Capítulo ochenta y ocho: Tiempo*

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Melanie

Grité. Burbujas salieron de mi boca, mis ojos ardieron por la sal, la desesperación me salió por los poros. Estaba ahogándome.

Ya está, iba a morirme ahí mismo, no recordaba cómo había terminado en medio del mar pero iba a morirme en tres minutos máximo, y de la peor de las maneras, con el miedo en los ojos, la desesperación de intentar salir a flote y la esperanza de que fuera rescatada.

Nada de aquello pasó realmente. Un grito que sí fue real salió de mis labios, estaba en mi cama. Empapada en sudor, con lágrimas en las mejillas y el pulso a mil por hora.

Me levante rápido, como pude llegué al baño, en donde un poco de jugo gástrico terminó tirado por los suelos. Me acerqué al lavabo para quitarme el sabor a vomito de la boca, para lavarme la cara y observar mi reflejo en el espejo.

Una mierda, por cierto.

Llevaba una semana teniendo esa estúpida pesadilla en donde me ahogaba en medio del mar. No quería pararme a pensar los trasfondos del significado de aquello, y no iba a hacerlo. Especialmente porque iba tarde para el instituto.

Seis meses habían pasado desde que Ryan, Jeremy y Mía habían regresado de la isla. Estábamos a dos semanas de terminar el año escolar, Jeremy y Ryan iban a graduarse dentro de poco, por desgracia a Mía y a mi aun nos hacía falta el año siguiente.

Preparé la ropa que pensaba ponerme y me dejé caer en la ducha, el agua me cayó durante diez minutos, luego reaccioné y comencé realmente a bañarme.

Abajo escuché los gritos de mamá, iba tarde como siempre, y como siempre ella estaba gritándome que me apurara. Marie Johnson no había aprendido nada en los últimos seis meses.

Yo era un saco de patatas que además caminaba. Iba al instituto de lunes a viernes, intentaba ir bien, no era Mía pero estaba esforzándome, necesitaba entrar en alguna buena universidad. Nada interesante y nada bueno había sucedido para mí en aquel tiempo. ¿Los demás? Bueno...

Mía y Jeremy iban a casarse pronto.

Mentira. Pero lo parecía. Los padres de ambos estaban más que encantados con su relación, en pocas palabras estaban felices y comían perdices.

Ryan era historia aparte. Su vida iba mitad basura como la mía y mitad fantástica. Iba a graduarse con honores, había ganado el torneo de clavados nacional, oficialmente era el mejor del país. El mes siguiente iba a irse a Inglaterra. Había convencido a los Sparks de dedicarse a nadar, los medios estaban fascinados con él. El chico ahora era famoso.

Y no solo por su talento. También era famoso por las fotos que se habían filtrado de él y de la famosa Natasha Green.

No estaba segura de cuantas veces él y Natasha se habían visto en aquel tiempo, honestamente prefería mantenerme al margen, ellos sí que habían apostado todo por "una relación a distancia". Me importaba poco, él estaba feliz o eso fingía. Estaba bien para mí. Si él quería vivir aquella ilusión con Natasha era su problema, tampoco sabía cómo lo iban a resolver ahora que ninguno de los dos iba a tener una vida estable. El punto clave para ellos es que los Sparks nunca se opusieron, ellos no eran sádicos como ya sabemos quién.

Terminé de atar las cintas de mis zapatos, salí de mi habitación y me dispuse a comenzar mi fantástica mañana de lunes.

Richard me llevó al instituto como de costumbre, pasó todo el camino recordándome la importancia del desayuno, que ya no tomaba por cierto, y pensaba seguir así. No me apetecía comer después de las tremendas pesadillas que ideaba mi cabeza.

No sabía nada de Fabio, o Alex o Liam. Sí, claro que podía decir su nombre en mi cabeza. No en voz alta, pero en mi cabeza lo recordaba a menudo.

Había visto una que otra noticia, me había topado con información que no quería más de alguna vez, pero me negaba a pensar, a darle vueltas en mi cabeza.

Entré al instituto ignorando las miradas de reojo de algunos de mis compañeros, me había acostumbrado a aquello desde antes de todo el drama. La gente siempre estaba viéndome, mis padres eran súper ricos y yo era súper alucinante. Eso antes, ahora mis padres seguían siendo súper ricos pero yo no era tan alucinante.

Había bajado de peso, había cortado mi cabello hasta el pecho, y las ojeras ya eran parte de mi rostro. Yo tampoco me esforzaba en verme bien, lo único que quería era graduarme de una vez por todas e irme lejos.


Liam

─ ¡Liam, ya estoy lista!-

Golpeé mi frente contra la pared de la ducha y deseé no estar ahí. La voz demasiado dulce de la chica cuyo nombre no recordaba resonó en mis oídos un par de veces más. Hasta que grité un "voy" y ella se calló.

Salí del cuarto de baño y la vi acostada sobre la cama, me pregunté por qué hacia eso, por qué no simplemente estaba en mi departamento viendo una película y comiendo pizza.

Ella corrió hacia mí en cuanto me vio. No pasaron dos segundos, en serio. Ella ya estaba besándome y enrollando sus piernas en mí. Pizza y película seguían sonando en mi cabeza, ya era un poco tarde para arrepentirme así que solo le seguí el juego. Ella era delgada y bronceada, tenía el cabello oscuro y corto.

Era la antítesis de Melanie.

Melanie.

Joder. Me separé de golpe de la chica, ella me miró con los ojos asustados, parpadeé con fuerza, un segundo era la chica de nombre desconocido y al otro segundo eran sus ojos azules profundo los que me veían.

─ No.- me alejé.

─ ¿Eh?- volví a ver a la chica, seguía teniendo el pelo oscuro y la piel trigueña. Me llevé las manos a la cabeza, estaba jodidamente loco.

─ Lo siento, tengo que irme.-

─ ¿Qué?-

Tome mi chaqueta y caminé fuera de aquel lugar.

Necesitaba ayuda, en serio. Quería sacármela de la cabeza con todo mi ser pero eso sencillamente no sucedía. La miraba en mis sueños, en rostros ajenos y en... cualquier lugar en el que realmente ella no estaba.

No podía olvidarme de nada de ella. Quería odiarla pero no hacía más que extrañarla como imbécil.

Tome la motocicleta que había dejado estacionada en la calle y manejé sin rumbo por un rato, bajándome la cólera e intentando no pensar en la rubia.

El tiempo había pasado y se suponía que debía seguir adelante, no estaba seguro de cómo hacerlo. Seguía trabajando, seguía juntándome con Fabio y Alex de vez en cuando, Nat y yo vivíamos juntos en un pent-house increíble que recién había comprado, intentaba verme con otras mujeres...

Pero nada parecía suficiente, era estúpido incluso intentarlo. Estaba atascando, atacaba a mi mente con pensamientos de culpa, sintiendo que el problema era yo, que yo no era lo que ella quería, que ella no estaba conmigo porque nunca me había querido lo suficiente.

Todos me decían que tenía que dejar de darle vueltas al asunto, pero no podía, me comía la cabeza día y noche pensando que estaría haciendo ella. ¿Estaría feliz?

Sabía que los medios la molestaban, había intentado que Francesca la ayudara pero se había negado, diciéndome que no valía la pena. Yo todavía no entendía la pequeña guerra que había entre Cesca y los Johnson.

Y quizá sí, quizás Melanie Johnson nunca había valido la pena, quizás si era una rompecorazones sin sentimientos como se veía desde afuera, pero yo no quería creerlo. Quería pensar que me extrañaba como yo a ella. Aunque fuera absurdo.

Esa noche, como muchas otras, terminé en el apartamento del moreno. Ahí estaba Alex, pero yo ya era su mal trío favorito, ambos me hicieron entrar y quitarme la ropa mojada que cargaba, porque sí, en Madrid hacia un clima de mierda y el cielo iba a caerse cualquier día.

Ordenaron pizza, y sí, pusimos una película.

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No hay foto de Melanie esta vez por todo el odio que recibió del capítulo pasado jajaj. (mentira, ando corta de tiempo:c) ¡Espero que la historia les siga gustando!♥

Verano para siempre (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora