Suspiro de un modo lento y dejo caer mi lápiz sobre la mesa. Llevo un par de días con un dolor de cabeza terrible, no he dormido bien los últimos meses. Echo de menos a Carmen y mi vida se está volviendo monótona y tediosa. Cada día crees que será el último en esta horrible guerra, te levantas y solo queda el trabajo y la supervivencia. En Madrid todo está más tranquilo desde hace meses pero la gente se muere de hambre. Manuel y Concepción me envían algo de comida eventualmente. Fue una buena idea irse a la sierra, Carmen está creciendo feliz, alejada de todo el horror de la ciudad. Le encanta el campo y la granja, adora los animales y para mí es lo único que cuenta. Sé que ha preguntado mucho por mí pero cada vez menos. Ya no existo en su día a día, solo en su recuerdo y en el teléfono. Soy la voz que le habla en la distancia y se preocupa por ella de forma lejana. A lo largo de estos meses he enviado cartas a Barcelona que no han obtenido respuesta. Quizás ni siquiera han llegado, tal vez Adela y Marcela ya no estén. No sé que habrá sido de mi hijo, solo conservo de él la fotografía que me envió Adela. En estos años he sentido la necesidad de marcharme a Barcelona y buscar a los que fueron mi familia. Hace ya tanto de eso y me parece que fue ayer cuando llegué. Ahora mismo ni siquiera sé en qué día vivo. Todos son iguales, esperando noticias, entregando cupones de racionamiento, jugándosela en el estraperlo, amontonando los muertos. Ese es el día a día de este país. Salvo por un detalle, estas galerías. Entrar en Velvet es como entrar en otro mundo. Aquí las señoras ricas siguen viniendo a comprar sus vestidos, prácticamente ajenas a lo que ocurre. No pasan hambre, sus hijos, maridos y hermanos se salvan en muchas ocasiones de ir al frente, no tienen ningún muerto al que llorar y su vida se sigue moviendo en la frivolidad. Saben que van a ganar la guerra, saben que no tienen nada que temer con respecto a sus posesiones y riquezas. Siempre lo pienso pero nunca lo digo. No después del susto en casa de mis suegros. Don Emilio alguna vez me ha repetido que gracias a ellos todos en Velvet tenemos un techo y comemos todos los días. No me quejo por ello. Pero no deja de parecerme terriblemente injusto.
Levanto la vista al escuchar unos pasos que entran en el taller. Miro mi reloj de muñeca, son las diez y media. Don Emilio me dedica una media sonrisa y se acerca a mí.
—Trabajando tan tarde...
—Tenía que terminar unas cosas. ¿Qué hace aquí? Pensaba que había salido a cenar.
—No. Creo que ahora mismo hay cosas más importantes que atender. Encienda la radio, por favor.
—¿Qué ocurre?
—Por lo visto hay parte de Franco.
Tuerzo mis labios pero le hago caso. Estamos solos en el taller, las chicas han salido a cenar igual que los dependientes. Me acerco a la radio y ruedo los botones intentando dar con algo decente. Una voz aguda inunda el silencio de la habitación.
«Españoles todos, aquí Fernando Fernández de Córdoba como su locutor de noche para transmitirles una noticia que acaba de llegar desde Burgos, de manos de nuestro Caudillo, Francisco Franco. El parte dice lo siguiente: En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. 1 de Abril de 1939. Ya lo han oído, la guerra ha acabado...»
—¿Ha acabado?
—Ya lo ha oído.
Aprieto mis labios y suspiro. Por fin. Un nudo se forma en mi garganta y aguanto las ganas de llorar. No puedo si no pensar en Elena. Se me rompe el corazón de saber que no está aquí conmigo. Aunque conociéndola sé que habría soltado algo así como prefiero morir antes que vivir así. Me concentro en mis pensamientos pero el roce de don Emilio sobre mi brazo me saca de ellos.
—Llame a su hija...querrá escucharla...
Asiento. Salgo del taller y me dirijo al teléfono. Me siento en la pequeña garita donde montaron el teléfono. Las manos me tiemblan ligeramente. No puedo creer que haya terminado. Marco y espero unos segundos.
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Una vida entre telares
FanficFic sobre la historia más desconocida de Blanca, todo lo anterior a las Galerías y los primeros años en ellas.