Capítulo 57.

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- Sí. Para serte sincera, no creo que mis hermanos puedan tolerarse unos a otros sin la bebida de por medio.
Entendiendo mal la aspereza de su tono, Justin la rodeó con su brazo y le masajeó la base del cuello —. No tienes nada que temer,______. No haré daño a tus hermanos.
Ella rió bajito —. ¿Aunque se lo merezcan?
- Incluso entonces.
- Bueno, deben pagar por lo que nos hicieron la otra noche, y traje todo lo necesario para encargarme de eso. — Una rubia ceja se arqueó y las esquinas de sus labios se alzaron con satisfecha confianza mientras acariciaba el bolso que estaba a su lado —. Ya lo creo que lo pagarán.
Poco después, vislumbraron la casa de su padre. Esa era la casa de su niñez, una casa inusual, grande y extensa, de ladrillo rojo y con una alta azotea semejante a la de una catedral. No podía decir que la estructura fuera de su gusto, pero los recuerdos que había construido allí compensaban con creces cualquier fracaso arquitectónico.
Cinco coches, cada uno de diferente tamaño y modelo, dependiendo del dueño, estaban aparcados en el tortuoso camino de entrada. Ella aparcó la camioneta cerca de la entrada, evitando así el ser bloqueada en caso de fuga.
Reuniendo coraje, se giró hacia Justin —. ¿Estás listo?
- Sí.
- Quiero advertírtelo una vez más. Mi padre es un hombre muy... terco.
- Me pregunto cómo, entonces, pudo tener una hija tan flexible, — se burló JUSTIN.
- ¡Ja!, ¡Ja! Muy gracioso. — En vez de dirigirse al porche, agarró la bolsa de plástico que había traído consigo y caminó a grandes zancadas directamente hacia el sedán de Nick. Él iba a ser su primera víctima.
Levantó el capó y jUSTIN echó un vistazo sobre su hombro, ensombreciendo el motor —. ¿Qué haces?
- Pongo en práctica nuestra venganza. — Con eso, ella cogió un bote de polvos de talco para bebés y vertió su contenido en el sistema de ventilación. Hizo lo mismo en todos los coches de sus hermanos —. Cuando conecten los aires acondicionados, se llenarán de polvo.
Justin sonrió lentamente —. Recuérdame que nunca te haga enfadar.
Anduvieron hacia el porche cogidos de la mano. Las puertas de calle eran de roble y tenían alargadas manijas de plata en forma de ocho. La música sonaba por los altavoces, con un alto y rápido ritmo. Sin molestarse en tocar el timbre, ¿quién lo habría oído de todos modos?, ella condujo a Justin a través de la casa. Cada pieza de decoración, desde el jarrón con impresiones florales hasta el cordón color crema de las cortinas, estaba colocado exactamente igual a como su madre le había gustado.
Los hombres de su familia estaban jugando al baloncesto en el patio trasero. Incluso su padre vestía para la ocasión pantalones cortos y un pañuelo. El pañuelo azul oscuro cubría su cabeza y lo hacía parecer una versión ligeramente más mayor de sus hermanos, en vez de un viejo que padecía del corazón. El sol brillaba con fuerza, caliente y seco y, lamentablemente, ninguna brisa soplaba para refrescarlos. El patio estaba mal cuidado; todo el verde césped que lo cubría hacía tiempo que se había secado y convertido en hierbajos. Todas las rosas y azaleas que alguna vez habían lindado la cerca se habían marchitado.
- _____,— la llamó su padre cuando la vio.
Como uno, todos sus hermanos se pararon en las diferentes posturas de juego y le echaron un vistazo. Nick corrió hacia la mesa del patio y bajó la música mientras su padre se acercaba a ellos. Él besó su mejilla —. ¿Cómo has estado, muchacha?
Maravillosamente, pensó ella. Me acuesto con un extraterrestre y una maldición cuelga sobre nuestras cabezas —. Muy bien.
- Bueno, bueno. — Sus dorados ojos se oscurecieron cuando se fijó en Justin. Frunciendo el ceño, preguntó —. ¿Quién es tu amigo?
- Papá, este es Justin en Sarr. Justin, este es Joe Klein. Mi padre.
Los dos se dieron la mano —. Me han hablado de usted — dijo él, y por su tono, la información no había sido muy buena.
- Usted puede llamarme detective Klein, — anunció él con voz severa.
- Papá, hace tiempo que dejaste el cuerpo, — le recordó ella. Pero sabía que era inútil, él quería que todos, incluida ella misma, lo llamaran detective.
- No importa. — Se limpió la sudorosa mejilla con la muñeca —. Gané el título y todavía me merezco el respeto que eso conlleva. Muchachos, saluden a nuestro invitado y así podremos continuar con el juego. — Simplemente con eso, Justin fue despedido.
Hasta ahora, las cosas no marchaban bien.
Ninguno de sus hermanos la esperaba, obviamente, porque todos estaban parados, de pie y en fila, cautelosos de su reacción y de cómo serían recibidos. Todos llevaban idénticas expresiones de culpa y vergüenza. Bueno, excepto Nick, que sonreía ampliamente, como lo había hecho durante toda su vida.
- ¡Eh!, Justin — dijo Erik finalmente, ignorándola a ella.
- ¡Eh! — dijeron los demás. Gray hasta saludó a Justin con una leve inclinación de cabeza.
- Buenos días — dijo Justin. De todos los hermanos de ______, Gray era el que más le gusta.
El hombre poseía la cualidad de intimidar a todos los de su alrededor, algo que todo buen guerrero debía poseer.
No es que a él lo intimidara, o a ______. De hecho, la duras líneas del rostro de Gray se suavizaban siempre que
miraba a su hermana, arruinando su ceño de voy-a-matarte.
Que patético, pensó Justin, disipándose el alto concepto que tenia sobre Gray. ¿No podía el hombre aparentar
indiferencia cuando trataba con el sexo contrario?
______ decidió en ese momento mirar a Justin. Una caliente e íntima sonrisa creció en sus labios. Él sabía lo
apasionados que eran esos satinados labios sobre su piel. Sabía que su sabor era más dulce que los pétalos de
gartina.
Sus rasgos se relajaron.
Los hombres de James eran duros y dorados, pero _____ era rubia y suave. Cada uno de los hombres podrían pasar,
fácilmente, por guerreros de Imperia, pero ______ no se podría mezclar con los hombres o mujeres de su mundo.
Ella era demasiado exótica, demasiado obstinada y mandona. Si él se la presentara a sus amigos guerreros, ellos
seguramente lo ensartarían vivo, temiendo que esa cascarrabias revolucionara a sus mujeres. ¡Pero ah, como se
divertirían él y ______!
Por alguna razón, todos los hombres James se alinearon espalda contra espalda, mirándolo de repente con
expresión severa. Él se cruzó de brazos, devolviéndoles la mirada.
- ¿Todavía te diviertes? — le susurró ______ en el oído. Ella giró su atención de vuelta a sus hermanos.
El conocer que pronto estarían cubiertos de polvos de talco la puso de muy buen humor —. Bueno, — dijo ella
con las manos sobre sus caderas —. ¿Es que no van a saludarme?
En un segundo, sudorosos brazos y pechos masculinos la envolvieron —. Suficiente, — dijo ella riendo.
- Me alegro de que vinieras, — le dijo Gray, besando luego su mejilla.
- No sofoquen a la muchacha, — ladró su padre —. Todos vosotros oléis como un vestuario y no quiero que la
asfixiéis hasta la muerte. Dios, no me extraña que aún viva sola y rechace casarse con un hombre decente.
Vosotros le habéis dado una mala impresión.
- No te excites, papá. —_____ le señaló con un dedo —. No es bueno para tu salud.
- Pero bueno... — él bramó.
- Además, los James no pueden evitarlo. Soy irresistible.
- Sí que lo eres, — susurró Justin contra su oído.
Ante el repentino silencio, todos lo oyeron. Gray rodó los ojos en una súplica silenciosa. Nick se tragó una
carcajada y su padre los miró con los ojos entrecerrados —. ¿Estáis preparados para terminar la partida? —
Él cogió la pelota del suelo —.______, ve y siéntate con la amiga de Denver. Puedes animarme desde allí.
Justin, ¿por qué no te unes al equipo de Nick? "
Por primera vez, ______ notó a la solitaria mujer sentada bajo un brillante parasol amarillo. Su oscuro cabello se
derramaba sobre sus hombros y su ligero y veraniego vestido azul claro le daba una apariencia fresca y sofisticada
pese al sofocante calor.
- Justin no sabe jugar al baloncesto. —______ se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano.

Estatua ~Justin Bieber y tú~ [TERMINADA]  By: JavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora