órdenes a un guerrero?
- Ya lo creo. Ahora dale tu mano.
Nubes tormentosas de furia llenaron los ojos de Justin, pero hizo lo que le pidió.
La mujer se encorvó sobre su palma, remontando cada línea con una uña larga y ovalada.
- Desea encontrar el camino a casa. ¿Correcto?
- Sí.
- No puede hacerlo solo — una declaración, no una pregunta.
Ese comentario hizo que apretara su mandíbula otra vez.
- .Todo lo que necesita es alguien para dirigirle — dijo la mujer —. ¿Digo la verdad? — Sí.
El duro tono de su voz, como un martillo que golpeaba una pared, causó que los dedos del pie ______ se curvaran,
ella estuvo enormemente contenta de que su atención no estuviera dirigida hacia ella. Con interés, observó y
escuchó la conversación entre Justin y la mujer. Siempre que la inglesa hablaba, Justin se movía incómodo en su
silla. Su rostro parecía tanto furioso como triste, como si acabara de aceptar que esto no iba a funcionar, pero
se aferrara a ello de todos modos por si ocurría un milagro.
- Alguien puede ayudarle — decía la mujer —. Alguien le ayudará. Alguien cuyo nombre es... estoy obteniendo
la visión de la letra M. Sí, sí. Alguien cuyo nombre comienza con la letra M le devolverá a casa. ¿Conoce
usted a alguien cuyo nombre comienza con M?
- Sí — no pareció feliz con eso tampoco.
- Bueno, bueno — siguió estudiando su mano —. Predigo que...
- No necesito tus predicciones, mujer — de pronto, su furia venció a la tristeza y la esperanza —. Tengo que
saber si puedes abrir un vórtice de modo que yo pueda dejar su mundo y entrar en el mío. ¿Puedes hacer eso o no?
- Tiene el poder dentro de usted para ir a cualquier parte que desee.
Los ojos de Justin se estrecharon en diminutas rendijas.
- No tengo el poder dentro de mí. Eso es un hecho.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora