Un Extraño Fetiche

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Un extraño fetiche

Aquella tarde llegamos al hotel yo llevaba un vestido negro ajustado con un escote insinuante, debajo mi juego de ropa interior, quería una tarde de placer sin mi rol, quería disfrutar de él sin etiquetas, llegamos a recepción a registrarnos, él me miraba con amor, con deseo, yo con ganas de devorarlo completo.

Llegamos a la habitación y empezamos a hablar de muchas cosas, yo tomé una bebida de la nevera, tenía una sed impresionante, hacía demasiado calor, pero era cuestión de minutos para empezar a sentir el aire acondicionado de la habitación, todo iba bien, yo siempre ante él era segura, altiva, como una Dominatrix debe ser, fuera de mi rol también lo era, me gustaba siempre dominar las situaciones, mi trabajo también demandaba de mi carácter,  no le cedía a nadie mi voluntad, me gustaba tener yo el control siempre.

Desde niña fue así, era siempre líder en los juegos y en la adolescencia también, ningún hombre me dominaba y Gabriel era mi segundo sumiso, un hombre de carácter fuerte que ninguna mujer le llamaba la atención, acostumbrado a llenar su cama con mujeres de paso, pero llegué yo a su vida y la química fue inminente, como siempre no me interesaba enamorarme puesto que yo tenía un concepto del amor distinto, pero llevábamos ya tiempo saliendo y empezamos una relación normal, pero a mi ese tipo de relaciones no me gustan, porque no soy de las mujeres que solo se acuesta en una cama y hace cosas y posturas acostumbradas, me gusta jugar, me gusta someter, llevar al hombre al límite para recordarle quien soy yo.

Y a Gabriel yo iba a demostrarle que el mundo que conocería conmigo lo haría olvidarse de tontos prejuicios y su carácter iba a valer cero ante mi poder, al principio fue difícil, pero después de prepararlo lo convertí en mi sumiso, se entregaba a mis órdenes con la devoción que debe ser y siempre todo era consensuado, yo no empezaba un juego sin saber a donde lo llevaría a él.

Hablábamos de fetiches, le dije que el mio eran las manos de un hombre, me mostró las de él y así directa como soy le dije - Tus manos no entran en mis fetiches - Me respondió  de una forma que sentí que se molesto - Ya sé, nada de mi es tu fetiche - Sonreí descaradamente diciéndole, mientras lo provocaba tocando mi escote - Pero yo sé que tienes muchos fetiches con mi cuerpo, como mis senos voluptuosos, mis labios, mi trasero.

Él sonrió diciendo - Hay algo que no nombraste y es mi principal fetiche y que me vuelve loco de ti, pero no te lo diré.

- Me dio mucha curiosidad, saber cual era y fue cuando utilicé lo que mejor se hacer con él, mi rol de Domina, sabía que él no quería decirme y eso aumentaba más mi libido.

-Pues sino me dices te cuelgo - Me miró sorprendido, sabía que le estaba hablando ya no como su pareja, sino como su Ama.

-Es que se que te vas a reír, te conozco y sé lo burlona que eres

Así que enérgicamente le dije - Dime o no hacemos nada.

Mi fetiche, es tu vagina

En verdad no pude evitar reírme, siempre me habían dicho que mi sexo era apetecible, incluso que daba gusto pegarse hasta cansarse, pero jamás que fuera el fetiche de un hombre, siempre llamé la atención en mi barrio cuando me colocaba licras o short cortos, yo siempre he tenido buen cuerpo y siempre he estado segura de que es el plus de perfección y deseo para un hombre, así que es cierto me burle.

-Ahhh jjajajaj por Dios que dices, mi vag¡na tu fetiche¿ y eso por qué? quiero saberlo.

Alzando la ceja le mostré que tenia solo una opción, decirme porque era su fetiche.

- Porque es grande, es aseada, tus pliegues son perfectos, tu clitoris es pequeño, es suave cuando la acaricio , y cuando te llegas lo haces full y sobre todo no tiene olor fuerte, y no tienes una vagina así que uno diga ha sido una mujer ya corrida, eres apretada al penetrarte, me vuelve loco cuando le hago sex0 oral, me excita hacerlo, desde que probé tu vulva no he vuelto a probar, ni a ver una así, nunca había bajado ante el sexo de una mujer con tanto desespero y había demorado tanto tiempo dándole placer, por primera vez disfrutaba a mil bajar y tomar todo de tu carne.

Bitácora Pactada De Una Sumisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora