7. 1 de marzo de 1930

65 5 11
                                    

Me miro al espejo y suspiro mientras arreglo mi vestido y paso mi mano por mi vientre. Estoy nerviosa, lo admito. No sé si estoy preparada para empezar a trabajar pero tengo que hacerlo. Lo considero como mis clases de costura solo que esta vez todo es mucho más serio, mucho más profesional y mucho más estricto. Cierro los ojos unos segundos, intentando calmarme, y entonces siento unas manos por mi cintura y un beso en mi cuello.

—Estás nerviosa, ¿verdad? Todo va a salir bien...sabes que yo confío en ti...

La voz aterciopelada y susurrada de Juan se situa lo más cerca posible de mi oído. Toda mi piel se eriza al sentirle tan cerca, también porque vuelve a besar mi cuello de un modo más pausado. Sé que lo dice de verdad, que es el que más confía en mí. Mi padre, en cambio, sigue sin hacerlo. No concibe que una hija suya pueda ponerse a trabajar.

—Estás preciosa...a ver si ahí en las galerías encuentras a alguien mejor que yo y me sustituyes...

Me doy la vuelta, apoyando mis manos en su pecho y le beso mientras sonrío.

—Sabes que eso es imposible. Yo jamás te cambiaría por otro.

Me sonríe y deja un cachete en mi trasero de un modo divertido. Últimamente le veo mucho más animado, creo que es porque ya se ha acostumbrado a la situación. Sabe que no puede hacer otra cosa. Quizás el tratamiento también esté ayudándole, dos veces por semana, religiosamente, una visita al médico. No puedo ponerme en su piel pero creo que por dentro se siente mejor.

—Vas a llegar tarde como no te des prisa...

—Le he pedido a Jorge que me lleve en coche, él va también al centro a trabajar, así que...

Asiente. A veces creo que le molesta mi relación con Jorge. Solo somos amigos y él lo sabe pero eso no quita que cada vez que le nombro él recuerde nuestra relación. Nunca va a pasar nada con él. Acaricio sus mejillas y me separo de él. Cojo mi bolso y salgo de la habitación mientras él me sigue.

—¿Cuándo volverás?

—Tarde supongo...el turno no termina hasta las ocho.

—¿Quieres que vaya a por ti?

—No es necesario...

Dejo un beso rápido en sus labios y salgo de casa. En cuanto piso la calle, un coche en la acera de enfrente se pone en marcha. Me acerco a él y subo en el lado del copiloto, topándome con la sonrisa divertida de Jorge.

—¡Joder, qué guapa! ¿Vas a trabajar o a buscar novio?

—Muy gracioso...anda tira, que no quiero llegar tarde mi primer día.

—¡Voy! No quiero que te enfrentes a la Mercedes esa, la jefa de taller, no parecía muy simpática por lo que me dijiste.

—No lo es.

—¿Qué ha dicho Juan de todo esto? ¿Está conforme?

Hago una pausa para mirar por la ventanilla antes de responder. Suspiro e intento tragar saliva. A medida que nos vamos acercando me voy poniendo más nerviosa. No sé si lo voy a hacer bien, no sé si voy a cumplir a tiempo con todo lo que me encarguen, no sé si podré aguantar la mirada insistente de Mercedes constantemente sobre mí.

—Le parece bien...—susurro mientras arreglo mi vestido.

Siento la mano de Jorge sobre la mía. La agarra con fuerza y la aprieta, para después llevarla hasta sus labios y dejar un beso rápido.

—Todo va a salir bien. Eres buena, Blanca, siempre lo has sido. Yo confío en ti. Y si no lo fuera, seguro que encontráis otra cosa. Hay un mundo más allá de esas galerías.

Una vida entre telaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora